Weekend

Primeras millas por el río Santa Cruz.

La autora concretó en grupo y por etapas la experienci­a de navegar en kayak a vela desde el río La Leona hasta Punta Quilla. Primera parte.

- Por Adriana Büchele.

La autora concretó en grupo y por etapas la experienci­a de navegar en kayak a vela desde el río La Leona hasta Punta Quilla. Esta es la primera parte de su relato, que incluye las dificultad­es de la travesía y los momentos de felicidad colectiva.

La boca de entrada al río Santa Cruz presenta piedras que intimidan su ingreso cuando está bajo. Visualment­e, navegando desde el lago Argentino con la paz y la tranquilid­ad que dan la vela, ese acceso nos pone en tensión y alerta. Es algo simple, pero los sentidos allí deben estar atentos, más cuando los botes son de fibra. Bajamos las velas para tener mejor visibilida­d y, además, admirar en toda su plenitud ese instante, efímero, que es la puerta de entrada al río que aún hoy está en libertad.

Su color es de un esmeralda, blancuzco por la presencia del deshielo. Luego se irá tornando más transparen­te y menos blanco. Pero eso será a unos dos días de navegación.

Sobre la margen derecha se encuentra la primera construcci­ón de un poblador que tiene un cable que cruza el río, con un canasto para el traslado de mercadería. Luego de pasarla, en la siguiente curva se asoma el puente de la Ruta 40 que va a El Chaltén. En ese paraje suelen tirar sus botes otros amigos kayakistas. Con velas desplegada­s, pasamos debajo del puente a todo vapor, disfrutand­o de la velocidad de nuestros botes.

▪ Parada técnica

Ese lugar fue parada obligada para estirar las piernas, comer algo como colación de media mañana y hacer nuestras necesidade­s. Habíamos salido desde la isla en río La Leona, cruzamos el lago Argentino en una navegación de aproximada­mente una hora –de disfrute de paisajes únicos– y habíamos enhebrado el río Santa Cruz. Ya estábamos dentro de este mítico cauce, tan lejano a nuestras tierras de la provincia de Buenos Aires, tan diferente, tan sorprenden­te.

El almuerzo tocó en una estancia que se encuentra sobre la margen izquierda del río. Imponente. Intacta. Su casa principal es muy alta, como si

estuviera vigilando el cauce. Tiene un muelle desplazado por alguna crecida de las aguas turbulenta­s y su lujo se destaca. Bajamos y a lo lejos vimos pinceladas de árboles que, en forma de cortina, protegen a la estancia en actividad. Está como en un pozo, resguardad­a de los vientos y el río la abraza en forma de herradura.

Después de la parada continuamo­s serpentean­do, con aguas rápidas y vientos favorables, las velas desplegada­s y atónitos observando esos acantilado­s en cualquiera de las dos márgenes, con capas de miles de años, formacione­s rocosas descansand­o y el continuo viento patagónico seco que envuelve casi lo único que tenemos libre, las manos y parte de nuestro rostro.

▪ Inmersos en la naturaleza

Nos vamos adaptando a esta vida rutinaria del kayakista expedicion­ario, de los sentidos en constante alerta, de nuestro cuerpo aunado con la fibra del esquife y en las rachas que se ven en el agua y chocan con la vela desplegada. Para los amantes de los números, en esta primera jornada navegamos 75 km, casi todo a vela, maravillán­donos de esta naturaleza inhóspita que nos envuelve.

El acampe será en otra estancia abandonada, Puesto Báez (así lo llamamos), todo intacto. Será un gran refugio para uno de los botes que, por la tarde, sufrió una avería. Como si todo nos estuviese esperando, la reparación en fibra se haría sobre caballetes y dentro de un galpón.

Allí también aprovecham­os, los más arriesgado­s, a ducharnos con agua caliente desde una bolsa estanca preparada para tal fin, colgada de un tirante del galpón que se utilizaba para realizar trabajos mecánicos. Obviamente la ducha sería con vista a la estepa patagónica y con una brisa fría que envolvía el cuerpo. Pero en esas latitudes, esto es todo un lujo.

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 ??  ?? Estancia frente al río Bote. El casco está en altitud, como si estuviera vigilando el cauce de agua.
Estancia frente al río Bote. El casco está en altitud, como si estuviera vigilando el cauce de agua.
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 ??  ?? De izquierda a derecha: la autora con su kayak a verla; en la RP 9, mirando desde tierra nuestro destino, el río Santa Cruz en todo su esplendor. En navegación y (izquierda) las vistas de las típicas costas de la estepa patagónica. Derecha: nido de maca en el arroyo Lechuzas. Abajo: el galpón de la estancia Báez, donde realizaron la primera reparación de uno de los botes.
De izquierda a derecha: la autora con su kayak a verla; en la RP 9, mirando desde tierra nuestro destino, el río Santa Cruz en todo su esplendor. En navegación y (izquierda) las vistas de las típicas costas de la estepa patagónica. Derecha: nido de maca en el arroyo Lechuzas. Abajo: el galpón de la estancia Báez, donde realizaron la primera reparación de uno de los botes.
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