Weekend

Una mirada desde las alturas

Una región bonaerense con tradición turística y variados atractivos, que ha renovado su oferta hotelera y gastronómi­ca.

- Textos y fotos: ALEJANDRO FISCHER

Todo gira en torno de un hueco, un agujero, como si fuera un gran ojo desde donde se puede ver el paisaje hasta donde a lca n za la v ist a. Como si fuera un gigantesco mangrullo. Y esa es la gran ventana a la cual todos los visitantes quieren llegar y asomarse.

Es la gran abertura que le da nombre y sentido a toda una región, antes habitada por indios y gauchos y hoy por turistas que llegan de distintos puntos del país. Para los aborígenes era casuhati (el mirador), una apertura que mide cerca de 8 m de alto por 5 de ancho y casi 10 de profundida­d y que, según los expertos, se habría formado al derrumbars­e, por la acción erosiva del agua y del viento durante miles de años, la pared del fondo de una gruta en la cumbre del actual cerro Ventana.

La formación rocosa es parte del sistema de Ventania, el conjunto montañoso más alto de Buenos Aires, con el cerro Tres Picos como el más elevado de la provincia, con 1.239 metros.

Esta formación se encuentra dentro del parque provincial Ernesto Tornquist, un área protegida de unas 6.000 ha que ofrece avistaje de flora y fauna pequeña muy variada. Pero también se pueden realizar caminatas con distintos niveles de exigencia. Las más requeridas son llegar hasta la apertura emblemátic­a del lugar (unos 7 km en ascenso que demanda 5 o 6 horas) o la cascada Garganta Olvidada (unos 12 km más planos que insume cerca de 5 horas). En verano, Los Piletones, una olla natural, permite un chapuzón refrescant­e. Todos estos recorridos se hacen con guías en grupos de hasta 20 personas. También hay senderos autoguiado­s libres.

Atractivo fotográfic­o

Como sucedió con muchos pueblos del interior del país, el ferrocarri­l fue fundamenta­l para el desarrollo poblaciona­l. En ese caso, hacia 1903, una gran

porción de tierras, entonces en manos de Dietrich Daniel Meyer, fueron vendidas al Ferrocarri­l del Sud para el tendido de la línea Constituci­ón-Bahía Blanca. Así se estableció la estación Sierra de la Ventana y poco antes la estación Sauce Grande. Hoy, la vieja estación, sus puentes de acero remachado y la vía única elevada son un notable atractivo fotográfic­o.

Si bien genéricame­nte la zona es conocida como Sierra de la Ventana –dentro del municipio de Tornquist–, en los últimos años las actividade­s turísticas se han extendido a lo largo de las rutas 72 y 76 hacia San Andrés de la Sierra, Saldungara­y, Villa

Ventana y La Gruta. La mayor cantidad de turistas llegan desde Capital Federal, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, con una afluencia de unos 600.000 visitantes anuales que pasan entre cuatro y cinco días, en general fines de semana largos.

Este movimiento provocó un aumento de todos los servicios dedicados al turismo, empezando por el crecimient­o de la oferta hotelera que hoy llega a unas 7.500 plazas, con abundancia de complejos de cabañas para grupos familiares con todos los servicios y comodidade­s de hoteles de 4 y 5 estrellas, incluido Wi-Fi, ubicados en zonas frente al cordón serrano.

Si bien los hospedajes están alejados del bullicio, al mismo tiempo en pocos minutos se accede en auto o micro a las atraccione­s turísticas que se disfrutan dentro de un marco natural.

Múltiples actividade­s

Cabalgatas de diferente duración, grado de dificultad y recorrido. La más emblemátic­a es Sierras de la Ventana y pinturas rupestres. Dura de unas 4 horas. Luego de la primera hora, el paseo lleva a internarse detrás de paredones que resguardan una pequeña cueva tapizada de helechos y vestigios de civilizaci­ones pasadas. También se pueden encarar travesías a pie o en bicicleta, sin horario, es un lugar donde lo que sobra es el tiempo.

Para los que prefieren los caballos mecánicos, desde Villa Ventana parten excursione­s en 4x4 hacia el interior de la estancia Las Vertientes. La experienci­a mete a los visitantes en un recorrido de manejo muy técnico, entre piedras y cruce de arroyos, con el objetivo de llegar lo más alto que permitan el camino y meteorológ­icas. Si uno se queda quieto en determinad­os lugares se pueden ver ñandúes, zorros, ciervos y muchas aves.

Otra de las ofertas que tuvo un notable crecimient­o en cantidad y calidad es la gastronómi­ca. Si bien hay propuestas para todos los gustos, prima el sabor a comida recién hecha y con productos naturales. Por ejemplo las carnes a la parrilla en Puesta del Sol; las copas de frutos rojos de Dionisio; las pastas de El Mirador; la gran fuente con sopa libre o el carrito de postres en La Península; la omelette de verdura en Agua Pampas; y las degustacio­nes de vinos con empanadas de vegetales en la Bodega de Saldungara­y, con viñedo incluido, en lo que era un viejo silo.

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 ??  ?? El emblema de la región: el curioso agujero en la punta del cerro Ventana, origen del nombre y de la actividad turística. Las excursione­s pueden ser a caballo, las hay para todos los niveles y exigencias, o en vehículos 4x4 que atraviesan la estancia Las Vertientes.
El emblema de la región: el curioso agujero en la punta del cerro Ventana, origen del nombre y de la actividad turística. Las excursione­s pueden ser a caballo, las hay para todos los niveles y exigencias, o en vehículos 4x4 que atraviesan la estancia Las Vertientes.
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 ??  ?? El impresiona­nte pórtico del cementerio de Saldungara­y, obra del ingeniero Salamone. Recorrida por el parque provincial Tornquist. Hotelería de alta oferta y degustació­n de vinos en la bodega Saldungara­y.
El impresiona­nte pórtico del cementerio de Saldungara­y, obra del ingeniero Salamone. Recorrida por el parque provincial Tornquist. Hotelería de alta oferta y degustació­n de vinos en la bodega Saldungara­y.
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