Weekend

A dos cañas sin parar

Una variada de mar, embarcado en kayak, en plena costa del Mar Argentino. Se utilizaron carnada fresca y artificial­es.

- Marzo 2018 Textos y fotos: RODRIGO COBAS

Recibí la invitación de Daniel Muszalski para pescar en C a met Nor t e desde nuestros kayaks. Enseguida coordinamo­s para encontrarn­os a las 9 de la mañana, pero esa ansiedad que todos los pescadores tenemos hizo que ambos estuviéram­os expectante­s un rato antes. Llegamos con nuestros vehículos por la calle Libres del Sur a la costa escarpada de Camet, dejamos los autos en un estacionam­iento público a solo un par de pasos de la bajada a la playa, descargamo­s los kayaks y reunimos los equipos. Para esta pesca variada de mar usamos cañas de 15-30 lb, de 1,98 m de largo, tanto con reeles rotativos como frontales y nylon del 0,40 en una y multifilam­ento blue camo de 30 lb en la otra.

A mi me gusta pescar con líneas de variada de un anzuelo, brazolada de 50 cm de largo, de nylon del 0,80 mm y anzuelo entre 3/0 y 6/0. Como particular­idad, sustituyo el plomo de la línea con un jighead de 80 g, a la que le coloco un pulpito de goma. El jighead es un anzuelo con cabeza de plomo que viene en distintos tamaños, formas, colores y pesos.

Daniel prefirió usar una línea de dos anzuelos y ambos llevamos una caña para pescar con carnada y, en esta oportunida­d, utilizamos langostino­s, camarones y anchoas.

También llevamos una segunda caña para pescar con artificial­es. Usamos un sabiki (línea compuesta por una madre a la que se le agregan varios anzuelitos) entre números 12 y 14 pero, en vez de colocar un plomo en el final de la línea, le pusimos un jig de 40 g o más, dependiend­o de la correntada. Hay que tener en cuenta que el movimiento debe ser vertical. Si la correntada se lleva el aparejo, debemos cambiar por uno más pesado.

Pesca anclada

Con todo listo, los equipos perfectame­nte atados o bien dentro

del acceso interior del kayak, descendimo­s por los acantilado­s. Es una maniobra que hay que hacer entre dos personas, con cuidado de no patinar y caer por el salto, que tendría 1,50 m de altura.

Primero trasladamo­s la embarcació­n de Daniel. Al llegar al salto, él bajó primero y, desde abajo, fue recibiendo el kayak. A medida que yo lo soltaba de a poco desde arriba, Daniel guiaba la punta hasta apoyarla en el arena. Luego restaba bajar la segunda parte pero, con un punto apoyado, el peso era mucho menor. Repetimos la maniobra con el otro kayak y, una vez abajo, observamos por unos instantes la rompiente, esperando que pasara la serie de olas altas y así lanzarnos al mar ¡Adentro de una vez por todas!

Remamos un buen rato hasta un point en el que Daniel había estado pesca ndo hacía unos días. Serían unos 800 m en línea recta, donde dejamos caer el fondeo y constatamo­s que había 9 m de profundida­d con un suelo de arena. Para saber la profundida­d, tengo marcas en el cabo a cada metro y las voy contando a medida que el ancla baja.

También es importante llevar una buena cantidad de cabo. En este caso, usamos un ancla paragüita de 2,3 kg y con un metro de cadena; 25 m de cabo de 6 mm de espesor, más 3 m de cabo elástico del mismo grosor y una boya para indicar hacia qué lado estábamos fondeados. También sirve para soltarnos del fondeo y volver al mismo lugar sin necesidad de recoger.

Desde este lugar pudimos estar anclados los dos kayaks, conectados entre sí por un cabo elástico. Enseguida pusimos las líneas en las cañas, la carnada, y no fue más que tocar el fondo para comenzar a recibir los primeros piques. Al principio salieron corvinas chicas pero en mucha cantidad. Daniel obtuvo un par de dobletes. El pique estaba difícil, no tomaban firmemente y descarnaba­n bastante. No daban una segunda oportunida­d. Tuvimos que comenzar a atar la carnada con el hilo elástico.

Cambiando de aparejos

Me sorprendió un pique en par ticular, más aser r uchado que el de las corvinas. Había encarnado con una cola grande de langostino para ver si tentaba a un pez mayor. Fue una gran sorpresa cuando pude ver que era una brótola. Y no fue la única, también Dani sacó un par. Ya con el pique firme, decidimos armar el segundo equipo con el sabiki y el jig. Se puso más que entretenid­a la jornada.

El pique con carnada era instantáne­o aunque con artificial­es costaba un poco más. En muchas oportunida­des, dejando una caña apoyada mientras atendíamos la otra y con el simple movimiento que el kayak hacía al subir y bajar, los peces tomaban solos el artificial. Así apareció la primera pescadilla que sacó Daniel.

Tengo un pique, pego el cañazo pero lo pierdo y vuelvo a dejar la línea unos instantes más sobre el fondo. Sabía que era muy posible que no volviera a tener otro ataque porque había encarnado con langostino y no lo había atado. Pero el arrebato fue instantáne­o. Volví a cañar ¡y esta vez lo tenía bien firme! Luego de una linda pelea, tuve la gratifican­te sorpresa de ver que era un gatuzo. Y no había tomado la carnada, el anzuelo estaba pelado. Se había prendido del jighead con el pulpito. De esta manera, maximizand­o el plomo de la línea con este jighead, también pude capturar una linda corvina rubia.

El mejor momento

En un momento nos encontramo­s complicado­s, no sabíamos qué caña atender primero. Es que, realmente, cuando el pi- que está tan activo, lo mejor es dejar una caña de lado y seguir pescando con una sola. Pero la ilusión de sacar algo grande con carnada o la posibilida­d de capturar otras especies cazadoras con los jigs, no nos dejaban tomar la decisión de descartar uno de los dos equipos.

En un momento, tuve una llevada violenta con una caña, un pique en la otra y escuché la estrella de Daniel que chillaba sin parar. Estábamos en el mejor momento de la jornada: ¡pescadilla­s, brótolas, gatuzos y cor vinas nos hicieron vivir un pescón terrible! Las horas se nos pasaron volando y ya era momento de volver.

Así como la ansiedad nos hizo encontrarn­os una hora antes de lo previsto, la emoción de la pesca nos demoró una más de lo planeado. Guardamos los equipos, aseguramos bien todo en los kayaks, levantamos el fondeo y volvimos remando lentamente, viento en contra, reservando nuestras energías para salir a toda velocidad una vez que llegáramos a la rompiente. Buena tarde para disfrutar de las playas cercanas a Santa Clara del Mar.

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 ??  ?? Izquierda: Daniel con un buen ejemplar de brótola, muy codiciado por su carne blanca. Arriba: inquieto gatuzo pescado con artificial de jighead más pulpito, luego devuelto al mar.
Izquierda: Daniel con un buen ejemplar de brótola, muy codiciado por su carne blanca. Arriba: inquieto gatuzo pescado con artificial de jighead más pulpito, luego devuelto al mar.
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 ??  ?? Corvina capturada con jig de 40 g. Para pescar esta especie hay que trabajar el jig repicando el fondo. Es importante cuidar las manos usando guantes, pues el contacto continuo con el agua ablanda la piel y los peces la lastiman.
Corvina capturada con jig de 40 g. Para pescar esta especie hay que trabajar el jig repicando el fondo. Es importante cuidar las manos usando guantes, pues el contacto continuo con el agua ablanda la piel y los peces la lastiman.
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 ??  ?? Las brótolas prefiriero­n langostino­s y camarones como engaño, y siempre tomaron bien de fondo.
Las brótolas prefiriero­n langostino­s y camarones como engaño, y siempre tomaron bien de fondo.
 ??  ?? El sabiki combinado con un jig es un tándem letal para la pesca de variada de mar. Derecha: frenesí de ariada, gatuzo y corvina.
El sabiki combinado con un jig es un tándem letal para la pesca de variada de mar. Derecha: frenesí de ariada, gatuzo y corvina.

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