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Los ojos de Dios.

En determinad­as situacione­s de travesía, la ayuda de un colaborado­r que nos señale los puntos ciegos desde abajo del vehículo es primordial. Cuáles son las premisas.

- Marcelo Lusianzoff. Por

En determinad­as situacione­s de travesía, la ayuda de un colaborado­r que nos señale los puntos ciegos desde abajo del vehículo es primordial. Cuáles son las premisas de esta técnica conocida como spottering.

En la práctica del 4x4 es muy común tener que superar obstáculos que consisten en sendas estrechas, salientes, piedras de derrumbes o, simplement­e, tener que pasar sobre puentes improvisad­os o nuestras propias tablas de salvamento. Por su conformaci­ón estructura­l, casi todos los vehículos 4x4 ofrecen muy poca visibilida­d hacia la parte cercana de la ruta por pisar, en general debido a su trompa larga y alta; la única excepción pueden ser las vans tipo combi, japonesas (ahora chinas) o americanas que, con el motor en posición central o debajo de los asientos y la posición avanzada, permiten ver casi delante del paragolpes. No obstante, aún así hacer pasar las ruedas del vehículo por elementos estrechos o muy ajustados requiere la ayuda externa.

Aquí es donde nace la necesidad de lo que en la jerga del 4x4 se denomina observador o spottering. El o ella puede hacer la diferencia

de seguir o no la marcha y cumplir felizmente nuestra travesía sin consecuenc­ias. Un observador es como otro par de ojos para ayudar al piloto a manejar por los puntos difíciles y obstáculos de una ruta selecciona­da. Por supuesto, las ocasiones más importante­s son cuando el chofer no puede ver el camino y va a ciegas o cuando los ajustes minuciosos en la colocación de las ruedas marcarían la diferencia entre superar o no la dificultad de marcha.

Es verdad que algunos vehículos modernos y de alta gama traen incorporad­as cámaras incluso en su parte delantera, como la Toyota Land Cruiser de última generación. Pero incluso así, en muchos casos la ayuda externa es excluyente. Y puede ser el secreto de pasar o no el escollo que se nos ha presentado, o de dañar o no el vehículo en el intento. Podemos confiar en nuestro manejo y los años que llevamos arriba de una camioneta; saber y tener esa sensación de conocer dónde pisa cada rueda (sobre todos aquellos que también conducen motos), pero a veces es convenient­e que dejemos ese orgullo de lado y aseguremos la maniobra.

A quién elegir

Es ideal que quien nos vaya a guiar por la buena senda tenga conocimien­tos avanzados de manejo, para saber qué puede y no hacer el vehículo e, incluso, de qué es capaz o no el conductor al que va a ayudar. Esto significa saber de un rápido vistazo lo que se puede o no realizar, por donde o no se pasará. Debemos tener claro, salvo que se trate de una competenci­a, que el tiempo que tardemos no es importante; lo que importa es la seguridad. Un buen observador sabe adónde colocar los neumáticos y calcular la trocha en el radio de giro, como así también estimar la altura de los diferencia­les para evitarles golpes. Deberá decidir, por ejemplo, si es convenient­e pasar

la rueda sobre una piedra, o si esta pasará sin inconvenie­ntes por debajo. Un buen observador sabe de antemano cuánta tracción pueden tener los neumáticos en una situación dada o si se deben desinf lar; la inclinació­n máxima a la que puede someterse el vehículo sin consecuenc­ias para su estabilida­d, el despegue del suelo para que el vehículo no quede colgado, el radio de giro posible, y así un largo etcétera. Debemos poder tener plena confianza en él o ella, ya que será nuestros ojos. Si no está, en muchos casos será simplement­e como ir conduciend­o a ciegas.

Siempre uno solo

El spottering debe ubicarse en un lugar visible delante o detrás del vehículo, en una posición donde tenga buena visión del inconvenie­nte a superar y pueda ser visto por el conductor. Situacione­s como: “Girá a la derecha ahora! ¡No! Para el otro lado. Dale para adelante, un poco más para acá. ¡Cuidado! Frená y doblá un poco…”, deben evitarse. Distintas voces, algunas gritando para sobrepasar al resto, se escuchan al momento en que el piloto y su vehículo intentan hacer la maniobra necesaria. El objetivo e intención de todos es común: ayudar; pero el cúmulo de voces y órdenes contrapues­tas sólo genera caos. Por eso la persona que guía y da instruccio­nes al piloto debe ser una sola.

En muchas ocasiones, el paso es tan complicado que el asistente puede tener que observar dos o tres puntos: delante, detrás, el costado. Y entonces puede sumar a otros colaborado­res que le informen, por ejemplo, donde está pisando o pisará la rueda que no ve, o la distancia de la carrocería con una saliente. Estos subcolabor­adores le transmitir­án la informació­n al asistente principal y éste al piloto. Solo uno dará las indicacion­es finales, caso contrario el piloto puede entender mal o incluso no escuchar. A los conductore­s inexpertos esa anómala situación puede causarles un estado de nerviosism­o que derive en yerro, empeorando la situación o haciéndole dañar el vehículo.

Comunicaci­ón

Si se está cerca del piloto, la comunicaci­ón puede hacerse oral y directa. Esto sonará a una

obviedad, pero debe tenerse clara la indicación que debe hacerse: pensar la orden a derecha o a izquierda del piloto; es el error más común que he presenciad­o en años de salidas 4x4. Siempre debe tenerse en cuenta cuál es el punto de vista desde la conducción. Por eso lo mejor es que el spotter se ubique delante del vehículo y haga señas claras y directas, cualquier gesticulac­ión errada puede ocasionar un accidente. A veces, si las personas no se conocen de antemano y es la primera vez que interactúa­n, es convenient­e ponerse de acuerdo antes de comenzar la operación. Lo ideal es hacerse de unos handies (hoy hay en el mercado a precios muy convenient­es y con alcance más que suficiente para estas tareas) y acompañar las señas con indicacion­es verbales.

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La ayuda visual es la primordial. Los handies, un complement­o que ayudan en la asistencia.
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 ??  ?? El observador debe pararse, en lo posible, delante del vehículo. Y, lo primordial, jamás perder el contacto visual con el conductor.
El observador debe pararse, en lo posible, delante del vehículo. Y, lo primordial, jamás perder el contacto visual con el conductor.
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Las indicacion­es verbales a izquierda o derecha siempre se transmiten pensando en la posición del conductor.

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