Variada paranaense.
Los surubíes dieron pelea pero no fueron los únicos actores en esta salida. También hubo manduvés, palometas y armados en una jornada llena de adrenalina.
Los surubíes dieron pelea pero no fueron los únicos actores en esta salida. También hubo manduvés, palometas y armados en una jornada llena de adrenalina.
La inmensidad del río Paraná siempre ofrece presas atractivas para la voracidad de los pescadores. Y cuando de surubíes y dorados se trata, ese hambre deportivo sólo puede saciarse en las costas de Corrientes. Así que emprendimos viaje hacia la capital de la provincia, una zona bella y tranquila, rodeada de hermosos paisajes. Recorrimos 820 km desde Capital Federal y llegamos por la tarde, con un clima bastante lluvioso pero alentador para la salida de pesca del día siguiente, que tendría la guía de Leonardo Cantalupi.
Equipos y carnadas
Por la mañana las condiciones climáticas eran buenas pero se anticipaban algunos chubascos en el transcurso de la tarde, así que, sin demorarnos más, subimos todo lo indispensable a la embarcación Dorado Fly Pesca, casi lista para salir a navegar. Mates de por medio mientras recorríamos las aguas de est e ma rav i l loso á mbit o, nos pusimos a tono de cómo se venía realizando la pesca y sus modalidades. Hasta que llegó el momento de armar los equipos.
La i dea era probar surubíes con carnada o haciendo trolling, para eso tenemos que pensar en cañas de 25 hasta 30 libras (1 lb = 453,592 g), reeles rotativos que posean capacidad para 200 o 300 m de multifilamento de 0,24 mm, plomitos corredizos de entre 10 y 80 gramos y anzuelos de 7/0 al 9/0 atados en leader de acero de unos 40 o 50 cm de largo en 50 libras. La otra opción es reemplazar el líder de acero por nailon grueso del 0,90 mm pero, en caso de encontrarnos con cardúmenes de palometas o dorados, tendríamos cortes.
Para la modalidad de trolling teníamos leader de acero de unos 50 cm con esmerillones y mosquetón. No nos olvidemos de que en la zona podemos dar con surubíes que superan los 50 kilogramos. Para la pesca variada en general, e incluimos al pacú que también hay aunque no vimos en esta salida, podemos usar cañas de 2,50 m y reeles media
nos cargados con multifilamento del 0,18 mm. Quienes prefieran el nailon, del 0,30 es suficiente. Sí se recomiendan brazoladas de acero para prevenir algún corte, dependiendo de la correntada y la profundidad. La carnada puede ser variada: utilizamos morenas, mamacha, cascarudos, alguna carnada blanca como trozos de sábalos o boguitas, y la lombriz que es muy efectiva para una rica variada.
Tronco a la vista
Luego de la navegación, el primer lugar elegido por Leonardo Cantalupi fue Puerto Ocampo, para pescar a la deriva y con carnada. La espera desespera dice el conocido refrán, pero la paciencia tiene su recompensa: en el aparejo de Leonardo y con un fuerte tirón se concretaba el primer pique de la mañana. Un ejemplar de manduvé bien vigoroso y peleador. La jornada comenzaba a tomar color, con
una rica variada que se af irmaba cada vez más, mientras nos manteníamos muy atentos a u na l levada sor presiva de surubí. Mientras tanto Diego El Profe Araujo seguía sumando una espectacular variada con palometas grandes y armados que superaron los tres kilogramos de peso.
Horas de mucha adrenalina
Luego de haber realizado la primera pasada por este lugar, volvimos donde iniciamos pero esta vez más pegados a la costa. Seguíamos con la variada, con piques esporádicos, hasta que en un momento siento una suave llevada que no se afirmaba a comer. La adrenalina me superaba por ver el multifilamento de mi reel, hasta que ese momento llegó: la corrida fue muy firme y a concretar el pique. Firmeza total en la caña, “tronco” fue el grito de mis compañeros de lancha. Tras una pelea de varios minutos con los brazos súper agotados, vimos salir a flor de agua el lomo de un hermosísimo surubí. Alegría total, cámaras encendidas para registrar a la bestia que izamos con la ayuda de Leonardo para fotografiarlo y rápidamente retirar el anzuelo de su boca para una pronta liberación. Apretón de manos con el guía y a continuar la jornada.
Pero ya era el mediodía y Leonardo decidió cambiar de rumbo e ir cerca de la boca del Yerbón, otro lugar muy rendidor para el suru. Nos tomamos un breve descanso para compartir una rica picada y continuamos la pesca por la tarde.
Comenzamos haciendo unas pasadas de trolling y, luego de varios intentos fallidos, tomó uno de nuestros señuelos un ejemplar de cachorro que rondaría los ocho kilogramos. Mientras realizábamos las pasadas veíamos que sobre la costa se encontraba cazando el surubí, así que volvimos a cambiar la línea e implementamos nuevamente con carnada, que fue lo más rendidor de la jornada.
Observábamos que el agua estaba muy turbia, el escenario ideal para estos cazadores, pero no nos beneficiaba para la pesca del dorado, cosa que probamos en d istint as moda l idades a l golpe con carnada y señuelos de profundidad y media agua, pero los tigres de río no se hicieron presentes aunque Leo nos contaba que, en pocos días, en cuanto aclarara el agua, se iba a poner más que interesante la pesca de dorados ahí.
Experiencia en Isla Quemada
E nca r na mos con g ra ndes mamachas y morenas nuestros aparejos y volvimos hacer la pasada, capturando manduvés, palometas y grandes armados, una variada súper entretenida. Pero no era lo que buscábamos. Vimos pasar al cardumen de surubí muy cerca a la costa sin ningún resultado de piques.
Para las 16 Leonardo decidió llevarnos a la zona de la Isla Quemada y aprovechar las
últimas dos horas que nos quedaban de pesca. Ahora íbamos a realizar la modalidad con carnada y un plomo de 10 gramos para que el engaño trabajara al ras del fondo.
De esta forma los piques llegaron de inmediato con ejemplares de surubíes que rondaron los 8 a 15 kilogramos. En este momento la actividad de piezas fue sorprendente, logramos hasta dobletes de cachorros. Fue una tarde más que exitosa junto a una rica variada que coronó los grandes surubíes del bello Paraná correntino.
Características
A modo de cierre, recordemos que los surubíes pertenecen a la familia de los bagres y sus dos variedades presentan una similitud en la conformación exterior. Se los distingue fácilmente por los dibujos que cada una presenta en la piel, cuyo color de fondo abarca dos tonalidades de gris. El surubí atigrado tiene manchas transversales negras y el pintado se encuentra cubierto por una serie de puntos negros que llegan hasta el extremo de la cola. Les gusta mantenerse en la profundidad y sólo se verán en ríos donde la corriente de agua no sea tan fuerte. Provenientes del sur de América, desde Venezuela hasta el Río de la Plata, tenemos la suerte de que se encuentran por excelencia en el Paraná.