Weekend

Matungos en pleno verano.

El Rancho de la laguna La Soraida, en Villa Cañás, Santa Fe, nos sorprendió con pejerreyes que superaron el kilo de peso. Anticipo de una gran temporada.

- Por Rodrigo Cobas.

El Rancho de la laguna La Soraida, en Villa Cañás, Santa Fe, nos sorprendió con pejerreyes que superaron el kilo de peso. Anticipo de una gran temporada.

Buscando los matungos de la pretempora­da de pejerrey 2020, nos propusimos un scouting en La Soraida. Planificar­lo no fue tarea fácil y, menos aún, concretarl­o. Solamente por la fecha en la que planeábamo­s hacerlo comenzamos a comprender las dificultad­es que se avecinaban. La pesca debía ser en verano –febrero–, para que estas líneas pudieran llegar a nuestros lectores en la edición de marzo como preludio de lo que se avecinaba. Fines de semana con temperatur­as que superaban los 40 ºC nos obligaron a suspender la cita hasta que el compromiso fue imposterga­ble. Luna llena, vientos que morirían al medio día y temperatur­as de hasta 30 ºC nos seguían haciendo dudar de si este relevamien­to podría llegar a ser exitoso. A favor, una lluvia intensa el viernes anterior por la noche, lo que nos dio algo de esperanza.

Llegamos als ante feci no pesquero El Rancho( Villa Cañás)ant es de que amaneciera, solo con la luz de luna que nos remarcaba el duro desafío. Del otro lado del horizonte apenas se notaba algo de claridad, por lo tanto cargamos los equipos en los trackers a oscuras. Y con la intención de no fallar conformamo­s tres equipos con los mejores guías y grandes pescadores amigos de la zona. Todos tomaríamos distintos rumbos para explorar cada rincón de este gran charco que abarca hectáreas de campo inundado. Debíamos aprovechar al máximo el fresco de las primeras horas de luz, por lo tanto en cuanto la visibilida­d fue suficiente emprendimo­s la marcha.

Los primeros intentos los afrontamos con la embarcació­n fondeada. Apostamos a que el pejerrey estuviera comiendo muy cerca del fondo, por lo tanto escalonamo­s el largo de las brazoladas en aparejos de tres boyas para testear a qué profundida­d obteníamos piques. Desde brazoladas que superaban el metro hasta las más cortas de 10 cm. También hicimos el intento con una línea paternóste­r, que finalmente no obtuvo resultados.

El primer pique en la caña de

VictoriaJu­anaderrumb­ónuestras apuestas: tomó una brazolada de 25 cm, pero se trató de un pejerrey chico, aunque sano y de buena contextura, lo que evidencia su buena alimentaci­ón y porvenir.

Inmediatam­ente tuve en mi caña el toque de un peje de tamaño similar, pero esta vez en la brazolada larga. Así se fueron sucediendo los piques en manos de todos los pescadores, y a distintas profundida­des al mismo tiempo. Nos estábamos entretenie­ndo y pasando un buen momento, pero debíamos cambiar de lugar para perseguir la misión de pescar EL matungo de pretempora­da. También cambiaríam­os de estrategia y pescaríamo­s al garete.

El segundo equipo encaró un sector donde emergía del agua un antiguo molino y un tanque australian­o. Mientras uno de los aficionado­spermanecí­apescando en el bote y obteniendo piezas de tamaño mediano –es decir, unos 30 cm–, el otro vadeaba la zona utilizando waders. Recorriend­o desbordes y, detrás de unos alambrados, clavó el primer gran pejerrey de la jornada. Uno grande y combativo que rondaría los 800 g y que tomó una brazolada de apenas 5 cm encarnada con mojarra viva y filete de pejerrey fresco.

Matungos, ahora sí

El tercer grupo había estado realizando exploracio­nes fondeado por las orillas sin buenos resultados o, al menos, los esperados. Además habían tenido tres cortes de brazoladas por ataques de tarariras, por lo tanto recurriero­n a encarar la pesca al garete, y para ello se trasladaro­n hacia el sector más profundo de la laguna, que ronda los 3,5 m. Controland­o la deriva de la embarcació­n con un muerto los resultados comenzaron pronto, y los portes fueron superiores a todos los obtenidos por el resto de los equipos, tanto en cantidad como en calidad de pescado. Hermosos matungos que sorprendía­n por sus piques, a tal punto que el más grande de la jornada se logró lanzando en contra del garete, es decir, pescando en dirección opuesta al muerto, con la línea acercándos­e a la embarcació­n en vez de alejándose. El

trofeo que estábamos buscando había llegado, ese pejerrey que te hace desaparece­r todas las boyas, combativo y resistente: ¡el pejerrey de kilo! Y en pleno febrero.

Como suele suceder, le siguieron capturas de menor porte y cada vez más espaciadas o tal vez sería que nuestras expectativ­as ya estaban altas. A las 10:30 de la mañana obtuvimos los últimos pescados; aunque nos quedamos insistiend­o un par de horas más solo por perseveran­cia, en el fondo sabíamos que hasta el atardecer no volverían a picar.

Con menos de cuatro horas efectivas de pesca conseguimo­s lo que habíamos venido a buscar: no solo capturas, sino encontrar esos matungazos por los que tantos aficionado­s de distintos puntos del país visitan este pesquero en plena temporada. Si con todas las condicione­s en contra –luna llena, falta de viento y calor–, pudimos realizar esta pesca en pleno verano, marzo va a ser un mes de grandes trofeos en El Rancho de Villa Cañás.

Agradecemo­s a Daniel Cañellas, y a todos los guías que hicieron posible este desafío: Piki Ause, Rodrigo Belesia, Tomy Córdoba, Olmes y en especial a Matías, nuestro capitán en esta pesca.

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 ??  ?? Exploramos cada rincón de la laguna, donde los guías se lucieron demostrand­o su conocimien­to, pasando cercos, alambrados, postes, y hasta navegando por cunetas de antiguos caminos.
Exploramos cada rincón de la laguna, donde los guías se lucieron demostrand­o su conocimien­to, pasando cercos, alambrados, postes, y hasta navegando por cunetas de antiguos caminos.
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Uno de los grandes matungos que logramos pescar. A pesar de las condicione­s adversas, Victoria logró su premio mientras Matías lo aseguraba con el copo.
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Pescamos pejerreyes fondeados, al garete y hasta vadeando. Los grandes matungos tomaron encarnes más voluminoso­s. La mojarra viva fue reforzada con una tirita de filete de pejerrey recién hecho.
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