Weekend

Un espejo entre montañas.

LlegarLleg­a a la laguna de Vilama implica recorrer un caminocam difícil, que atraviesa paisajes imponentes y pinpintore­scos pueblos cargados de historia.

- Por Marcelo Lusianzoff.

Llegar a la jujeña laguna de Vilama a bordo de una 4x4 implica recorrer un camino difícil, que atraviesa paisajes imponentes y pintoresco­s pueblos cargados de historia.

Una extensa cortina de polvo fue la señal de nuestra partida. La carava dejó Huacalera bien temprano para aprovechar al máximo la luz del día. Subimos a unos 3.500 msnm, hasta la localidad de Abra Pampa, y después seguimos hasta Liviará. Durante el trayecto nos movimos con precaución por una gran planicie, hasta el cordón de las Sierras de Cochinoca, para luego adentrarno­s en las Sierras de San José y atravesar el Abra de Fundicione­s, a 4.458 msnm. La primera parada fue en el Valle de la Luna jujeño, cuyas hondonadas son surcadas por líneas en degradé que van desde el rojo

hasta un amarillo pálido. Un lugar único que parece sacado de Marte.

Tras vadear el río Granadas, llegamos al pueblo de Cusi Cusi, que sólo tiene dos calles principale­s: ambas conducen a la plaza central, que está rodeada por la municipali­dad, el puesto de policía y una cabina telefónica.

La travesía continuó por un valle de arenisca blanca y pedregullo. Al fondo se distinguía el imponente volcán Granada II, el más alto de la puna jujeña, a 5.697 msnm. Tras vadear un río congelado, divisamos un cordón montañoso que nos obligó a ascender en un vertiginos­o zig-zag con el que ganamos mucha altura. En ese momento, el volcán ya se presentaba irrespetuo­samente cercano, coronando allí los 4.200 msnm.

Un curioso montículo de piedras a la vera del camino nos obligó a parar. Era una apacheta, una ofrenda de los pueblos originario­s. Le presentamo­s nuestros respetos

a la Pachamama, dejando unas hojas de coca y un chorro de vino, que fue absorbido por la tierra.

Tras pasar el cartel de bienvenida, arribamos a la plaza central de Lagunillas del Farallón. En su centro se levanta la figura de Guillermit­o Yampa, un niño que, al volver del colegio, fue sorprendid­o por una fuerte tormenta de nieve en los cerros; días después encontraro­n su cuerpo sin vida, acostado, bajo un alero de piedra. Tras contarnos su historia, los pobladores nos invitaron a compartir unas palabras: Duerme Guillermit­o Llampa… duerme/ La maestra sabrá entender/ porque no llegaste a clase hoy./ Con un guardapolv­o de nieve te vistió la tarde,/ imitando el blanco algodón./ La tarde se va haciendo noche,/ tú leyenda; de Lagunillas del Farallón./ Rinco- nada tiene un santito, Coquena, me lo contó;/ él cuida de otros niños y en Arenales nació./ Un atadito de libros y un cuaderno por almohada;/ el portafolio a los pies y un sueño en el corazón.

Después les entregamos ropa, alimentos y algunas computador­as que fueron cedidas por la caravana, además de otras que fueron dona- das por el Voluntaria­do Escuelas Rurales Grupo Ruta 40. Todos elementos de gran importanci­a para la comunidad. La emoción se reflejó en el rostro de todos, y hasta se nos escapó alguna lágrima...

Quebrada y pampa

El día recién comenzaba y todavía debíamos enfrentar el tramo más desafiante del viaje. Tomamos una calle que, a los pocos metros, desapareci­ó y se transformó en una senda pedregosa, que zigzagueab­a en ascenso. Un cartel nos avisó que estábamos ingresando a la Reserva Provincial Altoandina de La Chinchilla, hogar de la laguna de Vilama.

El camino de ascenso era angosto, con piedras sueltas y punzantes. Lentamente fuimos alcanzan do los 4.548 msnm. Los últimos metros los hicimos por una quebrada que se fue abriendo hasta una pampa de redondeado­s contornos, para luego atravesar un campo de piedras volcánicas que hacían pegar pequeños saltos a los vehículos.

La altura empezó a hacer mella en todos y se notó en el silencio de

radio. Al oeste se levantaban los nevados que limitan con Bolivia. Atrás fue quedando el Granada II, al frente lentamente se asomaba el cerro Vilama y las pequeñas lagunas que dominan todo el valle.

El cerro iba creciendo en nuestro parabrisas, mientras la laguna se engrosaba en su base. Avanzábamo­s entre pintoresca­s formacione­s rocosas, a la vez que manadas de vicuñas corrían libremente por la orilla. Bordeamos la laguna hasta alcanzar la Apacheta, lugar de fotografía obligada y punto final de nuestro recorrido. La alegría se reflejó en el rostro de todos. ¡Lo habíamos logrado! Retomamos la marcha y dejamos atrás la solitaria torre pétrea. A esta altura, el viento arreciaba fuerte y frío pero la temperatur­a era agradable.

Mientras algunos se apresuraba­n en volver, otros nos detuvimos en una formación rocosa para ver el hermoso paisaje desde lo alto. Entre las rocas había un orificio en la piedra que resultó ser un excelente marco natural para ver el cerro, la laguna y los jirones de espuma arrastrado­s por el viento: una imagen ideal para terminar este relato.

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 ??  ?? Lagunillas del Farallón es una localidad de poco más de 260 habitantes. En su plaza central se encuentra la figura de Guillermit­o Yampa, quien falleció en los cerros.
Lagunillas del Farallón es una localidad de poco más de 260 habitantes. En su plaza central se encuentra la figura de Guillermit­o Yampa, quien falleció en los cerros.
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 ??  ?? La caravana hace un último esfuerzo para llegar al mirador de la laguna de Vilama, ubicado a más de 4.500 msnm en la puna argentina.
La caravana hace un último esfuerzo para llegar al mirador de la laguna de Vilama, ubicado a más de 4.500 msnm en la puna argentina.
 ??  ?? Entrega de las donaciones de la caravana y del Grupo Ruta 40 para la Escuela Primaria Nº 131 Alfonsina Storni.
Entrega de las donaciones de la caravana y del Grupo Ruta 40 para la Escuela Primaria Nº 131 Alfonsina Storni.
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 ??  ?? El Valle de la Luna jujeño es una de las grandes postales del oeste de la provincia. Su particular paisaje, gracias a la forma de su suelo rojizo y arcilloso, se suele comparar con la superficie de Marte.
El Valle de la Luna jujeño es una de las grandes postales del oeste de la provincia. Su particular paisaje, gracias a la forma de su suelo rojizo y arcilloso, se suele comparar con la superficie de Marte.
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