Los Andes al alcance de la mano
Desde Tinogasta o Fiambalá -oeste catamarqueño- una excursión sobre asfalto por la ruta de los Seismiles al pie de los Andes rumbo al Paso San Francisco que conecta con Chile, entre los picos más altos del país. Alternativas de trekking y 4x4.
chín (se permite pescar truchas de noviembre a marzo). A los 2.000 metros desaparece todo árbol y hay montañas cubiertas de arenisca roja del Paleozoico y otras muy oscuras por la magnetita oxidada. Estas onduladas alturas fueron alisadas por el paso de los glaciares en la última Edad de
Hielo, hace 110.000 años: parecen cubiertas por un degradé aterciopelado. Es la colorida desnudez de la Tierra trasluciendo sus entrañas minerales.
A la vera de la ruta aparece el Refugio Nº 1, el primero de seis a lo largo del circuito: son triangulares con techo de metal. En
el interior tienen leña y sistema de radio para casos de desperfecto técnico. Los ciclistas los usan para dormir y los camioneros en caso de extrema nevada. A los 3.000 metros llegamos al Valle de Chaschuil y comienza a faltarme un poco el oxígeno. Casi no hay vegetación.
Almuerzo con altura
En la lejanía se levanta el volcán Inca Huasi –6.640 metros–, el primero de los Seismiles: no lo perderemos de vista nunca. En su cima se encontró un santuario inca con una estatuilla de plata, hoy en el Museo del Hombre en Fiambalá. Ya a mitad del recorrido brilla nevada la cordillera de San Buenaventura, el límite austral de la Puna. A los 3.400 metros llegamos al hotel Cortaderas y almorzamos con vista al valle (una opción es dormir aquí y contratar una excursión en 4x4 al Balcón del Pissis).
Retomamos la ruta y en las lagunas aparecen gallaretas negras de pico amarillo, patos cordilleranos y flamencos. Bajo un cielo azul veo dos cóndores circulando en espiral hacia las alturas, a bordo de una corriente térmica. A partir del paraje Casadero Grande –3.600 m– aparecen las mayores montañas. Aquí acampan centenares de escaladores que llegan de todo el mundo para subir las cimas nevadas de los Seismiles. El volcán Ojos del Salado –6.864 metros– es el más alto del mundo. Hago un paneo y descubro
recomienda comer liviano, tomar agua y masticar coca).
Del otro lado de la cordillera
Pasado el límite, se puede seguir unos kilómetros hasta la L ag una Verde chilena y pegar la v uelta o continuar 280 kilómetros a la ciudad de Copiapó y luego al desierto de Atacama. Pero ése ya es otro viaje. Pegamos la vuelta y en el paraje La Gruta nos desviamos –hay un cartel– hacia un cercano piletón con una casilla y una pequeña terma sulfurosa. Nos bañamos y luego hacemos un picnic sentados en bancos donde el lujo es la inmensidad.
Al día siguiente regresamos a la zona con una excursión en 4x4 y guía local para desviarnos de la RN 60 por un sendero de tierra hasta la base del volcán Pissis (uno podría venir por su cuenta con vehículo adecuado, comunicación y guía: es fácil perderse). A los 57 kilómetros aparecen el volcán Laguna Negra y el Balcón del Pissis con vista a las lagunas Azul, Negra, Verde y Aparejos, rodeadas de Seismiles: el Nacimiento, el Tres Cruces y el Pissis. Al continuar entre manadas de vicuñas y guanacos hasta la base del Pissis, aparece un camping agreste donde se aclimatan quienes aspiran a trepar alguna de las cinco cimas de ese volcán –la más alta mide 6.795 metros–, que es también la segunda montaña más alta de América.