Weekend

En El Rancho de Cañás.

Un renovado pesquero en la laguna La Soraida, de Villa Cañás, Santa Fe, permite la captura de pejerreyes que rozan los 1.500 gramos.

- Por Marcelo Albanese.

Un renovado pesquero en la laguna La Soraida de Santa Fe permite la captura de pejerreyes que rozan los 1.500 gramos.

Nos adentramos a la provincia de Santa Fe en busca de flechas de plata, donde dimos con un ámbito prometedor con calidad de piezas sorprenden­tes: pejerreyes de un kilogramo de peso que no son un desafío, sino un sueño posible. Para eso recorrimos 380 km desde Capital Federal para llegar a Villa Cañás, en donde nos esperaban los propietari­os del pesquero El Rancho, un renovado emprendimi­ento en la zona. En la ciudad nos alojaríamo­s en un cómodo hotel céntri

co, y por la mañana siguiente comenzaría­mos con nuestro primer relevamien­to de pesca.

Rumbo al pesquero

A las 7:30, luego de recuperarn­os del viaje, pusimos rumbo al espejo. El recorrido final sería de 12 km por un camino de tierra bien consolidad­o, que en días de muchas lluvias se complica transitarl­o. En el lugar ya teníamos nues

tra cómoda embarcació­n embba preparada. Todas se botan b a lo largo de una bajada acompañada­s aco por un tractor. Tras ultimar detalles finales, acomodamos todo lo indispensa­ble para navegar hasta el primer lugar elegido por Leandro Brahim, guía de la jornada. El día se presentaba con fuerte viento del sector noreste, lo que nos hizo navegar a la costa contraria del pesquero, en donde nos resguardar­íamos de las fuertes ráfagas.

Equipos y pesca

Las cañas utilizadas fueron de 4 a 4,25 m, con reeles cargados con multifilam­entode0,14mmonailó­n del 0,25, líneas de tres boyas en distintos modelos y gamas de colores y anzuelos N° 1/0. Como carnadas: mojarras vivas y el mismo filete de pejerrey que rinde muy bien.

Comenzamos con los primeros intentos y las respuestas fueron inmediatas. Leandro coronó la primera pieza de la jornada con un ejemplar que rondó los 700 g, muy combativo a la hora de concretar el pique, que comió en una de las brazoladas a 40 cm de profundida­d. Le seguió Nicolás Albanese con una pieza más pegada a una pared de juncos raleados.

Las flechas comían a distintas profundida­des, pero todas eran muy robustas y nos daban absoluta resistenci­a. La calidad en este sector fue variada, ya que incluyó todos los tamaños y atacó las carnadas a distintas profundida­des.

Luego de varias piezas concretada­s, Leandro decidió cambiar de lugar: ahora nos reparamos dentro de un juncal en la parte sur de la laguna, donde fuimos viendo corridas y borbollone­s de piezas más grandes. La idea era hacer el menor ruido posible para que permanecie­ran en el lugar. Aparejos al agua y... fue una fracción de segundo para que las líneas picaran una tras otra, dándonos varios dobletes como lo demostró Diego Araujo –“El Profe”–. Es impresiona­nte ver la actividad de peces que ofrece este ámbito. La pesca nos seguía dando satisfacci­ones, pero llegado el mediodía dimos un alto en la huella porque en la costa del pesquero nos esperaban con un riquísimo asado.

A las cuatro de la tarde el viento no disminuía, así que decidimos ir a la zona oeste del espejo y pescar anclado dentro de un juncal muy rendidor. Una vez que las líneas estuvieron en el agua la espera no fue larga: flechas muy activas nos desacomoda­ban las boyas con total rapidez y nos permitían lograr hasta tripletes. Queríamos tentar a los ejemplares más grandes, que lo están, pero se encontraba­n activos los de menor porte que no le daban tiempo a los mayores a llegar a la carnada.

Una explosión de 1,350 kg

Intentamos pescar bien entre la mata de juncos colocando en los anzuelos el mismo filete de pejerrey cortado en tiras largas y combinado con dos mojarras o, en su defecto, solo dos mojarras grandes. La idea era que la carnada fuese bien voluminosa para tentar a los robustos, pero así y todo continuába­mos obteniendo lindos flechas de entre 35 y 40 cm, hasta que la sorpresa llegó en el aparejo de Leandro: explosión en el agua y el caracterís­tico cabeceo que hace el pez para liberarse: un ejemplar muy sano que acusó 1,350 kg. Alegría total en esta primera jornada que culminaba con la caída del sol.

Segundo día

Por la mañana del día siguiente, muy temprano nos encontramo­s con una laguna sin señales de viento, totalmente diferente

a la que habíamos visto. Pusimos la proa de la lancha hacia la zona oeste del pesquero, donde decidimos fondear a unos 30 m de los juncos para comenzar con los primeros lances. Y en esta ocasión fue Matías Barrot quien concretó la primera pieza: un ejemplar de 40 cm capturado en una brazolada de 20 cm. Enseguida, en otro aparejo, Vicky Juana obtuvo su pieza de 30 cm. Y así continuaro­n los piques en este sector, con piezas de todos los tamaños sin descanso.

La decisión de Martín –nuestro guía de la jornada–, fue cortar para navegar hacia el medio del espejo. Con la suave brisa que nos acompañaba, iniciamos un garete y comprobamo­s lo rendidora que es esta laguna en sus diferentes sectores y con modalidade­s distintas.

El garete nos favoreció, porque obtuvimos piezas parejas y de mejores tamaños, donde predominab­an los pejerreyes de 800 g en brazoladas más cortas, de 15 a 20 cm.

Luego de una pausa al mediodía, continuamo­s por la tarde, pero en el sector sur, donde nos amenazaba una fuerte tormenta y corríamos el riesgo de que el clima nos acortara las horas de pesca.

Iniciamos allí una pesca anclada cerca de los juncos buscando los buenos resultados del principio. Sin demora alguna, Ariel Cachola Brahim levantó un peje de 900 g buscándolo con brazoladas más largas, de entre 1 y 1,20 m, casi al ras del fondo, por lo que todos copiamos esa misma longitud buscando los más grandes. Las capturas de piezas fueron más espaciadas, pero de mejor tamaño.

Con nuestras miradas en la tormenta que cada vez se hacía más amenazante, nos restaba comprobar lo que los guías nos comentaron sobre las tarariras de esta laguna en vistas a la próxima temporada. Buscamos un juncal muy pegado a la costa y botamos muy suavemente la embarcació­n, lo cual fue suficiente para notar la gran población de dientonas que se encontraba­n guardadas en los juncos. Esto promete una primavera muy satisfacto­ria y tentadora.

Cuando la mencionada tormenta llegó, fue el fuerte viento el que nos hizo culminar el día de pesca, ya que debimos apresurarn­os a emprender rumbo al pesquero.

Para tener en cuenta

El Rancho, en la laguna de La Soraida, cuenta con un amplio y cómodo muelle para las embarcacio­nes. Aquellos que cuenten con una propia también pueden botarla. En la orilla hay una amplia carpa para los pescadores que deseen desayunar a la vera de la laguna. El pesquero permite practicar el deporte de costa con muy buenos resultados. Cabe destacar que en este ámbito las especies que podemos encontrar son pejerreyes y tarariras, no se hallan carpas ni dientudos. En promedio tiene una profundida­d de 3,5 m, una máxima de 5 m y una cubeta total aproximada de 7.000 hectáreas. En caso de lluvia se recomienda contactars­e para consultar por el estado del camino. La cantidad de piezas habilitada­s por aficionado es de 35, con una medida mínima de 25 cm. Por lo que vivimos, El Rancho es para pescar y disfrutar en familia.

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 ??  ?? Este ámbito con muchos pejerreyes nos da la sorpresa de grandes portes entre los claros de los juncos, como nos muestra Leandro Brahim con su captura de 1,350 kg, aunque también hay otros buenos sectores a los que se llega con la embarcació­n.
Este ámbito con muchos pejerreyes nos da la sorpresa de grandes portes entre los claros de los juncos, como nos muestra Leandro Brahim con su captura de 1,350 kg, aunque también hay otros buenos sectores a los que se llega con la embarcació­n.
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 ??  ?? Arriba: un peje obtenido en modalidad anclada cerca del juncal. Y las líneas con juegos de tres boyas que mejor rindieron. Derecha: Diego Araujo El Profe luciendo un doblete.
Arriba: un peje obtenido en modalidad anclada cerca del juncal. Y las líneas con juegos de tres boyas que mejor rindieron. Derecha: Diego Araujo El Profe luciendo un doblete.
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Arriba Vicky Juana nos muestra una pieza capturada al garete. A su izquierda, Matías Barrot en plena acción.
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Arriba: Ariel Cachola Brahim, Nicolás Albanese y Matías Barrot luciendo algunos de sus trofeos. Izquierda: preparándo­nos para embarcar en El Rancho; y encarnes con dos mojarras por anzuelo que sirvieron para tentar a los más grandes.

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