Truchas del río partido.
Flotada de dos días con campamento en el extraordinario Limay Medio a lo largo de 40 km de río. Técnicas, tácticas, estrategias, equipos y moscas para enfrentar a truchas salvajes, combativas y extremadamente vigorosas.
Flotada de dos días con campamento en el extraordinario Limay Medio rionegrino, a lo largo de 40 km de río. Técnicas, tácticas, estrategias, equipos y moscas para enfrentar a truchas salvajes, combativas y extremadamente vigorosas.
Quien se adapta más rápido, subsiste mejor. Sale airoso. En definitiva, sobrevive. Alguna vez fue uno. Entero. Largo. Permanente. Pero diferentes proyectos hidroeléctricos fueron partiendo al río en tramos. La cuenca es la misma. El agua también. Pero el Limay antes fluía ininterrumpidamente y ahora viaja raudo por momentos y se toma descansos contra los paredones de las represas Alicurá, Piedra del Águila, Pichi Picún Leufú, El Chocón y Arroyito. Y las truchas que antes hacían largas migraciones se habituaron a un nuevo status. Con tramos de río correntoso y aguas mansas, establecieron otro orden de migración y reproducción en cada segmento actual del río. Se adaptaron. Sobrevivieron. Y en algunos tramos, como en del Limay Medio, que va de la presa Pichi Picún Leufú hasta el embalse Ezequiel Ramos Mexía, esa supervivencia no solo fue exitosa, sino que generó excelentes condiciones para los salmónidos.
Con la idea de sondear este extraordinario sector del río, que hacia el tramo final de la temporada recibe el arribo de marrones migratorias de categoría trofeo, con José Luis y Nahuel Moral, amigos con los cuales llevamos a cabo extraordinarias pescas en el pasado, pergeñamos el presente relevamiento al que se sumaron Guillermo Palacios y Javier Vera.
De la localidad de Piedra del Aguila y a unos 12 km en dirección a Neuquén, está el camino de entrada a la represa Pichi PicúnLeufú, se toma a la derecha por unos 6 km más, se cruza el puente que está unos 600 m aguas abajo del paredón y apenas se traspone, se toma a la izquierda por un camino que va paralelo al cauce hasta la tranquera de la familia Martínez. Allí se avisa que se va hasta lo de Tapia, que es el campo siguiente. Ya en lo de Tapia se arregla con el poblador el costo de la bajada de lancha y se comienza la flotada.
Equipos recomendados
En esta primera parte de la temporada hay un poco más de agua y más fría, y las buenas truchas suelen posicionarse más cerca del fondo de lo que fue el curso del Limay antes de la represa. La idea es, a medida que se navega en la balsa, ir leyendo el río y sus cambios de profundidad para llegar con la mosca a esos lugares hondos del antiguo cauce. El viento patagónico, y la
necesidad de hacer lanzamientos largos y calar hondo, imponen usar equipos de potencia de entre #7 y #8, con líneas densas que bajen o armadas con un shooting de hundimiento y amnesia, que despide, vuela y hunde muy bien por la baja resistencia del nailon al viento y al agua en estas condiciones de río, permitiendo derivas profundas y efectivas. Al final va un líder de 9 pies y un tippet 0X. En cuanto a moscas, minnows de buena silueta atados en anzuelos 2 y 4 en color blanco, verde oliva y negro. Y estrímeres clásicos como Woolly Bugger y sus variantes, Rabitt, Zonker e Intruder, por mencionar algunas de las utilizadas, atadas en anzuelos 4 y 6, en colores verde, negro y chartreuse. La idea es imitar alevinos de pejerrey, bagres, pequeños peces, pancoras y cangrejitos.
A lo largo de la jornada se fueron capturando indistintamente marrones y arco iris residentes, con preferencia de las marrones en la profundidad del río y las arco iris, menos territoriales, en todos lados: hondura, orillas y juntas de agua. Las dos mejores fueron marrones, una capturada por Nahuel en un pozón a la salida de una isla con una Zonker oliva en anzuelo 6 y José Luis prendió otra linda con una mosca de su propia factura, que es una variante de Woolly Bugger de cola y cuerpo bicolor, oliva y naranja, a la que llama Pepe Mosquero.
Campamento todo terreno
Terminar una jornada navegando por un río como este, enmarcado por paisajes y cielos inconmensurables, tallados por pinceladas de viento patagónico, con unos cuantos piques, capturas y anécdotas en el haber, y llegar a un campamento pasando el Paredón de los Adoquines con todo armado, el fuego prendido, generador de electricidad, carpas con catre, baño químico, tragos en copa de vidrio y el asadito crepitando en la parrilla , es casi como tocar el cielo con las yemas de los dedos todavía mojadas y con olor a escamas.
Para el segundo día restaba hacer la otra mitad del recorrido. Por momentos el viento complicó la navegación y la pesca, pero de todas maneras se pudo actuar, con resultados parecidos y con el mismo entusiasmo del día anterior. El Limay Medio además de pescarlo con grandes estrímeres se lo puede afrontar con cañas de potencias #5 y #6 con líneas de flote, líderes de 10 a 11 pies terminados en tippet 2X y alguna atractora grande o, también, con ninfas o con alguna pequeña
mosca seca. No deben faltar en la caja las Chernobyl, los Hoppers, alguna Fat Albert, ni las ninfas como Pheasant Tail, Copper John, Prince, Damsel y Dragonfly para el verano. Y en cuanto a secas: Royal Wulff, Elk Hair Caddis, Adams, Black Gnat y Humpy.
Si no vemos eclosiones puntuales o truchas patrullando en alguna orilla, hay muchos brazos del mismo río que se van uniendo y esas juntas de agua –o “costuras”, como le llaman también–, son muy buenas para hacer subir alguna trucha con una atractora grande e incluso con una seca.
La flotada terminó en Naupa Huen un pequeño pueblito de Río Negro, después de dos días completos de pesca, 40 km del cauce de agua y muchas vivencias que quedaron atrás. Y el aprendizaje que nos dejan las truchas del Limay Medio que, aunque en algún momento les seccionaron su río, les modificaron hábitat y hábitos, ellas se reconvirtieron, se adaptaron, se fortalecieron y están ahí para seguir dándonos grandes alegrías y para demostrarnos que, como dice el refrán, lo que no mata, fortalece.