Weekend

Los tesoros de El Pingüino.

Relevamos un espejo de 150 hectáreas que ofrece pejerreyes de buen tamaño a 460 km de la Capital. Su mayor atractivo: las mejores capturas se dan vadeando desde la orilla, y a cinco centímetro­s de la superficie.

- Por Gustavo Frontoni.

Relevamos este espejo de 150 hectáreas que ofrece pejerreyes de buen tamaño a 460 km de la Capital. Su mayor atractivo: las mejores capturas se dan vadeando desde la orilla, y a cinco centímetro­s de la superficie.

Con l a n iebl a como pr i nc ipa l compañera a la que hay que prestarle mucha atención en los días de otoño, viajamos desde Quilmes Oeste con la intención de arrancar temprano en la laguna El Pingüino. El equipo de esta partida estuvo compuesto por Sebastián Sa l la r, En r ique Vecchio, A lber to Frontoni y quien firma esta nota.

Intentábam­os comenzar temprano el relevamien­to, pero no a primera hora, ya que el pronóstico anunciaba precipitac­iones hasta las seis de la mañana. Nuestra parada obligada fue el pueblo de Adolfo Gonzales Chaves, en donde Oscar Pace y su hijo Alejandro nos esperaban con unos mates y la mejor carnada de la zona. En esta ocasión levantamos mojarras de medianas a grandes, para tentar a las piezas que se estaban dando en la laguna, ubicada a seis kilómetros del centro, en el camino que va a San Cayetano por la Ruta 75. A mano izquierda se encuentra este ámbito con entrada mejorada de tierra. Sólo hay que seguir la seña

lización en el predio, lindante con el autódromo de la localidad, establecim­iento que se puede tomar como punto de referencia. Con 3.000 metros de costa para pescar, El Pingüino cuenta con bajada de embarcacio­nes y servicios de proveedurí­a, parrillas y baños habilitado­s. Su concesiona­rio, Gustavo Di Lucca, nos esperaba con ansias para que corroborár­amos los portes del ámbito, y puso a nuestra disposició­n a Juan Carlos Galaso y Paul Recalde, dos referentes locales que se embarcaron con nosotros para sacar –todos juntos– los matungos de la laguna. Serían ellos quienes nos ayudarían con los secretos de un predio especial y los trucos para lograr las tan ansiadas presas.

Al vadeo

Nos distribuim­os en dos embarcacio­nes. Gustavo Di Lucca y yo armamos equipos reforzados con ca ñas desde los

3,30 hasta los 4,30 metros, para pescar al vadeo desde una costa baja en profundida­d. Para realizarla nos separamos en dos grupos de cuatro pescadores, a una distancia de 100 metros. Los lugareños suelen pescar en las costas, cerca de las abras de junco, algo poco usual pero que resulta muy efectivo. La idea era dar con los grandes, y el secreto para ello es llevar lo mínimo imprescind­ible y no hacer ruido ya que, cuando íbamos vadeando, teníamos corridas de pejerreyes de muy buen porte.

Paul armó una línea de tres boyas relativame­nte chicas, del tamaño de un encendedor, en color verde manzana, con brazoladas muy cortas debido a la poca profundida­d –sólo cinco centímetro­s– y encarnó con mojarras grandes –de seis centímetro­s, aproximada­mente– sus anzuelos 3/0.

La primera captura no tardó en llegar, y lo hizo con una corrida furiosa que se internó entre los juncos. Sólo pudimos sacarla utilizando el copo, elemento imprescind­ible para esta pesca (otra de las claves). Por su parte, Juan Carlos, ubicado más en el centro de la laguna, también tenía respuestas pero no eran tan grandes.

A media mañana

Ya eran las 11 cuando el día se tornó diáfano y el calor empezó a sentirse. Hasta ese momento llevábamos tres ejemplares que superaba n holgada mente el kilogramo. Decidimos seguir vadeando para intentar en un punto en el que se forma una lengua de agua donde el viento muere. Ahí fue donde pudimos realizar la cosecha de matungos de más de un kilo, pues se veía una gran concentrac­ión de mojarras y alevinos saltando en apenas 30 cm de profundida­d. Acorralamo­s las líneas y el grupo se acercó para realizar una magnífica pesca que no se da todos los días, porque hacen falta condicione­s climáticas muy especiales, particular­mente en lo que se refiere al viento.

Para las 14 y con la pesca hecha, llamamos a Gustavo para que nos viniera a buscar. Así llegamos a

tierra firme y compartimo­s una rica parrillada que nos brindaron nuestros anfitrione­s. La cuenta cerró con más de 10 piezas que superaron los 50 cm de longitud y el kilogramo de peso.

En conclusión, El Pingüino merece un viaje de aventura pesquera con amigos. La atención y los servicios del concesiona­rio la convierten en un lujo a 460 km de la Capital Federal. Como lo anticipamo­s en el relevamien­to de lagunas publicado en la edición de abril de revista Weekend, es una de las 10 mejores para encontrar pejerreyes esta temporada.

 ??  ?? Debido a la poca profundida­d, el trasbordo hacia la zona de pesca debe ser calmo y silencioso para no ahuyentar a las presas.
Debido a la poca profundida­d, el trasbordo hacia la zona de pesca debe ser calmo y silencioso para no ahuyentar a las presas.
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 ??  ?? El autor del relevamien­to con uno de los ejemplares más grandes que dio la jornada en El Pingüino. Arriba: Gustavo Di Lucca y Paul Recalde exhiben en el copo las bondades de esta laguna.
El autor del relevamien­to con uno de los ejemplares más grandes que dio la jornada en El Pingüino. Arriba: Gustavo Di Lucca y Paul Recalde exhiben en el copo las bondades de esta laguna.
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 ??  ?? Paul Recalde, gran conocedor de este ámbito, muestra un robusto y peleador ejemplar que superó el kilo de peso.
Paul Recalde, gran conocedor de este ámbito, muestra un robusto y peleador ejemplar que superó el kilo de peso.
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 ??  ?? La mojarra grande fue la carnada indicada para dar con los peje de mayor tamaño.
La mojarra grande fue la carnada indicada para dar con los peje de mayor tamaño.
 ??  ?? Izquierda: varias postales del pesquero que brindó excelentes presas tanto de costa como embarcado.
Izquierda: varias postales del pesquero que brindó excelentes presas tanto de costa como embarcado.
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