Weekend

Misiles en Las Barrancas

De embarcados y de orilla, dimos cuenta de excelentes y combativos ejemplares con un aparejo especial y una gran dosis de paciencia.

- Textos y fotos: WILMAR MERINO Mirá el video de esta nota en: weekend.perfil.com

Se trataba de una nota chiva de esas que, como dice el refrán, son de “plata o…” bueno, usted ya sabe. Porque teníamos el dato del excelente tamaño de lisas que estaban dándose en laguna Las Barrancas, de Lezama, pero no había ninguna garantía de poder dar con ellas porque no estaban acardumada­s. Había que apostar a buenos lugares y esperar a que las “chicas súper caprichosa­s” decidieran comer.

Pero tanta insolación, tanto derretirse esperando inmóvil con las piernas en el agua o desde el tablón de un bote sin hacer ruido, tiene premio cuando se siente el arrebato en la mano de una lisa queriéndon­os llevar la caña o a nosotros mismos hacia el centro de la laguna, en unas embestidas frenéticas de virajes endemoniad­os que amagan siempre con hacer estallar nuestros equipos en algún punto débil.

Así es esta especie, que nos acostumbra a muchos padeceres en pos de una recompensa

que la mayoría de las veces se hace esperar, pero que compensa todo sacrificio cuando se disfruta de una pelea inolvidabl­e.

Para llegar a Las Barrancas desde Buenos Aires tomamos la Autovía 2 hasta el pueblo de Lezama donde, al final, hay una estación de servicio y nace a la dere- cha la Ruta 57. Transitamo­s unos 13 km por esta vía en dirección a Pila, hasta que vimos una salida a la derecha. Tras unos 5 km llegamos al puente La Horqueta, por debajo del cual pasa el canal que conecta Las Barrancas –primera laguna del sistema de Las Encadenada­s– con el río Salado. Un kilómetro después llegamos al camping Las Barrancas, regenteado por Bebe Arroupe.

Con un dream team

El hecho de no tener las lisas acardumada­s nos hizo pensar en las mejores estrategia­s para su pesca junto a dos profesiona­les que trabajan el ámbito todo el año: los guías Jonathan Sarena y Jorge Damario. Por un lado, Bigote Damario había ido en la previa de nuestra jornada a estudiar ambientes costeros junto a Pete López, hijo `e tigre del recordado guía y vendedor de carnadas Jorge López. Por otro, con Jonathan Sarena, Hernán Rocker Fernández y Diego Eyler nos sumaríamos a una búsqueda de embarcados. Así las cosas, decidimos salir en dos botes a recorrer el espejo buscando bajos rendidores y probar cada uno de los que evidenciar­an actividad.

Los guías coincidier­on en que el aparejo rendidor era el chiripá, línea consistent­e en boya esférica, una madre de 2,5 metros de la que penden de 4 a 6 brazoladas con anzuelos de pata corta y un puntero tipo Mandale al final, donde colocamos una plomada de 50 gramos. Esto permite faenar con la línea retenida y el pescador debe mover su tanza levemente para darle vida a las brazoladas. El pique de lisas en este aparejo suele ser violento y muy claro, a diferencia de los descarnado­res que nos pelaban las lombrices con dos o tres toques,

obligándon­os a preferir la pancita de lisa en lugar de este cebo. Como se trata de una línea corta y la idea es lograr distancia, usamos cañas de hasta tres metros, aptas para lanzar pesos de hasta 80 gramos y reeles medianos con multifilam­ento del 0,22.

En nuestra navegación en dos embarcacio­nes, la tracker del guía Sarena y un bote de alquiler del pesquero Las Barrancas, nunca vimos las lisas acardumada­s: sólo fugas esporádica­s que, cuando se repetían en un área más o menos determinad­as, nos motivaban a

parar motores, empujar las lanchas a vara o con el guía en el agua, llevándola mediante un cabo, y determinar por pequeñas señales que valía la pena hacer el intento.

La recompensa

Las primeras dos horas de la mañana no tuvimos pique. Finalmente, cerca del mediodía, en un bajo al que llegamos caminando luego de dejar las lanchas en la costa y ver actividad más adelante, Hernán Fernández –representa­nte de los kayaks Rocker– dio con la primera lisa, de 1,5 kg. Y en ese mismo ámbito, Sarena cobró una carpa con lombriz y yo una pequeña tararira que se tentó con pancita de lisa.

Tras otras dos horas cambiando de ámbito y sin encontrar nunca un cardumen, llegamos a una costa de juncos sucedida por una gran calle de agua y otro juncal a 80 metros de la orilla. Allí se ancló el bote con Damario, Eyler y Pete López, mientras con Hernán y Jonathan arrimamos en tracker a la orilla y empezamos a caminar viendo bulos de lisas más o menos regulares.

El primero en cantar “¡lisa!” fue Jonathan, con un tremendo ejemplar de 2,5 kilos que varó con maestría entre los juncos para evitar que se fugara. Luego llegó mi turno y, finamente, el de Hernán, todos con ejemplares de más de kilo y medio y sin pasar los 2 kg. En tanto, en el bote, también empezó la fiesta y nuestros compañeros, guiados por Damario, clavaban ejemplares soberbios, que izaban con la ayuda de un copo.

El espécimen del día nuevamente se tentó en la línea de Jonathan, quien clavó un verdadero misil que nos obligó a hacer graciosas maniobras, pues la lisa era ingobernab­le y se nos venía encima a quienes vadeábamos cerca y debíamos esquivarla. Finalmente, el guía se lució con su monstruo de 3,5 kilos, un ejemplar soñado, de esos que hacen olvidar cualquier sacrificio. Tal es así que el bueno de Jonathan, atento a que ya tenía la “misión cumplida” y nos quedaba poca pancita de lisa, guardó su equipo y se dedicó a asistirnos a Hernán y a quien esto escribe en la captura de un par de piezas más.

Fueron en total 12 lisones entre los dos grupos de pescadores. Un buen anticipo de lo que será el cierre de temporada en un marzo muy prometedor. Doce recuerdos imborrable­s que nos invitan a ir por más. Sabiendo que lo que cuesta, vale.

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 ??  ?? En un equipo dividido en dos, Diego Eyler (pág. anterior) y Pete López lograron varias lisas de embarcados, mientras que en otro grupo, desde orilla y al vadeo, logramos menos pero mejores. En ambos casos, usamos línea chiripá.
En un equipo dividido en dos, Diego Eyler (pág. anterior) y Pete López lograron varias lisas de embarcados, mientras que en otro grupo, desde orilla y al vadeo, logramos menos pero mejores. En ambos casos, usamos línea chiripá.
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 ??  ?? Lisones, como éste de 3,5 kilos que luce el guía Jonathan Sarena, son algunos de los tesoros que encierra la cercana y rendidora laguna. La lisa, que entra por el Salado mediante el arroyo La Horqueta, encuentra buen alimento en sus aguas.
Lisones, como éste de 3,5 kilos que luce el guía Jonathan Sarena, son algunos de los tesoros que encierra la cercana y rendidora laguna. La lisa, que entra por el Salado mediante el arroyo La Horqueta, encuentra buen alimento en sus aguas.
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 ??  ?? Los “lisa masters” Hernán Fernández, de Rocker Kayaks (arriba derecha), y el guía local Jorge “Bigote” Damario (abajo izquierda), se lucieron en una jornada en la que los cebos fueron tomados también por otras especies.
Los “lisa masters” Hernán Fernández, de Rocker Kayaks (arriba derecha), y el guía local Jorge “Bigote” Damario (abajo izquierda), se lucieron en una jornada en la que los cebos fueron tomados también por otras especies.
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