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Sierra chica, grandes carpas.

Recorrimos el arroyo Tapalqué, próximo a Olavarría, en busca de grandes carpas. Y el resultado fueron ejemplares de casi cinco kilos, aunque hay más grandes. Técnicas, equipos y carnadas.

- Por Marcelo Albanese.

Recorrimos el arroyo Tapalqué, próximo a Olavarría, en busca de grandes carpas. Y el resultado fueron ejemplares de casi cinco kilos, aunque hay más grandes. Técnicas, equipos y carnadas.

Apesar de que las condicione­s climáticas están sufriendo altibajos con las temperatur­as, nuestra idea fue ir en busca de grandes carpas. Nos pusimos en contacto vía telefónica con Martín Gregorini, conocedor y fanático de esta especie, quien comentó que en buena parte del arroyo Tapalqué se estaban dando grandes ejemplares. Así que con estos datos bien fresquitos emprendimo­s viaje hasta la zona de Olavarría.

El día anterior al concertado para los relevamien­tos, partimos por RN 3. La distancia desde Capital Federal hasta el lugar es de 354,8 km. Para llegar frescos nos alojamos en Sierra Chica y en la mañana del siguiente día comenzamos la recorrida por el arroyo Tapalqué desde la propia Sierra Chica. Martín y Gustavo Gregorini eran nuestros anfitrione­s. Gran parte de este cauce tiene lugares públicos para la pesca y otros sectores son campos privados a los que solamente se puede ingresar con los guías.

El arroyo Tapalqué es un cauce de agua que fluye a través de la provincia de Buenos Aires. Posee una extensión de 120 km aproximada­mente y corre por el centro del territorio en dirección noreste. El origen es la cañada del Perdido, en el partido de Benito Juárez, luego penetra en Olavarría, territorio que atraviesa y sobre cuyas márgenes se encuentran varias poblacione­s. Posteriorm­ente, el arroyo se adentra costeando el partido de Azul y pasa por la localidad de Tapalqué, la que atraviesa en dirección norte. En esta ciudad, sobre la margen este del arroyo, se desprende el canal artificial Nº 11 que, luego de conectar con el canal artificial N° 9, termina desaguando en la Bahía de Samborombó­n. Finalmente, el cauce del arroyo que no se desvía por el Canal 11 entra en el partido de General Alvear, donde suele desaparece­r en una zona de bañados. Sin embargo, durante períodos de lluvias y crecidas, lo cual acontece a menudo, el arroyo continúa hasta llegar a la ciudad de General Alvear, en cuyas cercanías confluye con el arroyo De las Flores y, a su vez, aporta agua al cauce del río Salado.

Los equipos y la pesca

Utilizamos cañas de dos tramos en 2,50 m y varas cañas telescópic­as de 5,40 m compuestas de grafito elástico, reeles rotativos y frontales cargados con multi

filamento de 0,18 mm, líneas de fondo con dos anzuelos y plomo de 80 g corredizo. Las líneas elegidas fueron las de flote, con boya barranquín intercambi­able formada por dos anzuelos. La carnada, un preparado específico de pasta con atrayentes, en la que podemos ir variando los colores y sabores del cebo. El lugar ofrece buenos remansos con curvas y contracurv­as donde se frena bastante la correntada, lugares ideales para buscar a la especie. Así fue como, tras encarnar los aparejos, arrojamos las líneas al agua a la espera de los piques.

Piques fallidos

En este sector obtuvimos muchos piques pero no pudimos concretar alguno: la gran cantidad de viejas del agua que alberga este arroyo no dan tiempo a que perdure la carnada en los anzuelos. Otro de los datos a tener presente es que, cuando nos topamos con un gran cardumen de viejas del agua, lo más aconsejabl­e es correrse del lugar de pesca porque a su vez corren al cardumen de carpas. Comenzamos a recorrer el arroyo caminando bien pegados a la barranca para observar desde arriba algún movimiento o salto de carpa. Recién a unos 200 m de donde comenzamos la jornada pudimos ver actividad en superficie. Volvimos a encarnar y fuimos probando diferentes modalidade­s, tanto con línea de flote como de fondo.

M ientras Ma r tín acomodaba los aparejos, yo fui cebando el lugar donde estaban las líneas en el agua: preparaba pequeñas bolitas de la misma masa encarnada en los anzuelos y las arrojaba en ese sector. Luego de una larga espera, en el aparejo de Martín se dio el primer pique, con una llevada muy suave y toques dudosos, hasta que de

repente se concretó la acción y por fin el pez decidió comer con firmeza, momento de clavar y de trabajar con la estrella del reel floja, para darle al pez su tiempo y no apurar la acción (caso contrario corremos el riesgo de perder la pieza por corte de línea). Logramos acercar el ejemplar hasta la orilla y con la ayuda del copo completamo­s la maniobra para poder izarlo. En la balanza nos acusó 4,350 kg, así que luego de fotografia­rlo, con el mayor cuidado volvió a su hábitat natural. El reloj nos acusaba las 13, por lo que optamos por degustar una rica picada.

Tarde a pura acción

Martin nos contaba que la mayoría de las veces los piques se dan con mayor firmeza desde la media tarde hasta la caída del sol, y más de una vez se presentan en simultáneo. Volvimos a dar una repasada a nuestros encarnes, a la espera de que los piques llegaran y, después de lo que nos anticipó Martin, la media tarde se presentó tal como lo había pintado: con ejemplares muy robustos en diferentes modalidade­s, tanto de fondo como con línea de f lote anclada. La pesca se puso muy entretenid­a hasta la caída del sol, cuando dimos con buenas piezas pero no pudimos lograr ejemplares por arriba de los 10 kg que hay en el lugar. Se logran es esos días de suerte. Cabe destacar que sí logramos una “carpa espejo” o “carpa cuero”, variedad de la especie que podemos encontrar en el lugar.

Descripció­n de la especie

La carpa común puede llegar a medir 1,20 m de largo y pesar hasta 40 kg, aunque normalment­e en estado adulto mide de 60 a 90 cm. Nada formando cardúmenes, es omnívora y resistente a una gran variedad de condicione­s climáticas. Se han dado casos de especímene­s que han llegado a vivir 65 años. Los ejemplares salvajes son más pequeños y achatados que los domésticos. Ambos presentan una espina dorsal cerrada caracterís­tica, y sus escamas son largas y finas.

Los machos tienen la aleta ventral más larga que las hembras, y el color y tamaño de los ejemplares son muy variables, dependiend­o de la alimentaci­ón que tengan en su hábitat. Lo concreto es que en el arroyo Tapalqué las hay y de muy buen tamaño, por lo que resultan una muy buena oportunida­d para pescar algo diferente en invierno si pretendemo­s ejemplares combativos y de mayor porte que los pejerreyes caracterís­ticos de esta época.

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 ??  ?? Los encarnes tienen que ser prolijos, el secreto en los preparados está en la buena consistenc­ia, porque hay sectores del arroyo con abundante correntada. La caída del sol fue la hora clave para dar con grandes portes.
Los encarnes tienen que ser prolijos, el secreto en los preparados está en la buena consistenc­ia, porque hay sectores del arroyo con abundante correntada. La caída del sol fue la hora clave para dar con grandes portes.
 ??  ?? El pique continuo lo logramos pasada la media tarde y hasta la caída del sol, con piques en simultáneo. La sorpresa de la jornada fue una carpa espejo, que las hay, pero son las más difíciles de capturar.
El pique continuo lo logramos pasada la media tarde y hasta la caída del sol, con piques en simultáneo. La sorpresa de la jornada fue una carpa espejo, que las hay, pero son las más difíciles de capturar.
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 ??  ?? Lo fundamenta­l cuando damos con estos ejemplares es la ayuda de un copo para izarlos. La mayor parte del arroyo es con barrancas pronunciad­as y si no contamos con este elemento corremos el riesgo de lastimar y perder la pieza.
Lo fundamenta­l cuando damos con estos ejemplares es la ayuda de un copo para izarlos. La mayor parte del arroyo es con barrancas pronunciad­as y si no contamos con este elemento corremos el riesgo de lastimar y perder la pieza.
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