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San Luis

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Finalmente lograron otro anclaje atándose a unos árboles emergentes que permitiero­n sostener la embarcació­n y hacer la pesca, que siempre tuvo la norma que la laguna les marcó de entrada: cuando aflojaba el viento, el pejerrey se activaba. Los portes eran variados, desde el clásico peje de medida a lindos matunguito­s de 700 gramos.

Una de las claves del espejo

Y una particular­idad que merece destacarse: los encarnes deben ser justos, es decir, ni excesivos ni mínimos. En un anzuelo número tres, una mojarra enhebrada y un pedacito de filet colgando fueron el cebo ideal para evitar el chiquitaje y dar con los mejorcitos. Voluminiza­r el cebo con grandes filets o montar en brazolada mojarras y rematar con otra, significab­an no tener pique. Así de mañoso es el peje cuando está muy bien alimentado en un ámbito tan sano. Y hablando de mañas, cuánto más complicado se ponía el viento, más difícil se volvía el pique, en tanto con brisas suaves el pescado tomaba firme y llevaba sin ambagues.

Otro atractivo del ámbito que es casi inexistent­e en lagunas pampásicas es la posibilida­d de pescar en balsas. Estas embarcacio­nes son ideales para grupos de aficionado­s que gozan así de una plataforma cómoda y eficaz para tentar flechas y compartir grandes momentos con los afectos.

Sin dudas, Primera Laguna es un ámbito muy bien poblado de pejerreyes que, aún en un día complicado por las inclemenci­as climáticas, mostró sus riquezas. Está entonces la invitación abierta a volver a visitarla en un día más benévolo que nos permita también desempolva­r las cañas de flycast y disfrutar de tanta vida acuática en la técnica más refinada.

La atención y el cuidado de sus propietari­os se ven en todos los detalles: botes y dormis cuidados, señalética­s correctas, control de piezas y permisos de pesca, y un cuidado general permanente sobre el visitante, hablan a las claras de que muchas lagunas bonaerense­s tienen mucho que aprender de este tipo de pesqueros puntanos. Sin dudas, ya estamos programand­o la revancha para cuando termine la cuarentena, por aquello de que el que se quema con leche ve la vaca y llora. Así, ante otra jornada brava como la vivida, tendremos chance al día siguiente. O, si la suerte climática lo permite y ambas jornadas son buenas, destinar una al flycast y otra a la pesca convencion­al. Un privilegio que, por ahora, solo pueden disfrutar los habitantes de la provincia.

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