La Primera no defraudó
San Luis En un día de pésimas condiciones climatológicas, este espejo puntano bien cuidado mostró sus pergaminos en una jornada donde buscar la pesca fue la clave.
San Luis es un destino con excelentes propuestas para pescar pejerreyes, tanto del modo convencional, con cañas de cuatro metros y líneas de dos boyas o paternóster de dos anzuelos, como buscándolos con artificiales en lagunas puntuales. Una de las mejores, sin dudas, para intentar en ambas posibilidades, es Primera Laguna, espejo de unas 160 hectáreas que queda en el paraje La Angelina, a unos 180 km desde San Luis Capital y 130 km desde Villa Mercedes.
Ricardo Paulucci y su compañero David Balbo llegaron a las 8:30 a la laguna, procedentes desde la capital de San Luis. El día nublado, con llovizna, temperaturas de menos de 10 grados y viento sudoeste de unos 30 km, aventuraba que la pesca no iba a ser fácil. La primera parada tras el lento ronroneo del motor eléctrico hasta el destino fue en la zona de La Cruz, llamada así por la presencia de una gran cruz que sirve de referencia.
A l l í a r ma ron ca ñas de 4 metros con reeles frontales medianos con multifilamento de 20 mm y aparejos de flote. Las respuestas fueron inmediatas pero de mucho pescado chico. Por eso David decidió buscarlos más abajo, con un paternóster que mejoró los promedios. El viento se fue intensificando y la dupla decidió cambiar de zona. Para ello se largaron al garete, con una caña buscando el peje hasta el metro y medio de pro
fundidad y otra bien arriba. No hubo resultados.
Al llegar a la otra punta de la laguna, la única opción fue buscar reparo, dado que el día se estaba tornando de incordioso a decididamente peligroso. Fue cuestión de aguantar una hora hasta que parara el viento, como por milagro, y los pejes acudieron a la cita. El paternóster marcó la diferencia en este lugar de anclaje donde las profundidades llegaban a los 7 metros, encontrándose el mayor número de respuestas entre el metro y los dos de profundidad. Pero en la mayor parte de sus zonas costeras, las profundidades son mínimas, por lo que el peje tiene muchas opciones de refugio.
Luego el viento arremetió nuevamente y se inició otro garete, pero ni con tres anclas (un muerto, un ancla en proa y otra a mitad del bote) se podía regular bien el garete. Toda una odisea que insu
Permiso:
mió muchos idas y vueltas que se consumieron la batería del motor eléctrico. Esto llevó a que los sufridos pescadores tuvieran que cruzar al final de la jornada toda la laguna a remo y con viento en contra. Sin dudas, de esas anécdotas de fogón que uno recuerda con sonrisas al pasar el tiempo, pero en el momento en el que hay que vivirlas son más las dudas que las certezas.