Récord en 30 libras desde hace 35 años

(varones)

“En ese entonces era aficionado y, la verdad, no fue un intento de sacar un récord, sino cosas del destino. Sin embargo, viajando a Paso de la Patria con mis amigos de pesca, vaticiné que ese día pescaría algo distinto. Y se dio. El director del diario Tiempo Argentino, que casualmente estaba alojado en cabañas Don Julián donde yo paraba, presentó el dorado a la IGFA, a través del representante en la Argentina de la asociación, el periodista Polo Bardin. El pescado pesaba 23,30 kg, tenía 0,95 m de largo, 0,40 centímetros de ancho en la cabeza y medio metro de contorno. La Dirección de Fauna le hizo la ficha biológica. El guía era Zenón Ifran, que aprendió el oficio con nuestro grupo porque no sabía nada del río, pero llegó a ser uno de los mejores. Ese día discutimos el color del señuelo y tuve razón con los tres piques seguidos en el mío: él quería que el Cisco Kid fuera rojo y blanco (cardenal) y yo le puse uno verde con rayas negras. “Por la mañana había sol pleno y Zenón fue con otros amigos y pescaron dos dorados con el cardenal. A la tarde salió conmigo y dos amigos, pero se había nublado bastante y elegí el color por la teoría que me habían enseñado Haig Vartazián, el Mono Villa y Rober to Guglielmi (todos de Weekend). Tuve tres piques seguidos: los dos primeros saltaron y largaron el señuelo, y el tercero fue el aparato. Sentí una emoción muy grande al levantarlo a la lancha. Durante la pelea, le pedía a Dios que aunque sea me dejara verlo y, si se iba después, no importaba. Un año y medio después de haber cumplido todos los requisitos que me pedía la IGFA, llegó a mi casa una carta donde me confirmaban que aceptaban el récord, el dorado más grande que saqué en mi vida. Trabajando veinte años como guía en Paso de la Patria saqué dorados de 22,100, un doblete de 21 y 20, varios de 20, y escuché muchas veces hablar de piezas de 25 o 27, pero jamás vi uno igual al del récord. El dorado es una bella expresión de la bravura en el río y una fuente inestimable de riquezas para el turismo (terriblemente desaprovechada), aunque me preocupa más el surubí porque, con la escasa defensa que le dan las leyes, es más vulnerable que el dorado”.