La última.
En la pesca, como en otras actividades al aire libre, los mejores momentos siempre quedan en la retina y nunca se olvidan, son hechos imborrables en los que siempre aparecen los grandes amigos. Cuando hacíamos travesías largas, de muchas horas, durante el trayecto siempre tenía que molestarlos para pedirles que pararan porque necesitaba ir al baño. Nunca faltaban las cargadas, por más que ellos también terminaban yendo. Ni hablemos de orinar con viento en el bote. Más de una vez caía más adentro que afuera. Por suerte un día opté por una práctica solución: un tarrito (media botella de plástico), que al final era utilizado también por el resto del grupo. Pero volviendo al tema de las paradas en la ruta, más de una vez me hami baño portátil: unas prácticas bolsas para mojarras que tenía de sobra porque en aquella época yo mismo las vendía.
En otra salida, yendo de caza para el lado de Diamante, provincia de Entre Ríos, habíamos parado para comprar algo y de paso ir al baño en la Caminera, que está después del segundo puente de Zárate. Caminé casi una cuadra por el costado de la ruta, donde había unos cuantos puestos que vendían frutas, comida, etc. Compré algo en uno de los locales y ya que estaba aproveché para pedir pasar al baño. Después seguimos viaje hasta la estancia de un primo de mi señora. Allí la pasamos genial, el campo tenía unas 800 hectáreas con una casa tipo colonial espectacular. Durante varios días salimos a caminar y a cazar perdices y liebres.