De otros ríos
Importantes capturas obtenidas en una excursión lacustre al río Concha, donde e nos aventuramos tras grandes truchas. El resultado: un trofeo de más de 5,5 kilos. los.
Antes de partir me dediqué a confeccionar muchas moscas de todos los patrones y variantes personales, para tratar de enganchar alguna marrón que pudiese quedar en mis registros de pescador. Me enfoqué mucho. Estábamos muy ilusionados con mi compañero de viaje: iríamos a la laguna Cayutue (río Concha), en la décima región de los lagos de Chile. Era la primera vez que visitaba ese lugar. Para llegar desde Puerto Varas son unos 70 km; arribamos al puente Ralun para pagarle a un lugareño el arriendo de su bote y allí nomás nos contó mil rumores de gente que decía sacar marrones enormes. Yo estaba cada vez más fascinado y tratando de calmar mi ansiedad: solo quería llegar y conocer el lugar. Cargamos los remos y las llaves para sacarle la cadena al bote, y continuamos nuestro viaje.
4x4 + trekking
La subida hacia Cayutue es un camino muy complicado, solo de acceso en 4x4, como nuestro vehículo. Una vez estacionado, descargamos los equipos, cargamos todo a la espalda y comenzamos con el trekking de una hora aproximadamente. La vista es espectacular: rodeados de árboles milenarios (coihues, canelos, olmos); además se cruzan varios riachuelos; es maravilloso. Pese a lo agotados que veníamos por la carga de equipos en la espalda, nada nos importaba. Nuestra meta era llegar a la laguna entre mil mentiras de pescador, risas y anécdotas de dos guías y compañeros. Así que disfrutamos bastante de la caminata.
Cuando por fin alcanzamos el espejo de agua, fuimos a buscar el bote y lo empujamos 150 m hasta la orilla. El cansancio que sentíamos era evidente, aunque apenas eran las 8:30 de la mañana. Pero, una vez en la laguna, con las cañas armadas, fue como si hubiésemos vuelto a la vida. Llevé un equipo de caña mosquera de cuatro tramos N° 6, línea de hundimiento de 200 gr y líder de floruro carbono del 0,20 para 7 kg. Esta laguna tiene muy buena pesca de marrones y arcoíris, y pescamos con rotación al remar cada hora, para que ambos pudiéramos tener posibilidades.
La pesca estaba muy activa, el problema fue que las horas pasaban volando. Nuestro principal objetivo era ir al río Concha, donde todos comentaban que existían marrones muy grandes pero difíciles de engañar. A las 14 comenzamos a remar cruzando la laguna completa, había un fuerte viento, lo que nos dificultó llegar y nos atrasó bastante, tardamos unos 40 minutos en llegar hasta ahí. Y cuando lo hicimos, el río era un espectáculo, rodeado de vegetación, se daban las condiciones perfectas para conseguir truchas.
Flor de truchón
Iniciamos con una pesca muy activa de marrones y arcoíris de todos los tamaños. Ibamos remontando el río y sacando marrones muy lindas, aunque el bote era grande para el cauce, por lo que nos costaba mucho pasar y seguir avanzando, pero no nos detuvimos. Empujamos e hicimos todo lo posible para seguir subiendo, con la intención de llegar a lugares que sabíamos que nadie accedía de forma fácil, solo pescadores fanáticos y entusiastas como nosotros.
A medida que llegábamos más lejos, los tamaños de los peces iban aumentando, hasta que
medio del río. Cabe recalcar que el Concha es pequeño, tiene un máximo de 5 m de ancho y está lleno de arbustos, lo que dificulta presentar una mosca. Pero una vez que la dejé en el agua, sentí un pique monstruoso que barrió con mi línea en cosa de segundos. Tuve que sostener firme la caña porque estaba lleno de palos bajo el agua. La marrón luchó mucho, dando saltos río abajo que fueron impresionantes. Estaba nervioso, sabía que no la podía perder, era el truchón de mis sueños.
Felicidad y tormenta
Llegó el momento en que logré dirigirlo hasta el bote, en una pelea muy agresiva dado el tamaño del cauce, hasta que logramos sacarlo. El marrón era estéticamente hermoso, de 5,5 kg aproximadamente, un macho espectacular que estaba muy saludable y gordo. Recuerdo que mi mano, al cargarlo, se cubría con su gran tamaño. ¡No lo podía creer, me dejó sin palabras! Sacamos un par de fotos y realicé la devolución de forma exitosa.
Sin darnos cuenta, ya eran las 20:30, estaba oscuro y decidimos volver para armar la carpa. Pero comenzó un fuerte temporal. Nuestra única preocupación era el celular que contenía todas las fotos y videos de la pesca. Se nos inundó la carpa, dormimos pésimo, fue duro, pero nada nos quitó la felicidad de esa jornada.
Logramos pasar la noche y en la mañana regresamos a Puerto Varas. Resultó una experiencia increíble y muy recomendable para todo pescador que llegue a Chile. Aún quedan marrones de tamaño considerable, lo importante es seguir cuidando el recurso para disfrutar de esta actividad que nos apasiona. La marrón seguirá creciendo y, quién sabe cuándo, volverá a tomar una mosca y alguien será el nuevo afortunado. Soy mosquero desde los 10 años, hoy tengo 25, segunda generación de guías y pescadores que comenzó con un pionero de esta actividad en Chile.