Temporada de truchas. El río Limay presenta los mejores ejemplares de este verano.
Truchas marrones y arco iris en una flotada entre Rincón Chico y Villa Llanquín, Río Negro. La consigna, equipos muy livianos para que nuestro contrincante nos haga vibrar de emoción.
El Limay Superior es sinónimo de pesca con grandes streamers, líneas de hundimiento y truchas migratorias. Por lo menos, para la mayoría de los pescadores. Pero puede ser mucho más variado y enriquecedor que solo eso. Lograr interpretar en qué momento cambiar es clave para alcanzar una jornada placentera y no volver a casa con las manos vacías.
Este inicio de temporada fue complicado para poder flotar, ya que el puente que cruza de Río Negro a Neuquén se encontraba cerrado. Los que vivimos del otro lado del puente, en Río Negro, tuvimos que esperar hasta los primeros días de diciembre para hacer unos lances en este hermoso cauce. Esto nos permitió planificar cuidadosamente la salida con Matías Curuchet y Nicolás Rivero: flotar el segundo tramo sería nuestra meca, y lo haríamos en la sección que comienza en Rincón Chico y termina próximo a Villa Llanquín.
Compañero inseparable
Para nuestro cometido bajamos a “El Tamayo”, que no tocaba el agua desde marzo pasado, y que seguramente tenía tantas ganas como nosotros de volver a la oficina, como solemos decir. Armamos la artillería pesada: caña #7 y #8, shooting de hundimiento 6, y líderes de 4 pies terminados en 0,33 mm de tippet. Al final
del tramo atamos una mosca imitación de alevino blanco, articulada, como para terminar de darle forma al equipo. Nunca se sabe con lo que uno se puede encontrar en esta cuenca, así que siempre es mejor estar preparado. A un costado dejamos lista también la caña # 5 con línea de flote y una mosca seca clásica –Parachute Adams– en anzuelo #16. Este mes es el de cambio, donde la temperatura empieza a subir y se puede apreciar más actividad de insectos en superficie. Así que mejor que sobre y no que falte.
En busca de la estrategia
Las condiciones estaban ideales. Veníamos de una semana de mal clima, con lluvias y bajas temperaturas. Pero el día anterior a la flotada, el pronóstico había cambiado y la jornada se presentaba con calor y soleado. Ya en el primer pozo, mientras remábamos un poco para ganar unos metros, espantamos varias truchas en el agua baja, que le daban la chispa de ignición para empezar el día motivados. Hicimos varios lances a la corriente, dejando entrar la mosca al agua baja, y una vez ahí, recogiendo a diferentes velocidades, fuimos cubriendo la primera parte sin mucha acción.
F ue entonces cuando nos cruzamos de margen y nos quedamos trabajando en la desembocadura de un brazo. Era momento de empezar a probar diferentes alternativas. Matías decidió cubrir la costa con la mosca seca, y así fuimos bajando. Llegamos aguas arriba de la bocatoma, zona que suele ser muy fructífera, en especial con arco iris, y sin muchas vueltas comenzamos a tener algo de acción en los streamers. Las tomadas en la mosca seca seguían sin aparecer.
En esta época, si los niveles de agua son altos, hay muchas zonas inundadas y su flujo pasando entre los sauces genera diferentes áreas con corrientes que traen alimento. Buscar las truchas en este tipo de agua es una buena alternativa. Así que, ya cerca del mediodía y con un poco más de calor, comenzamos a trabajar este tipo estructura: aguas bajas con sauces y corriente, cañas #5 de 9 pies, líneas de f lote y leaders relativamente largos, de alrededor de 10 pies terminados en 4x. Las moscas, la Parachute Adams –la Woolly Bugger de las secas, como suele decir un amigo–. Tres lances aguas arriba, corrigiendo para evitar que la corriente las arrastrara, y ahí estaban. Las acciones era continuas. Fuimos haciendo cambios de mosca y, en menor o mayor medida, con todas teníamos respuestas positivas. Si bien no había una eclosión definida, las truchas no dudaban en tomar cualquier imitación de insecto.
Llegaron las más grandes
Después de varias capturas era momento de dejar descansar el lugar. Picamos algo, mientras charlábamos y mirábamos la corredera. Matías reaccionó al ver algo que le pareció una tomada de una trucha de buen tamaño.
Dejando la pausa de lado, sin dudarlo agarró nuevamente la caña y comenzó a lanzar. Primer tiro y la trucha no pudo rechazar el ofrecimiento. Tomó y enseguida comenzó a pedir línea, demostrando que era bastante mayor a lo que hasta hora veníamos sacando. La tuvimos que ir trabajando con paciencia. Una vez que estaba lista, nos arrimamos a la costa para las merecidas fotos. Una hermosa arco iris con pintas y coloreada, un tesoro genético de esta cuenca. Es muy fácil asustarse y marearse con el tamaño del río, y verlo como algo inalcanzable y avasallador. Pero en estas condiciones, si uno cambia la forma de mirar y lo pesca como en pequeñas secciones, se vuelve más accesible y fácil de trabajar.
Ya estabámos más que satisfechos. Buen clima, buena pesca y mejor compañía. ¿Qué más podíamos pedir?
El siguiente lugar fue “el pozón de la suegra”. Un remolino característico de esta sección del río y parada obligatoria, más si están dadas las condiciones para este tipo de pesca. C omo era de espera rse, no falló. Siempre lanzando hacia los sauces y buscando esa espuma que indica un cambio de corriente y el transporte de alimento. Ahí es donde ellas esperan con paciencia que pase la tentación frente a sus ojos. Es un lugar que suele tener bastante presión de pesca, por lo que es bueno afinar el leader y trabajar en presentaciones prolijas. Rara vez falla.
A dos manos
Era hora de almorzar, descansar y, por qué no, hacer algunos lances en el pozon “el 30”. Otro clásico de esta sección. Con condiciones de agua alta, las cañas de dos manos o Spey son de gran ayuda para facilitar los lances sin tener que vadear tanto y, por lógica, pescar más relajados.
Uno siempre tiene el deseo de llegar al otro lado, pero no hay que olvidarse de que las truchas pueden estar más cerca de lo que pensamos. Así que, aprovechando la parada, le hicimos dos o tres pasadas, cambio de mosca y seguimos.
Nuevamente nos decidimos a seguir flotando. Como la mañana había sido tan fructífera con moscas secas, decidimos probar otras técnicas y ver si estaban funcionando también. En esta oportunidad, lanzandostrea mers contra la costa, en las estructuras y aguas bajas, y recogiendo a gran velocidad, en una técnica que se conoce como al golpe. Nico comenzó con una imitación de alevino y yo con una Zonker bien lastrada y con mucho brillo.
Las acciones fueron mayores en la mosca brillante. Nuevamente, cada rincón escondía alguna sorpresa. Nada fuera de lo común en cuanto a tamaños, pero constante, lo que hizo terminar una jornada increíble. Moscas secas y streamers; marrones plateadas y residentes, y gran cantidad de arco iris. Una combinación con la cual es difícil volverse insatisfecho. Muchas veces nos focalizamos solo en los grandes trofeos y dejamos de lado este tipo de pesca que es desafiante y, a su vez, gratificante. Nada de gran tamaño, pero con equipos livianos y algo de corriente, estos peces son grandes contrincantes, y van a dar más alegrías a quien está dispuesto a cambiar de estrategia, mirar un poco diferente e ir tras ellos.