En El Rancho de Cañás.
Un renovado pesquero en la laguna La Soraida, de Villa Cañás, Santa Fe, permite la captura de pejerreyes que rozan los 1.500 gramos.
Un renovado pesquero en la laguna La Soraida de Santa Fe permite la captura de pejerreyes que rozan los 1.500 gramos.
Nos adentramos a la provincia de Santa Fe en busca de flechas de plata, donde dimos con un ámbito prometedor con calidad de piezas sorprendentes: pejerreyes de un kilogramo de peso que no son un desafío, sino un sueño posible. Para eso recorrimos 380 km desde Capital Federal para llegar a Villa Cañás, en donde nos esperaban los propietarios del pesquero El Rancho, un renovado emprendimiento en la zona. En la ciudad nos alojaríamos en un cómodo hotel céntri
co, y por la mañana siguiente comenzaríamos con nuestro primer relevamiento de pesca.
Rumbo al pesquero
A las 7:30, luego de recuperarnos del viaje, pusimos rumbo al espejo. El recorrido final sería de 12 km por un camino de tierra bien consolidado, que en días de muchas lluvias se complica transitarlo. En el lugar ya teníamos nues
tra cómoda embarcación embba preparada. Todas se botan b a lo largo de una bajada acompañadas aco por un tractor. Tras ultimar detalles finales, acomodamos todo lo indispensable para navegar hasta el primer lugar elegido por Leandro Brahim, guía de la jornada. El día se presentaba con fuerte viento del sector noreste, lo que nos hizo navegar a la costa contraria del pesquero, en donde nos resguardaríamos de las fuertes ráfagas.
Equipos y pesca
Las cañas utilizadas fueron de 4 a 4,25 m, con reeles cargados con multifilamentode0,14mmonailón del 0,25, líneas de tres boyas en distintos modelos y gamas de colores y anzuelos N° 1/0. Como carnadas: mojarras vivas y el mismo filete de pejerrey que rinde muy bien.
Comenzamos con los primeros intentos y las respuestas fueron inmediatas. Leandro coronó la primera pieza de la jornada con un ejemplar que rondó los 700 g, muy combativo a la hora de concretar el pique, que comió en una de las brazoladas a 40 cm de profundidad. Le seguió Nicolás Albanese con una pieza más pegada a una pared de juncos raleados.
Las flechas comían a distintas profundidades, pero todas eran muy robustas y nos daban absoluta resistencia. La calidad en este sector fue variada, ya que incluyó todos los tamaños y atacó las carnadas a distintas profundidades.
Luego de varias piezas concretadas, Leandro decidió cambiar de lugar: ahora nos reparamos dentro de un juncal en la parte sur de la laguna, donde fuimos viendo corridas y borbollones de piezas más grandes. La idea era hacer el menor ruido posible para que permanecieran en el lugar. Aparejos al agua y... fue una fracción de segundo para que las líneas picaran una tras otra, dándonos varios dobletes como lo demostró Diego Araujo –“El Profe”–. Es impresionante ver la actividad de peces que ofrece este ámbito. La pesca nos seguía dando satisfacciones, pero llegado el mediodía dimos un alto en la huella porque en la costa del pesquero nos esperaban con un riquísimo asado.
A las cuatro de la tarde el viento no disminuía, así que decidimos ir a la zona oeste del espejo y pescar anclado dentro de un juncal muy rendidor. Una vez que las líneas estuvieron en el agua la espera no fue larga: flechas muy activas nos desacomodaban las boyas con total rapidez y nos permitían lograr hasta tripletes. Queríamos tentar a los ejemplares más grandes, que lo están, pero se encontraban activos los de menor porte que no le daban tiempo a los mayores a llegar a la carnada.
Una explosión de 1,350 kg
Intentamos pescar bien entre la mata de juncos colocando en los anzuelos el mismo filete de pejerrey cortado en tiras largas y combinado con dos mojarras o, en su defecto, solo dos mojarras grandes. La idea era que la carnada fuese bien voluminosa para tentar a los robustos, pero así y todo continuábamos obteniendo lindos flechas de entre 35 y 40 cm, hasta que la sorpresa llegó en el aparejo de Leandro: explosión en el agua y el característico cabeceo que hace el pez para liberarse: un ejemplar muy sano que acusó 1,350 kg. Alegría total en esta primera jornada que culminaba con la caída del sol.
Segundo día
Por la mañana del día siguiente, muy temprano nos encontramos con una laguna sin señales de viento, totalmente diferente
a la que habíamos visto. Pusimos la proa de la lancha hacia la zona oeste del pesquero, donde decidimos fondear a unos 30 m de los juncos para comenzar con los primeros lances. Y en esta ocasión fue Matías Barrot quien concretó la primera pieza: un ejemplar de 40 cm capturado en una brazolada de 20 cm. Enseguida, en otro aparejo, Vicky Juana obtuvo su pieza de 30 cm. Y así continuaron los piques en este sector, con piezas de todos los tamaños sin descanso.
La decisión de Martín –nuestro guía de la jornada–, fue cortar para navegar hacia el medio del espejo. Con la suave brisa que nos acompañaba, iniciamos un garete y comprobamos lo rendidora que es esta laguna en sus diferentes sectores y con modalidades distintas.
El garete nos favoreció, porque obtuvimos piezas parejas y de mejores tamaños, donde predominaban los pejerreyes de 800 g en brazoladas más cortas, de 15 a 20 cm.
Luego de una pausa al mediodía, continuamos por la tarde, pero en el sector sur, donde nos amenazaba una fuerte tormenta y corríamos el riesgo de que el clima nos acortara las horas de pesca.
Iniciamos allí una pesca anclada cerca de los juncos buscando los buenos resultados del principio. Sin demora alguna, Ariel Cachola Brahim levantó un peje de 900 g buscándolo con brazoladas más largas, de entre 1 y 1,20 m, casi al ras del fondo, por lo que todos copiamos esa misma longitud buscando los más grandes. Las capturas de piezas fueron más espaciadas, pero de mejor tamaño.
Con nuestras miradas en la tormenta que cada vez se hacía más amenazante, nos restaba comprobar lo que los guías nos comentaron sobre las tarariras de esta laguna en vistas a la próxima temporada. Buscamos un juncal muy pegado a la costa y botamos muy suavemente la embarcación, lo cual fue suficiente para notar la gran población de dientonas que se encontraban guardadas en los juncos. Esto promete una primavera muy satisfactoria y tentadora.
Cuando la mencionada tormenta llegó, fue el fuerte viento el que nos hizo culminar el día de pesca, ya que debimos apresurarnos a emprender rumbo al pesquero.
Para tener en cuenta
El Rancho, en la laguna de La Soraida, cuenta con un amplio y cómodo muelle para las embarcaciones. Aquellos que cuenten con una propia también pueden botarla. En la orilla hay una amplia carpa para los pescadores que deseen desayunar a la vera de la laguna. El pesquero permite practicar el deporte de costa con muy buenos resultados. Cabe destacar que en este ámbito las especies que podemos encontrar son pejerreyes y tarariras, no se hallan carpas ni dientudos. En promedio tiene una profundidad de 3,5 m, una máxima de 5 m y una cubeta total aproximada de 7.000 hectáreas. En caso de lluvia se recomienda contactarse para consultar por el estado del camino. La cantidad de piezas habilitadas por aficionado es de 35, con una medida mínima de 25 cm. Por lo que vivimos, El Rancho es para pescar y disfrutar en familia.