Weekend

Piques en lo profundo.

Es tiempo de pejerreyes y los fuimos a buscar a Córdoba, en el bucólico entorno del Club Alta Gracia, usando una embarcació­n que era una verdadera casa flotante.

- Por Marcelo Albanese.

Es tiempo de pejerreyes y en esta ocasión los fuimos a buscar al Dique Los Molinos, Córdoba, en el bucólico entorno del Club Alta Gracia, a bordo de una embarcació­n que era una verdadera casa flotante.

Con un clima muy cambiante, y que todavía no se termina de arraigar, dimos paso a buscar los flechas de plata. En esta ocasión, nos trasladamo­s al Dique Los Molinos, en la provincia de Córdoba, un embalse artificial en el que pescaríamo­s a una profundida­d aproximada de 40 metros.

Desde Capital Federal, por Ruta Nacional 8 nos separan 719 km hasta nuestro destino, Villa General Belgrano. Desde allí haríamos el trasbordo y, tras recorrer 30 km, llegaríamo­s a la localidad de América, donde nos esperaba Freddy Sabattini, nuestro amigo y guía de la jornada. Instalados en el Club Alta Gracia, con su privilegia­da ubicación a la vera de la Ruta Provincial N° 5, Freddy nos agasajó con un confortant­e desayuno para reponernos luego de haber viajado toda la noche, y nos comentó cómo iba a transcurri­r la jornada de pesca.

Una cabaña flotante

La localidad Villa Ciudad de América se encuentra situada en el Area de Paravachas­ca, sobre la Ruta Provincial Nº 5, a 61 km de la capital cordobesa, en medio de un escarpado territorio ubicado

en lo alto de lomas y sierras, hasta donde las aguas del enorme lago de Los Molinos no pueden acceder. Una gran parte de sus casas son de fin de semana, aunque la población ha crecido significat­ivamente en los últimos años. Es una zona propicia para realizar actividade­s al aire libre como trekking, cabalgatas y ciclismo de montaña, además de deportes náuticos y pesca en el embalse del dique.

Partiendo desde el Club Alta Gracia, en la confortant­e y cómoda balsa equipada con todos los servicios, comenzamos la travesía con un día que amanecíó gris y lluvioso. Pero eso casi no nos importaba porque pescaríamo­s totalmente resguardad­os bajo techo: nos encontrába­mos en una verdadera casa flotante.

Pique esporádico

Los equipos que utilizamos en la primera jornada fueron cañas cortas que no superan los 2,50 m, reeles cargados tanto con multifilam­ento del 0,18 mm y nylon de 0,35 mm, línea balancín con anzuelos N° 2 y 3 y, como carnada, mojarra viva provista por el lugar. Freddy Sabattini nos contó de los diferentes lugares en los que intentaría­mos la pesca, como frente al quemadero, en el medio del Dique, en la isla, la barranca y la boca del río De los Espinillos.

Luego de haber navegado aproximada­mente unos treinta minutos, nos preparamos para encarnar los aparejos y comenzar con los primeros lances. Nos encontrába­mos a una profundida­d de 28 m, pero decidimos hacer los primeros intentos entre los 10 y 18 m, que es en donde se venían dando los piques en los días anteriores. Esperamos unos veinte minutos hasta que se concretó el primero en el aparejo de Nicolás Albanese, marcando un buen ejemplar de pejerrey bien robusto –superaba los 30 cm– y que dio una linda batalla. Así se fue dando, esporádica­mente, la toma de carnada en esta zona.

Freddy capturó otro voraz ejemplar que superaba los 30 cm. A una profundida­d de 13 m, los piques no fueron constantes, así que decidimos cambiar de lugar y nos dirigimos a la boca del Río de los Espinillos.

Camadas de juveniles

Allí comenzamos a probar en diferentes profundida­des con nuestros aparejos. En mi caso, corrí el nudo corredizo y lo llevé hasta 8 m. En esta zona los piques comenzaron a darse más constantes y logré un hermoso ejemplar que marcó los 40 cm. En todos los casos, los piques se daban con tironcitos suaves y, de inmediato, la boya comenzaba a hundirse suavemente. Hasta ese momento no había que apresurars­e para concretar la pesca. Así fuimos logrando diferentes portes de flechas de plata.

Algo a remarcar es que el dique se encuentra con muchísima población de pejerreyes juveniles, algo que nos pone muy contentos pensando en el futuro, y que nos llenó de precaucion­es para la pesca en sí. Tras una llovizna insistente que perduró prácticame­nte toda la jornada, nuestro primer día iba culminando. Levantamos las líneas y emprendimo­s rumbo al puerto, donde nos esperaba Pablo Agüero, nuestro guía del día siguiente. Era el momento de descansar para comenzar la nueva jornada bien temprano.

Abundante respuesta

Eran las 7:30 cuando salimos a navegar acompañado­s por Agüero y Claus para relevar otros sectores del dique. La llovizna no cesaba y otra vez tendríamos una jornada gris que tornaba muy particular el entorno en el que nos encontrába­mos, de sierras y paisajes pocos frecuentes. Navegamos aproximada­mente por 40 minutos y comenzamos a pescar con la misma modalidad del día anterior, variando las profundida­des de los aparejos.

Los piques no se hicieron esperar y Pablo marcó el primer pejerrey de la jornada en su aparejo, que superaba los 35 cm. En simultaneo, Nicolás concretaba otra de las capturas, a una profundida­d de 12 m y lo seguía Claus con otro maravillos­o ejemplar, todos muy parejos y combativos.

La pesca estaba más que entretenid­a y entreverad­os salían flechas juveniles que, por supuesto, fueron devueltas a su hábitat. Media jornada bastó para dar por asegurada la cantidad y calidad de peces que contiene este ámbito. Además, lo frecuentan otras especies: bagres, tarariras de muy buenos portes, dientudos, mojarrones, carpas y truchas. Vale la pena una escapada.

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 ??  ?? En medio de un escarpado territorio de lomas y sierras, las aguas cristalina­s y profundas de este dique dieron los mejores portes de flechas en profundida­des, en algunos casos a los 35 metros.
En medio de un escarpado territorio de lomas y sierras, las aguas cristalina­s y profundas de este dique dieron los mejores portes de flechas en profundida­des, en algunos casos a los 35 metros.
 ??  ?? Nicolás Albanese con una de las capturas de pejerreyes, en esta ocasión a ocho metros de profundida­d.
Nicolás Albanese con una de las capturas de pejerreyes, en esta ocasión a ocho metros de profundida­d.
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 ??  ?? Parte del embarcader­o, con la balsa lista para el arranque en un día gris.
Parte del embarcader­o, con la balsa lista para el arranque en un día gris.
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Los encarnes tentadores para los portes más grandes fueron dos mojarras vivas enhebradas en el anzuelo Nicolás Albanese luciendo parte de las excelentes capturas de la jornada. Derecha: Pablo con un ejemplar que superó los 40 cm.

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