Tiempo de migratorias otoñales.
Antes del final de la temporada, hicimos una escapada a ciertos points muy precisos. Equipos y técnicas para no fallar.
Antes del final de la temporada, hicimos una escapada a ciertos points muy precisos del río Limay. Equipos y técnicas para no fallar.
Es un buen momento para preparar el equipo pensando en ir detrás de las truchas migratorias: las marrones en las bocas del Limay o Chimehuín, o las esquivas fontinalis del Corcovado. Me decido a cambiar la Amnesia que me viene acompañando de la temporada pasada en mi reel de spey. Todo tiene que estar en orden, no hay margen para el error, las grandes no lo permiten. Además de estar reseca y marcada por el uso, tiene un nudo y un recuerdo que difícilmente pueda borrar. La excusa de que se acerca el final de temporada siempre ayuda a ponerse manija, con la sumatoria de que nuestro querido Limay se venía portando bien. Así fue como con
Juan Morchio le propusimos a Pablo Ballari hacerle unos tiros a la mítica boca del Limay para despuntar el vicio.
“Vamos a la mañana un rato. Unos tiros y nos volvemos...”. Qué fácil nos sale a los pescadores engañarnos a nosotros mismos. Con el equipo formado y el programa encaminado, rumbeamos para el río. Esa mañana empezó tranquila. El pique se hizo esperar y fue Pablo quien concertó la primera captura abriendo el juego del día. No pasó mucho tiempo y Juanete pinchó otra. “Listo, entraron!”, nos dijimos.
En la medida en que se fue poniendo ventoso, las condiciones mejoraban. Sobre el mediodía y acercándonos al horario en que habíamos prometido volver, me
tocó a mí un poco de acción con otra hermosa marrón. Ya podíamos estar más que satisfechos. Pero nunca falta el “¿le hacemos unos tiros más?”. Por supuesto que se imaginan las respuestas.
Entramos nuevamente al río desde el lado de Río Negro. El viento las había puesto muy activas. En el transcurso de muy poco tiempo ya habíamos sentido varios picotones. Había olor a pescado, solía decír un amigo. Después de algunas pasadas, clavé algo que parecía de buen tamaño. Corrida y dos saltos para el recuerdo. Era una arco de las buenas que, sin errar, pusimos en la costa. Un macho plateado, rosa y verdoso, de esa genética única que no deja de sorprender. ¿Qué más podiamos pedir? Por supuesto, otra pasada.
Entró Pablo primero, luego Juan y mi turno fue ir último. Literalmente, dos lances al mismo lugar, tomé un poco de línea para tensar, corrección, deriva y la mosca se plantó, como suele pasar cuando es un pique de los buenos. Se me viene encima rápidamente, recojo con la mano y empieza a correr con la mala suerte de que se me hace un lazo con la manija del reel imposible de soltar. Le grito a Juan: “Está buena, está buena, pero tengo un nudo. ¡Hermoso!”.
Recogió su línea lo más rápido que pudo y, sin pensar, se acercó a ayudar. Corremos un poco y trato de sacar el nudo, pero no había manera. Afortunadamente, la trucha se quedó clavada en el medio del río... era nuestra chance. Así que recogí todo lo que pude con la mano, me encomendé y a jugársela. Juan cortó la Amnesia, hizo un nudo como pudo y en un pestañear estábamos en carrera otra vez. La suerte se había puesto de nuestro lado.
Una vez que el nudo entró al
reel, traté de prepearla para que no salga otra vez. En unos minutos teníamos nuestra captura para la foto. Más que nunca fue de los dos... Lindos recuerdos de una temporada que, como otras, será difícil olvidar.
Equipos de una y dos manos
No hay equipos perfectos pa ra t od as l as sit uaciones.
Siempre va a haber unos que se adaptan mejor a ciertos ambientes y posiblemente no sean los óptimos para otros. Pero me voy a referir en general al Limay, Chimehuín y Correntoso. Si hablamos de cañas, hay que distinguir entre las de una mano y las ahora tan presentes cañas de dos manos o spey.
Las diferencias entre ambas son muchas y no sólo se quedan en la forma de empuñarlas. Las de dos manos suelen tener mayor longitud que las de una, yendo de los 11 pies (1 pie = 0,3048 m) en adelante, mientras que en las de una mano para pescar con streamer nos cent ra remos en long itudes que oscilen entre los 9 y los 10,6 pies. En cuanto a la numeración, es recomendable la elección de cañas de línea 7 u 8 en las de una mano y 8 para caña las de dos. Se pueden utilizar equipos mas chicos si las condiciones lo permiten.
En mi caso, disfruto de pescar con mi vara número 6/7 de 12,6 pies, pero sé que no siempre es la mejor a lternativa, especialmente con agua alta, donde necesito lances más largos. Sin duda, las cañas de dos manos bien empleadas cuentan con muchas ventajas respecto de las de una para conseguir peces migratorios con streamers.
En primer lugar, porque nos cansamos menos si somos buenos con la técnica y, además, gracias a su mayor longitud permiten hacer correcciones y aumentar el control sobre la deriva. Las cañas de una mano, por su parte, otorgan una mayor versatilidad al pescador, ya que pueden ser usadas de vadeo o desde un bote, y alternar otras técnicas como lances de spey con líneas apropiadas o como la ninfa. Además se desenvuelven mejor en ríos de menor tamaño.
En cuanto a las líneas, principalmente vamos a utilizar de hundimiento. Lo que no quita que, si el lugar lo demanda, podamos utilizar intermedias o de flote hundiendo solamente con el leader, como puede ocurrir en el río Correntoso. Si optamos por las de hundimiento, utilizar las de 6 ips (pulgadas por segundo) de velocidad de profundización. Incluso se pueden armar shooting heads o cabezas lanzadoras comprando “t” (t8, t11, t14, t17 e, incluso, t20). La “t” deriva de tungsteno y el número es lo que pesa el pie en grains.
Entonces, para 20 pies (alrededor de 6 m) de t 14 tenemos un peso de 280 grains. Y así podemos ir armando nuestra propia línea, jugando con el peso y el largo, tratando de buscar qué es lo que mejor se adapta a la caña, a nuestra situación y preferencia. A esto se adiciona running, que puede ser de flote como el convencional que viene con las líneas, o una