Escamas a ras del fondo.
Aún con el caudal muy bajo, utilizando una embarcación de escaso calado, pudimos dar con buenas tarariras que casi las capturamos a pez visto debido a la escasa profundidad del lugar.
Aún con el caudal muy bajo, utilizando una embarcación de escaso calado, pudimos dar con buenas tarariras que casi capturamos a pez visto debido a la escasa profundidad del lugar.
Teníamos muchas ganas de ir a pescar a Baradero, lugar que por un tiempo tal vez no fue tenido en cuenta por los pescadores deportivos y que ya hace un par de años comenzó a tomar auge por la gran variedad de especies. Carpas, bogas, las preciadas tarariras, cachorros de surubíes y por qué no, cuando el caudal del río lo permite, hermosos dorados en sus piedras. Los planetas se habían alineado y, para mi suerte, encontré rápidamente quien me guiara en una salida personalizada: Augusto Verdina, de Campamento Dorado.
Ya a las 7:30 estábamos en el Club Náutico y Pesca de Baradero para salir río Baradero abajo a buscar los arroyos que están a solo 45 minutos de navegación. De la partida fueron Mariel Gómez, Martina y quien les escribe. Ni bien llegamos al lugar elegido, armamos equipos, menos Augusto que ya tenía la caña lista, realizó el primer lance y subió la primera tarucha a la lancha. No me dio ni tiempo para tomar la cámara y sacar la foto: yo estaba eligiendo qué señuelo probar de una amplia variedad que tenía a bordo.
Escamas por todos lados
Ibamos 1 a 0 y esto recién empezaba!!! El guía, gran conocedor de la zona y de cómo provocar a esta especie, utilizaba cuchara N° 5 con anzuelo offset y una ranita de látex que le estaba dando muchísimos resultados. El arroyo donde estábamos anclados tendría unos dos metros de profundidad, por lo que había que buscarlas bien abajo ya que estaban enterradas, literalmente, en el barro. Mi intención era hacerlas subir con señuelos de superficie pero a la mañana, bien temprano, fue casi imposible.
Para ese entonces me estaban llenando de escamas. Yo seguí firme pinchando con algunos pocos enganches errados de superficie. Cerca del mediodía, una vez que se cortó el pique, cambiamos de lugar. El río seguía
bajando muy rápido y solo con una embarcación de poco calado como La Julieta hacíamos la diferencia. Ingresamos a un lugar muy bajo donde me dije: “Ahora sí es mi turno, acá voy a hacer la diferencia”. Primer tiro y logro ver una hermosa tarucha que, por el borbollón, estaba más que enterrada, dejando una estela de barro en su corrida.
Esa fue la primera de muchísimas más, mientras Augusto me decía: “Pasame uno de esos señuelos que trajiste que quiero experimentar esos ataques ex plosivos”. Les dimos una dura batalla los cuatro usando artificiales de superficie. Era tocar el agua, stickearlos con un par de movimientos de caña y tener un nuevo ataque. Dimos con el lugar perfecto para tirar sobre la barranca, lo dejábamos caer y nuevamente otro ataque.
Hubo infinidad de capturas entre los cuatro, y las mujeres tampoco se quedaron atrás con sus cañas. Todos y cada uno de los piques fueron devueltos con el menor daño posible.
Al ritmo de la bajante
No nos dimos cuenta y se pasó volando el tiempo, habíamos quedado que a las 13 haríamos un alto para buscar una sombra (que no abundan en estos arroyos) y almorzar, pero ya eran como las 14:30. Nos dijimos: “Una más.. y vamos”. El sol nos estaba castigando muy fuerte y decidimos cortar para luego retomar. Una vez hecha la recarga de baterías y descansado a la sombra, volvimos al camino dejando derivar la embarcación al ritmo de la bajante.
El agua ya estaba más caliente a esa hora de la tarde, debido a la poca profundidad de este arroyo. Los piques, tanto de flote como de fondo con cucharas, se habían cortado. Ese fue el momento en que dimos por terminada la gran jornada de pesca. Nos llevamos la mejor impresión de este pesquero, que esperamos que sepan cuidar tanto los pescadores deportivos que lo visitan, como también los comerciales. Nos llegan comentarios de que, así como se van sumando aficionados que realizan la devolución de las especies, también se acercan los que hacen todo lo contrario y se llevan heladeras repletas de pescado.
Pesquemos cuidando esta especie e, inclusive, el medio ambiente. Llevémosnos todo lo que trajimos y eso incluye también lo que descartamos. Contratar un guía de vasta experiencia y que conozca el río como nadie es fundamental para aprovechar al máximo cada minuto de pesca. En nuestro caso, Augusto es de esas personas que de los siete días de la semana, cinco está en el río y no tiene problema en compartir su sabiduría desde un lugar de humildad pocas veces visto. Nos llevamos la mejor pesca y dos nuevas amigas de Baradero: Martina y Mariel, que también nos llenaron de escamas.