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Argentina bajo tierra

Junto al Paraná, cercanas a la cordillera en Mendoza y Río Negro, en la serranía cordobesa y en Santa Cruz se encuentran las mejores cuevas.

- Textos y fotos: PABLO DONADIO. Fotos: P.D. y CLARA MARTINEZ

Don Cortéz me mira como si el raro fuese yo. Detrás de él, el Payún Liso se agiganta como esos volcanes de Hawai que aterran con sus calderas de fuego. Salvo que en este desierto mendocino donde los vientos modelan las figuras y las formas, todo el cielo es diáfano y su azul. Apoyado en la pirca, el hombre ahuyenta a los perros y señala con el machete con que amenaza a los pumas que quieren comer sus cabras: “¿Así que vino a ver cuevas? Yo tengo una acá mismo”, se jacta y desaparece en el hueco. Es un veranador al revés: montaña abajo, sin verdes ni ríos, bajo un alero de dos metros cuadrados en plena reserva de La Payunia. “Vea: acá cuido mis animales, hago mi mate, duermo. Escriba sobre esto”.

De esa singular Mendoza al Paraná bonaerense, pasando por Río Negro, Córdoba y Santa Cruz, la espeleolog­ía atesora sus sorpresas en las entrañas de la tierra para quien sepa escarbar.

“El espeleotur­ismo en la Argentina no está desarrolla­do seriamente como en otros países cercanos, por ejemplo Brasil. Estamos intentando cambiar eso”, señala Carlos Benedetto, presidente de la Federación Argentina de Espeleolog­ía (FAdE), promotora del ambicioso Parque Espeleológ­ico Poti Malal-Portezuelo del Viento

(Mendoza) que ya relevó una veintena de cuevas que aún podrían duplicarse o triplicars­e. El lugar promete: a la San Agustín y tres de sus lagos se suma Miranda, atravesada por un río subterráne­o; o Federación y Los Cangrejos con rincones; o Doña Palmira y un laguito acorde a su pequeñez. También directivo de la federación, Fernando Castro reconstruy­e en el proyecto las historias de su abuelo, lugareño al que se honra con el nombre la caverna más importante descubiert­a en 1997, inicio de este camino.

“La idea es crear un área que facilite emprendimi­entos controlado­s socialment­e por puesteros con el criterio de co-manejo y gobernanza: los pueblos originario­s han sido excluidos del manejo de las Áreas Naturales Protegidas en Mendoza y Neuquén, las provincias más importante­s en el tema y, como señala el filósofo y antropólog­o Rodolfo Kusch, tienen un rol muy importante en la visión indígena del mundo”, argumenta sin dejar de subrayar diferencia­s sobre el “pobre control de seguridad y cuidado del medioambie­nte” de las cavernas turísticas. Aún no hay fecha de apertura ya que falta relevar más sitios, hacer el trabajo social con los pobladores, presentar el estudio de impacto ambiental… pero el entusiasmo es grande.

Un clásico mendocino

Ubicada en Malargüe, al suroeste de Mendoza, la caverna de Las Brujas es la cueva más famosa del país, con cerca de 10 mil visitas anuales. En cada una de las salas del cerro Moncol, a 1.830 msnm, se enciende un mundo subterráne­o con curiosas estalactit­as

(picos goteantes), estalagmit­as (picos elevados por el goteo), columnas, velos de d iversas formas y otras formacione­s que simulan corales blancos, amarillos y pardos en rocas calizas de origen marino. Un sendero de interpreta­ción de fauna y flora nativa de 306 metros muestra la diversidad biológica de los alrededore­s, aunque la sala de La Virgen, Las Flores, la Gatera y el Salón de los Encuentros son el atractivo centra l. El resto, más profundo y espectacul­ar, fue cer rado pa ra su estudio. Visitas desde Turismo Malargüe: www.malargue.tur.ar/ Tel.: (0260) 4470096. Adultos, $ 410; menores, $ 245.

Cerca de Bariloche

En pleno Dina Huapi, al límite entre Río Negro y Neuquén, las Cavernas del Viejo Volcán (www.cerroleone­s.com.ar, Tel.: (0294) 4468200) invitan a desandar el cerro Leones por dentro. Viejo refugio de tehuelches, el lugar sigue cautivando con sus túneles estrechos y lagunas subterráne­as. “¿El nombre de esta ladera? Sí, se llama Curva de la última suegra viva”, dice Miguel, historiado­r de alma y uno de los simpáticos conductore­s del complejo que realiza visitas grupales (dos horas $ 495 adultos y $ 245 menores).

“Cada cueva tiene su magia. Una de ellas posee un túnel hasta un pequeño lago subterráne­o, un verdadero manantial”, amplía Sandra, concesiona­ria y alma mater del proyecto. Puentes y pasarelas siguen hacia las cárcavas a un lado, con Bariloche, el lago y las montañas al otro. La recorrida aporta datos geográfico­s, zoológicos, botánicos y, desde luego, culturales. Al final, un restaurant­e premia a los caminantes con un delicioso menú invernal.

Bajo las sierras

Córdoba es fuerte en el rubro, sobre el Valle de Punilla. Las Cuevas de Ongamira, una serie de aleros y grutas a 1.500 msnm cercanas a Capilla del Monte y declaradas una de las Siete Maravillas Naturales de la provincia, son el gran imán. Sus recor r idos i nt r i nc ados ascienden y descienden entre paredones de piedras rojizas, hasta llegar a una cima donde los guías relatan el trágico final de estos comechingo­nes que, arrinconad­os por los españoles, se arrojaron al vacío para no ser esclavizad­os. La visita dura dos

horas de caminata y contemplac­ión, y en el llano está el puesto de los dueños para tomar algo.

En el mismo valle, cerca de Pampa de Olaen, se encuentran las espectacul­ares cavernas El Sauce (w w w.cavernasel­sauce. com.ar, Tel.: (03548) 15632052), descubiert­as medio siglo atrás por trabajador­es de una cantera. Sus grietas angostas, frías y oscuras descienden alrededor de 50 metros durante un kilómetro, hasta rincones donde afloran cientos de estalactit­as. Los dueños de la estancia organizan visitas y proveen del equipo adecuado para el descenso. Sólo hay que atravesar La Falda, Colonia de los Cerveceros y Bochón de Piedras Grandes para iniciar la aventura.

En la Patagonia

Ya en Santa Cruz, dos sitios con cavernas se han tornado célebres para el turismo. Uno de ellos, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuenta con los yacimiento­s de arte rupestre más importante­s de toda América: la Cuevas de las Manos (www. cuevadelas­manos.org).

Ubicada al noroeste, sobre el profundo cañadón del río Pinturas, sus paredes conservan miles de pictografí­as realizadas hace más de 9.300 años, la mayoría bajo la técnica de apoyar las manos sobre las piedras y luego cubrirlas de pintura, por lo que las pictografí­as se visualizan como si se tratara de un negativo. Estas manos, mezcladas de tanto en tanto con figuras de guanacos y choíques perseguido­s por cazadores, pueden verse a lo largo de un frente de 600 metros sobre un alero en la margen derecha del cañadón. Acompañado­s siempre por un guía, grupos de 20 pasajeros recorren de 10 a 18 ese frente con un costo de $ 100.

En la misma provincia pero ya sobre el mar, Puerto Deseado (www.turismo.deseado.gob.ar) invita a un circuito de siete cuevas naturales de origen volcánico y 150 millones de años de antigüedad. Durante el recorrido se combina trekking y espeleolog ía , por ejemplo en la Cueva del Indio, y frente al mar la Cueva de los Leones y Punta Cavendish, punto panorámico donde observar la entrada de la Ría Deseado.

Sobre el Paraná

Buenos Aires tiene sus cuevas, y no hablamos de finanzas. Saben los pescadores que las barrancas del Paraná cuentan con tantos túneles horizontal­es como misterios. La Salamanca, en San Pedro (www.sanpedro.tur.ar) es famosa con sus seis metros de altura y unos 50 de profundida­d, acosada a menudo por el río, por lo que no es posible visitar esta ni ninguna otra cueva sin previa autorizaci­ón y guiado. Otras poseen galerías con bifurcacio­nes y varias cámaras, como en Los Lechuzones o Del Tigre en el partido de Ramallo (Tel.: (03407) 422412), y Los Murciélago­s en Vuelta de Obligado.

“En paredes y techo se observan numerosas estriacion­es y proyeccion­es que simulan diminutas estalactit­as, originadas por el vapor de la humedad exterior que se condensa en las paredes a causa del frío interior”, cuenta el trabajo de los académicos Damián Voglino y Enrique Lipps. Ricas en fauna local, los autores señalan que “se destaca su influencia sobre los habitantes de la costa y poblacione­s cercanas, al enriquecer el imaginario regional y originar numerosas leyendas populares”.

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 ??  ?? El grupo, comandado por Miguel, entra a la cueva central del Cerro Leones (Río Negro). Arriba: una cámara documenta el descenso en la Caverna de Las Brujas (Mendoza). Derecha: la vista desde el alero de las Cuevas de Ongamira (Córdoba) y las Cuevas de las Manos (Santa Cruz).
El grupo, comandado por Miguel, entra a la cueva central del Cerro Leones (Río Negro). Arriba: una cámara documenta el descenso en la Caverna de Las Brujas (Mendoza). Derecha: la vista desde el alero de las Cuevas de Ongamira (Córdoba) y las Cuevas de las Manos (Santa Cruz).
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Arr. izq.: los visitantes caminan sobre el cerro Moncol hasta la entrada de Las Bujas. Al lado, la amplia pasarela de la Cueva de las Manos. Ab.: la boca de la Cueva de Los Leones, en Puerto Deseado, y el interior de las Cavernas del viejo Volcán en Dina Huapi. Der.: la entrada a una de las cuevas del Paraná en Vuelta de Obligado.
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Arriba y al costado, tres imágenes de la Caverna de las Brujas: sus velos dorados, una gran estalagmit­a sobre el piso y la panorámica del valle desde la entrada. Der.: una arcada en la caminata hacia el Cerro Leones.
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