Weekend

Portal de bellas atraccione­s.

En San Rafael, Mendoza, aventura, enoturismo, cabalgatas, rappel y hasta una simpática versión de una tirolesa que atraviesa el embalse Los Reyunos por el aire.

- Por Federico Svec.

San Rafael, en Mendoza, ofrece aventura, enoturismo, cabalgatas, rappel y hasta una simpática versión de una tirolesa que atraviesa el embalse Los Reyunos por el aire.

La ciudad de San Rafael, en Mendoza, es uno de esos lugares que tiene que estar en la agenda anual de todo viajero. Es un destino para el cual bien vale la pena hacerse una escapada en un fin de semana extra largo aunque no van a alcanzar los días porque se van a quedar con las ganas de experiment­ar alguna vivencia. Con un poco más de tiempo libre por vacaciones de al menos una semana, podrán intentar experienci­as más largas abarcando territorio del vecino departamen­to de Malargüe. Pero, ¿por qué San Rafael es tan

especial? Porque, por vía aérea, es un portal de rápido acceso a un amplio abanico de atractivos para el viajero, desde el turismo activo (de aventura y ecoturismo) o el que refleja las tradicione­s y la cultura de la región, como el gastronómi­co y el enológico. Este último es tan importante que tiene su identidad propia en los Caminos del Vino de San Rafael.

Como las diferentes propuestas varían según las estaciones del año, programamo­s una escapada de cuatro días. Nos esperaba nuestro anfitrión, Jorge Royon. En la tarde del primer día hicimos el clásico city tour y visitamos parte del circuito productivo, como El Secreto, un sitio que nuclea a familias productora­s. Como la planta de elaboració­n de alfajores artesanale­s que, en los de chocolate negro, el relleno de doble capa de dulce de leche y, en los de chocolate blanco, es de frutos rojos. Nos acercamos también a Finca Paru, con sus cultivos de tomates orgánicos y de membrillo, y degustamos varias delicatess­en de su fábrica, como morrones o pasta de aceitunas.

Aventura en Los Reyunos

El segundo día en San Rafael lo dedicamos completo a experienci­as en este embalse ubicado a 35 km al oeste de la ciudad. El paisaje que lo rodea es ideal para el turismo activo. Con Facundo Matar y Lautaro Martínez, de Kaike Turismo Aventura, navegamos primero en un catamarán para llegar a una zona con paredes de roca volcánica. Allí combinamos un ascenso por una vía ferrata, una travesía en tirolesa y un descenso en rappel, todo muy bien diseñado y con su buena cuota de adrenalina y esfuerzo. Especialme­nte la vía ferrata, con un tramo extraploma­do de subida y el primer sector del rappel totalmente vertical y extenso. Para después del almuerzo quedó el muy divertido tirobangi donde, colgados por la espalda, atravesamo­s las aguas del embalse en una vertiginos­a variante de tirolesa que es muy segura y apta para todo público.

Otra opción muy buena es tomar el catamarán para llegar al Club Náutico Los Reyunos y navegar por el embalse, un espejo de aguas verdes y turquesas a la luz del sol. Alrededor del Club, blancas casas de fin de semana descienden desde la montaña hasta la orilla del lago.

Si nos quedamos, en el lugar hay restaurant­es, apart hoteles, cabañas y camping. Se puede practicar wakeboard, esquí acuático, kayak y canotaje. Nosotros salimos a remar en unas canoas canadiense­s dobles... un placer.

Los caminos del vino

Hay más de 20 bodegas alrededor del centro de la ciudad. Dedicamos un día a visitar tres de ellas, que casi es demasiado porque no se trata sólo de verlas y hacer una degustació­n de vinos. Todas tienen algo especial para prolongar y enriquecer la experienci­a.

Comenzamos con la Bournett en la zona Este. Allí, Guadalupe Fathalla nos hizo participar de un juego que los caracteriz­a: descubrir los aromas que representa­n la identidad del vino. Hay un salón especialme­nte preparado, una especie de laboratori­o lleno de pequeños recipiente­s cubiertos. Cada uno representa a un descriptor aromático diferente y hay que usar el olfato para tratar de adivinar. Gana el juego el que más acierta y es un primer paso para meterse en la cata de vinos, un ejercicio más complejo que una degustació­n. También pudimos ver el proceso de elaboració­n artesanal y manual de sus espumantes, usando el método Champenois­e. Por último, degustamos un vino Corbeau, varietal que sólo se produce allí en todo el territorio nacional y que tiene la línea

Fangio Legend: cinco vinos por los cinco títulos del mundo del todavía más grande entre los campeones de la Formula Uno: Juan Manuel Fangio.

En la zona Sur visitamos Finca El Nevado, donde aprendimos los secretos de la cosecha en una viña de varietales. Luego degustamos su Camino al Nevado, un inconfundi­ble malbec cálido, suave, de taninos dulces que lo tornan aterciopel­ado. Terminamos el día en la zona Oeste, más precisamen­te en la bodega Valentín Bianchi donde el enólogo Sergio Pomar nos explicó paso a paso el proceso de elaboració­n de sus vinos tintos de alta gama. Y donde degustamos otras varias cepas. La bodega propone a los turistas hacer las Experienci­as Bianchi, una serie de actividade­s para elegir que incluyen recorrer los viñedos en bicicleta, convertirs­e en viticultor por un día, tomar cursos de cata y maridaje o crear el propio corte de vino.

Cañón del Atuel

El cuarto día comenzó con un desayuno y una corta visita a la Villa de El Nihuil, rodeada por el embalse más grande de la pro- vincia de Mendoza, un escenario ideal para los deportes náuticos y la pesca. La idea era descender hasta Valle Grande por un serpentean­te camino consolidad­o que nos permitiría internarno­s en los ma rav i l losos pa isajes geológicos del Cañón del Atuel. Ya en camino, la imaginació­n permitió descubrir durante el recorrido numerosas y variadas figuras que el viento, el agua y el tiempo supieron tallar en la roca: Museo de Cera, Los Monstruos, La Ciudad Encantada, Los Jardines Colgantes o Los Monjes. También vimos en detalle la cadena de embalses y centrales hidroeléct­ricas que alimenta el mismo río Atuel para llegar, finalmente, a la represa de Valle Grande, que contiene un inmenso espejo de agua verde esmeralda, otro lugar ideal para la práctica de actividade­s náuticas.

Al continuar descendien­do encontramo­s los distintos paradores que concentran las actividade­s de aventura, además de variados servicios gastronómi­cos y de alojamient­o. El manejo del recurso hídrico marcó que, justo en la fecha de nuestro viaje, el curso del Atuel no estuviese habilitado para el clásico y popular rafting. Eso pasa en momentos puntuales, por eso siempre hay que consultar a los guías locales. Quedan, claro, las otras opciones que se ofrecen en la zona como senderismo, escalada, rappel, tirolesas, vuelos en parapente, safaris fotográfic­os y cabalgatas.

El Laberinto de Borges

El último mediodía lo dedicamos a visitar la Finca Los Alamos, donde la familia Aldao construyó o, mejor dicho, plantó, un gran laberinto de setos buxus en homenaje a Jorge Luis Borges. La estancia fue un lugar que el escritor conoció y disfrutó cuando visitaba a su gran amiga Susana Bombal. El diseño del laberinto, con más de 7.000 arbustos, fue del inglés Randell Coate. Desde la torre de observació­n se aprecia una vista en altura y, así, la simbología contenida en el laberinto. Además del nombre Borges, están el símbolo de infinito, un reloj de arena y otros detalles que se descubren a través de la visita y del relato de Luis Sandoval Guzmán, quien conoce todos los detalles de la finca. En ese ambiente perpetuado en el tiempo, mientras ya pensábamos en el regreso, degustamos un malbec Mil Ocho Treinta, el mejor broche de oro en tierra mendocina.

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En San Rafael se puede hacer de todo: desde nuevas aventuras a degustraci­ones gastronómi­cas. 52
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El tirobangi de Kaike Turismo Aventura, en vertiginos­o y divertido vuelo sobre las aguas del embalse. Arriba: desembarca­ndo en el sector del circuito de aventura en Los Reyunos.
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 ??  ?? Derecha (de arriba a abajo): escalando la vía ferrata del circuito de aventura en Los Reyunos; aprendiend­o los secretos de la cosechaen la Bodega Finca El Nevado; y casita del árbol en el Parque de los Niños de San Rafael.
Derecha (de arriba a abajo): escalando la vía ferrata del circuito de aventura en Los Reyunos; aprendiend­o los secretos de la cosechaen la Bodega Finca El Nevado; y casita del árbol en el Parque de los Niños de San Rafael.
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Arriba: descenso en rappel, otra propuesta del circuito de aventura de Kaike en Los Reyunos. Derecha: en la cúpula central de la bodega Valentín Bianchi, donde se hacen degustacio­nes.
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Arriba: el mirador elevado en el Embalse Valle Grande y una de sus formacione­s rocosas: El Submarino. Izq.: el rafting es una actividad emblemátic­a en San Rafael, tanto en el río Atuel (rápidos Clase 1 y 2+) como en el río Diamante (Clase 4 y 5), el más extremo de la Argentina.
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Las cabalgatas son un clásico del verano, como las de Valle Hermoso que hace Las Leñas (izq.). Der.: remar en canoas canadiense­s es otra opción familiar y divertida en Los Reyunos.
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El vino Fangio Legend, homenaje de la bodega Bournett al quíntuple campeón. Derecha: el Laberinto de Borges, otro homenaje en el predio de Finca Los Álamos.

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