Weekend

Dos coordenada­s de puro off road.

Aventura por las piedras y arenas volcánicas mendocinas­mendocinas. En 4x4 descubrimo­s la casi desconocid­a Cascada del Colorado, recorrimos las Dunas del Nihuil y disfrutamo­s en familia de almuerzos al aire libre en lugares soñados.

- Por Marcelo Ferro.

Aventura por las piedras y arenas volcánicas mendocinas. En camionetas 4x4 descubrimo­s la casi desconocid­a Cascada del Colorado, recorrimos las Dunas del Nihuil, disfrutamo­s en familia de almuerzos al aire libre en lugares soñados y visitamos una bodega especializ­ada en la cepa bonarda.

Exx ii ssttee u n a c o orden ada que mu y pocos tienen la ventura de conocer: S34°32’34.05” W68°40’37.63”. Está fuera de todo circuito convencion­al y muy lejos de los paquetes que se contratan en las agencias de turismo. Si la extrapolam­os a Google Maps, el caracterís­tico ícono del globito rojo aparecerá sobre el lecho de un río: el Seco Salado. Ese fue el destino propuesto por Mainumby 4x4 en su programa de travesía, sintetizad­o en apenas tres escuetas palabras que a simple lectura no generaban demasiada expectativ­a: “Cascada del Colorado”. Sin embargo, se trataba de un nombre que cobraba dimensión misteriosa al busbus-

carlo en internet, porque casi no aparecía informació­n al respecto. Apenas algún track de trekking de dudosa similitud, más vinculado con otras zonas de Mendoza, no con esta que descubrirí­amos a menos de 50 km de San Rafael, y a escasos 10 km del Club de Náutica y Pesca Los Reyunos. ¡Qué raro que Google supiera tan poco!

Hacia las piedras

Quince camionetas partimos por la Ruta 150 hasta un punto incierto en el que giramos a la derecha por un camino de tierra que comenzó sencillo a lo largo de amplios paisajes, pero que rápidament­e se transformó en un verdadero off road a través de sendas de piedra encajonada en ocasiones, que requerían buen despeje del suelo, la orientació­n de un spottering (ayudante externo que con su mano indica hacia dónde girar la dirección), torque en los motores y buena muñeca al volante. El recorrido era apto para todo tipo de conductore­s, supieran manejar una 4x4 en diferentes superficie­s o hicieran sus primeras incursione­s en terrenos fuera de lo convencion­al. Un mix poco frecuente en travesías, pero muy bien logrado por la organizaci­ón.

Estos caminos abandonado­s que muchos sanrafaeli­nos ni siquiera conocen fueron utilizados por las empresas de servicios que tendieron las líneas de alta tensión en la zona. Recorrerlo­s es un desafío, es trabajo en equipo, colaboraci­ón para que todos lleguen a destino: unos arman toboganes de piedras para que los vehículos los pisen y desciendan con menor dificultad, otros machetean ramas para evitar roces laterales. Están los que arengan cada maniobra, los que filman, ceban mate, aplauden..., los que se acercan a la ventanilla para transmitir­les sus experienci­as a los más nuevos, quienes agradecen esa buena predisposi­ción. Mantener a 40 personas ocupadas en esta tarea que demanda más de un par de horas resulta un éxito. El clima es familiar, sin lugar para las chicanas, las vanidades, los egos ni la soberbia. El lema de Verónica Romaña, directora de Mainumby 4x4, es: “Somos un equipo, un gran equipo que vino a disfrutar, a aprender y a hacer lo que le gusta: seamos respetuoso­s del otro y de la naturaleza”.

El premio al final del camino resulta inesperado y asombroso: un pequeño anfiteatro horadado en las coloridas rocas de la penillanur­a cuyana. Sin dudas, el mejor restaurant­e del mundo improvisad­o a cielo abierto donde, distanciam­ientosocia­lmediante, degustamos empanadas, diferentes salames, jamón crudo, queso, berenjenas y otras delicatess­ens regionales que culminaron con café, té, muffins y alfajores.

Ahí nomás, a escasos 100 m, estaba la Cascada del Colorado, esa misma que en el programa de travesía había pasado desapercib­ida y que ahora se rendía majestuosa a nuestros

pies. Agua de vertiente que caía desde 15 m de altura con una particular­idad: es agua salada, el único arroyo de San Rafael con esta caracterís­tica. Casi imposible querer emprender el regreso con el sol del atardecer recortándo­se entre las piedras y reflejándo­se en el lecho de un río apenas húmedo. Pero el argumento tentador fue imbatible: “Esta noche cenaremos asado y chivito”. Se acabaron las excusas: los motores se pusieron en marcha y comenzamos a volver por una trepada de piedra suelta, atravesada varias veces por cristalino­s cauces de agua. La cuota de adrenalina y aventura estaba satisfecha.

Rumbo a la arena volcánica

En un nuevo día, el desvío del cronograma nos sorprendió en plena travesía camino a El Nihuil. Por la radio VHF (provista por la organizaci­ón a cada camioneta), la guía de la caravana moduló que en lugar de llegar a las dunas por asfalto –como estaba previsto–, lo haríamos por el Cañón del Atuel, un accidente geográfico único en Sudamérica y un destino muy elegido por los turistas de nuestro país. El río Atuel baja desde la Cordillera de Los Andes y es contenido por la represa El Nihuil, desde donde desciende por 50 km hasta el embalse Valle Grande. El agua y el viento han erosionado la zona durante millones de años, ge

nerando sorprenden­tes figuras en las rocas que corren a través de un camino paralelo al río Atuel. En el trayecto nos detenemos en una de las más famosas: El Submarino, y rápidament­e seguimos hasta una de las usinas transforma­doras de energía donde, charla técnica mediante, nos explican paso a paso el sistema de generación eléctrica.

En busca de otro waypoint

Escasos kilómetros después, tal como estaba previsto, arribamos a la villa El Nihuil y, tras dejarla atrás, a la segunda coordenada importante de esta travesía: S35º4’20” W68º37’52”, puerta de entrada a las dunas, el parque de diversión más buscado por los amantes del 4x4, y uno de los circuitos de mayor complejida­d del Dakar 2012, según los propios pilotos. Literalmen­te, un desierto formado por sedimentos de arena volcánica que ocupa unas 30.000 hectáreas y cuyas formacione­s alcanzan los 200 m de altura.

Tras bajar la presión de los neumáticos para ensanchar la pisada y recibir los tips de manejo adecuados a cada vehículo (tracción doble alta en los nafteros o diésel con turbo y régimen de revolucion­es de entre 2.500 y 3.500 vueltas), y doble baja en los diésel sin turbo o nafteros de poca potencia (RPM entre 3.500 y 4.500), recorrimos pendientes, crestas y ollas en busca de la emoción que genera este tipo de terreno, que poco tiene que ver con el de los médanos de la costa atlántica. Esta arena es más fina, resbaladiz­a y obliga a otro tipo de conducción para no encajarse.

La única similitud está en las medidas de seguridad, entre las que destacamos tres de las 25 del instructiv­o que Mainumby 4x4 envió a los conductore­s en los días previos al viaje: 1) si con el envión no se llega al filo, descender marcha atrás por la misma huella; no girar en redondo; 2) encarar los médanos siempre de frente, nunca de costado ni en diagonal; y 3) si empezamos a quedar de costado en una ladera, nunca enderezar el vehículo, sino girar las ruedas en dirección a la pendiente y encarar en línea recta hacia abajo.

El almuerzo otra vez fue al aire libre, vaya uno a saber en qué olla de las dunas. Lo cierto es que estábamos al reparo del viento degustando gastronomí­a casera sanrafaeli­na bajo una resolana que invitaba a la siesta, pero habíamos llegado hasta acá en busca de emociones más fuertes, y tras ellas continuamo­s hasta la caída del sol, momento que aguardamos a orillas del embalse El Nihuil, mientras reponíamos el aire de los neumáticos disfrutand­o de unos mates para regresar a San Rafael e ir en busca de buenos vinos –visita guiada mediante– a la bodega Chayee Bourras, elaborador­a de excelentes bonarda, entre otras cepas. La escritora estadounid­ense Helen Keller manifestó alguna vez: “La vida, o es una aventura o no es nada”. Ya nos inscribimo­s para la próxima travesía...

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 ??  ?? La Cascada del Colorado, un lugar casi desconocid­o por los propios habitantes de San Rafael. Se accede por viejas sendas de piedra utilizadas por quienes colocaron las torres de alta tensión. Izq.: descenso desde una cresta hacia una profunda olla en las Dunas del Nihuil.
La Cascada del Colorado, un lugar casi desconocid­o por los propios habitantes de San Rafael. Se accede por viejas sendas de piedra utilizadas por quienes colocaron las torres de alta tensión. Izq.: descenso desde una cresta hacia una profunda olla en las Dunas del Nihuil.
 ??  ?? Arriba: el camino a la Cascada del Colorado transita a través de hermosos valles de piedra surcados por cristalino­s cursos de agua. Centro: momento de un break durante el atardecer en las Dunas del Nihuil. De fondo, el embalse homónimo, donde culminó el día de travesía con merienda e inflado de cubiertas.
Arriba: el camino a la Cascada del Colorado transita a través de hermosos valles de piedra surcados por cristalino­s cursos de agua. Centro: momento de un break durante el atardecer en las Dunas del Nihuil. De fondo, el embalse homónimo, donde culminó el día de travesía con merienda e inflado de cubiertas.
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 ??  ?? Arriba y abajo, algunas de las dificultad­es del camino: desniveles en la piedra que obligan a pasar despacio siguiendo la guía de un spottering, y encajadas en la arena que se resolviero­n con el uso de un malacate. Izq.: almuerzo de travesía en medio de la más plena soledad de las dunas, siguiendo los protocolos del Covid. Y fachada de la bodega Chayee Bourras, donde realizamos una visita guiada con posterior degustació­n de vinos.
Arriba y abajo, algunas de las dificultad­es del camino: desniveles en la piedra que obligan a pasar despacio siguiendo la guía de un spottering, y encajadas en la arena que se resolviero­n con el uso de un malacate. Izq.: almuerzo de travesía en medio de la más plena soledad de las dunas, siguiendo los protocolos del Covid. Y fachada de la bodega Chayee Bourras, donde realizamos una visita guiada con posterior degustació­n de vinos.
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Weekend integró la travesía organizada por Mainumby 4x4, de la que participar­on 14 camionetas (abajo). Todos los pilotos recibieron como obsequio un completo kit con gorra, vasos, tablita, alcohol, barbijos, mochila Campinox, revistas y tutoriales con tips de conducción.
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Arriba: el anfiteatro de la Cascada del Colorado, un lugar increíble al que solo se puede llegar en 4x4, guía mediante para no desorienta­rnos. Allí almorzamos. Derecha: El Submarino, famosa formación del Cañón del Atuel.
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