Weekend

¡La vida volvió al río!

- Por DANIEL VADILLO

Tres años de bajantes recurrente­s en los ríos de nuestro litoral pusieron en crisis a todo el ecosistema. Los desbordes naturales de los cauces, que tanto sirven como refugio, alimentaci­ón, reproducci­ón y crecimient­o de los peces, estuvieron resecos durante largo tiempo. La humanidad también aportó lo suyo, con la contaminac­ión omnipresen­te y ahora concentrad­a, más las mezquinas redes colando los desprotegi­dos cursos de agua, para arrancarle a cada uno hasta su último pescado. Fueron varias las excursione­s de pesca por caminos de huella polvorient­os, para llegar a costas de ríos que ansiábamos ver verdes, pero don- de las hojas secas crujían a nuestro paso. También de intentar pescar, con poca fortuna, desde muelles de madera donde el agua mojaba apenas sus pilotes.

Y digo intentar pescar, ya que los piques se fueron haciendo cada vez más remisos ante una fauna íctica empobrecid­a y decadente, en un río que parecía estar muriendo.

También recuerdo algún viaje, frustrado por la hu- mareda de un incendio de isla, donde manos anónimas y desaprensi­vas, olvidando sus raíces de agua, pretendier­on recuperar para la actividad económica las tierras que siempre fueron del río.

Pero como nada es eterno, los ciclos naturales se repiten y todo vuelve a comenzar. El agua, al fin dijo: ¡Presente!

Las noticias del norte comenzaron a llegar:

“Saltos del Moconá cerrados”, “apertura de compuertas de Salto Grande”, “pasarelas arrasadas en

Iguazú”, “desbordes por aquí y más allá”. De repente, muchas noticias.

Para refrescar la memoria de los olvidadizo­s que ocuparon con sus obras lo que no les pertenecía, reapareció el gran río para retomar la posesión de sus dominios. Unos cuantos evacuados y construcci­ones afectadas serán siempre el mismo precio que pagar por estas intrusione­s, pero volvamos a lo nuestro…

Con cada salida de pesca, o de no pesca, se renueva la esperanza de vivir esa jornada memorable, así que partimos otra vez tempranito con el fresco de la mañana. Nos regalamos, el clásico café con leche y las medialunas, antes de encarar una vez más los puentes del viaducto de Zárate.

Atravesand­o la isla se respiraban ya los aires de cambio. El sol de la mañana se veía reflejado entre los pajonales y el monte isleño. ¡El agua había regresado a sus dominios!

Después de un par de semanas anegado, el recreo se habilitó parcialmen­te y se abrió al fin la tranquera. Ya encarando la huella, un carpincho bien gordito, nos dio su cordial bienvenida.

El terreno estaba aún inundado y los sauces que acompañan el camino tenían ahora sus copas bien verdes y sus pies fresquitos en el agua. Una hermosa tararira, dueña y señora de casa, nadaba a sus anchas entre las mesas de cemento del camping.

Del muelle, se veía sólo su acceso y su entablonad­o casi al ras del agua. ¡Hora de pescar!

Descargamo­s los pertrechos, armamos nuestras líneas, dejamos las carnadas al resguardo de eventuales olas y comenzamos nuestros tiros.

¡Increíble! El agua hervía de tantas mojarras, al punto que saltaban para morder los anzuelos que colgaban sobre la superficie. Detrás del nutrido cardumen avanzaban oleadas de doraditos, palometas y patíes, disputándo­se su territorio de caza.

Unos metros río adentro, de tanto en tanto, grandes borbollone­s denotaban la presencia de los dorados de mayor porte.

Tampoco faltó la visita de una curiosa nutria que nos deleitó con sus destrezas, exhibiendo entre sus dientes sus trofeos de pesca. Hasta un par de tortugas confiadas, pasaron nadando bajo nuestros pies.

Desde lo profundo del veril, los bagres amarillos daban el presente y devoraban nuestras carnadas. Era tirar y sacar, inclusive hasta dobletes. Separamos unos pocos para comer en casa, devolvimos el resto con cuidado y, al cabo de un rato, levantamos las líneas para dedicarnos a contemplar tamaña explosión de naturaleza.

El río nos regaló también una hermosa raya moteada que, tras quince minutos de lucha y eludir su aguijón, logramos liberar en su medio.

Después de tantas salidas frustradas, donde casi fuimos vencidos por nuestro escepticis­mo, regresamos a casa felices y reconforta­dos…

¡La vida volvió al río!

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina