Weekend

Neuquén agreste.

Desde el río Barrancas hasta la laguna Varvarco Campos, una travesía por lugares inhóspitos que incluyó rotura de cubiertas y vadeo de espejos de agua.

- Lusianzoff. Por Marcelo

Desde el río Barrancas hasta la laguna Varvarco Campos, una travesía por el circuito Cochicó: lugares inhóspitos que incluyeron rotura de cubiertas y vadeo de espejos de agua.

La Ruta 40 atraviesa el río Barrancas e ingresa a la prov incia del Neuquén. Atrás dejábamos Mendoza y Malargüe, que nos dieron cobijo durante la noche.noche Deba-Debajo del puente, las aguas corren presurosas. La comunidad de Barrancas está en paz. Pasamos bordeándol­a, intentando no despertarl­a de su letargo matinal. Tras una gran curva en subida hacia la derecha, a pocos centenares­centenares de metros, una señal indica el desvío para tomar la RP 53. Dejamos el asfalto: es el turno del camino consolidad­o. Un gran cartel nos certifica que comienza el Circuito CochicóCoc­hicó, que llevaría nuestra caravana por huellas muy poco concurrida­s hasta las lagunas Varvarco.

K ilómetros más adelante, y todavía sobre un buen piso, una pequeña laguna de aguas mansas y espejadas se perfila a nuestra izquierda: es la Vatra Lauquen (del mapudungún: laguna de las totoras). Al fondo se advierte el típico casco de una estancia sureña: un verdadero paisaje bucólicobu­cólico, cuyo detalle de belleza es sólo un adelanto de lo que este recorrido nos depararía. Avanzamos pasando por delante de distintos puestos, nos acercamos a una quebrada y descendimo­s en zig-zag hasta su fondo: el cauce del río Huara

Có, para volver a subir por la pared opuesta. Una vez arriba, el camino sigue por la cresta de los cerros, otro zig-zag en largo descenso y un viejo puente de hierro que nos permite superar el cau-cauce del río Chadileu. Una cuesta más, su bajada y alcanzamos el cauce de del río Barrancas, que iremos acompañand­o en su derrotero por varias decenas de kilómetros, sumergidos entre las altas paredes que lo enmarcan.

Una delgadelga­da cascada sorprended­e al caer comoc una fina lluvia desde lo altoalt del farallón, es uno de sus afafluente­s.lue Los colores que se suceden en los murallones de rocas van mutandom el paisaje metro a metro. El cauce repentinam­ente se estrecha, el susurro de una caída de agua se escucha al bajar las ventanilla­s y, un poco más adelante, la panorámica vista se abre. A la izquierda, el alto farallón y un filo por el que discurre la huella. A la derecha, un lago y, al fondo, sus curvas que brillan bajo el sol semejando gigantesca­s serpientes metálicas que fluyen lentamente para hundirse bajo las aguas más profundas. Es la laguna Cari Lauquen (del mapudungún: laguna negra), de 5 km de longitud. Hace poco más de 100 años, su profundida­d era de al menos 90 m por encima de la actual. La fina marca de su nivel original

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Izq.: los integrante­s de la travesía posan felices al final del recorrido, con la laguna Varvarco Tapia detrás. Abajo: el convoy levantando una nube polvorient­a desciende hacia la quebrada del río Huara Có.

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