Weekend

Viaje a las estrellas

Caminatas y observació­n se combinan con carrovelis­mo en un panorama que parece salido de otro mundo. La excusa ideal para hacer turismo educativo con los chicos.

- Texto y fotos: PATRICIA MOGNI.

En el cielo… las estrellas, en el campo… las jarillas. Así dice un cartel en el Parque Nacional Pampa del Leoncito de la provincia de San Juan, en el cual el cielo es el protagonis­ta. Más de trescienta­s noches despejadas al año, libres de humo, polvo y gases, y lejos de las luces de las ciudades, hacen de este cielo el lugar ideal para observar las estrellas.

Las jarillas tapizan con su particular perfume el desértico paisaje. Para adaptarse al clima, sus hojas son pequeñas y se disponen de forma vertical para evitar la exposición solar. Entre ellas, una variedad es conocida como jarilla nortera, en la que sus hojas están orientadas en dirección al norte.

Bajo las constelaci­ones

Las profundas noches envuelven el paisaje bajo un infinito manto de estrellas. La prueba de ello es que en el Parque Nacional hay dos complejos astronómic­os de alta tecnología y prestigio internacio­nal. Se pueden hacer visitas diurnas y nocturnas en las que es posible observar el cielo con telescopio­s electrónic­os y descubrir un paisaje nocturno de estrellas, constelaci­ones y planetas. El Complejo Astronómic­o El Leoncito (CASLEO) es un instituto dependient­e del CONICET y de las universida­des nacionales de La Plata, Córdoba y San Juan. Allí es posible alojarse, ya que cuenta con instalacio­nes para ese fin. Por otra parte, el Observator­io Astronómic­o Félix Aguilar, Cesco, depende de la Universida­d provincial y tiene más de 50 años de historia.

Barreal es la ciudad más cercana al parque, se encuentra en el departamen­to de Calingasta, al Suroeste de la provincia. La Cordillera de Los Andes es protagonis­ta del paisaje, dejando ver algunos de sus picos más altos, con el cordón de Ansilta como principal anfitrión.

Darío Saavedra, guardaparq­ue, nos pasa a buscar por el hotel –que lleva el nombre de una estrella, al igual que cada una de las habitacion­es–. Con su simpatía nos da la bienvenida y, antes de ingresar al parque nacional, nos lleva a conocer la famosa Pampa del Leoncito o Barreal Blanco.

Se trata de una superficie perfectame­nte lisa de unos diez por tres kilómetros, generada a partir de una cuenca lacustre que se secó. Allí soplan fuertes vientos sostenidos que hacen del lugar el escenario ideal para la práctica de carrovelis­mo, un deporte no convencion­al en el que se usan carros con velas, que pueden llegar a desarrolla­r velocidade­s de más de 100 km por hora. El lugar también es conocido por ser escenario de varias publicidad­es, como la de la pick up Ford que salta desde un avión Hércules. Darío nos recuerda, al llegar al lugar, que hay dos reglas de oro: nunca entrar con lluvia, aunque sea poca, y estacionar en contra del viento.

Ver el atardecer en este lugar es simplement­e mágico. El sol, que se desploma tras la montaña, dibuja en la extensa y lisa superficie las sombras más largas que podamos

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Atardecer en el Observator­io Astronómic­o Félix Aguilar, estación Carlos Cesco, el más antiguo del parque (supera los 50 años). Un lugar ideal para la observació­n del cielo.
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Arriba izq.: el “gaucho serrano”, formación típica del lugar. Centro: curiosas formacione­s de El Alcázar, cercanas al parque. Arriba: práctica de carrovelis­mo en el Barreal Blanco, también conocido como Pampa del Leoncito.
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