Weekend

Guía para principian­tes.

Una ciudad con carácter que fluye entre viejos aires de western y nuevas tendencias, con un presente artístico y gastronómi­co.

- Por Cynthia Consoli.

Denver, en Estados Unidos, es una ciudad con carácter que fluye entre viejos aires de western y nuevas tendencias, con un buen presente artístico y gastronómi­co.

Nadie que conozca vino a esta ciudad porque sí. Acá se venía de paso –aterrizan los que van a Aspen, Vail o Beaver Creek– o para turismo de convencion­es. La capital de Colorado no era, hasta hace poco, una de las ciudades turísticas famosas de los Estados Unidos. Nadie conocía las señas particular­es de Denver con sus vestigios del Far West ni su gigantesco repertorio de deportes de aire, río y montaña en otra época que no fuese invierno. A nadie parecía importarle el aire tan limpio, el cielo tan celeste y que, en un año cualquiera, 300 de sus días fueran de sol.

Denver es la puerta de entrada a las Rocosas, pero su lado B es el de las aventuras urbanas. Se presenta a sí misma como “The Mile High City” por su altitud de una milla –1.609 metros– sobre el nivel del mar. En los últimos años, el compás pausado y salvaje de pueblo de interior se vio intervenid­o por rotundas pinceladas de vanguardia que la pusieron en la cresta de la ola y fortalecie­ron su identidad: la buena gastronomí­a pisa fuerte, los mercados se convirtier­on en los eventos del fin de semana, la marihuana es legal, las bandas de rock legendaria­s la consideran uno los escenarios más espectacul­ares del mundo, tiene más cervecería­s artesanale­s por persona que cualquier otra ciudad de su país y el arte define qué barrios tienen que surgir. Con todo esto, no quiere ser más una escala casual en

la vida de nadie; es un destino que se la banca con recursos propios, honrando su historia y dando pasos firmes hacia el futuro. Aquí, los imperdible­s.

El Downtown

La parte céntrica es 100 % caminable y está rodeada de los spotlights de la ciudad: el Blue Bear (oso azul) del Centro de Convencion­es, el Capitolio, los parques que bordean el río So uth Plat te, el Denver Art Museum... Conviven edificios victoriano­s con otros bloques de pasado industrial y arquitectu­ra súper moderna. La 16th Street es la calle de las compras, con árboles con lucecitas amarillas que mantienen el espíritu navideño todo el año, tiendas de decoración, locales de suvenires y el Denver Pavilions, un open mall que nuclea las marcas in- ternaciona­les favoritas, y bares y restaurant­es como el Hard Rock Café. Un plus: el Free Mall Ride es un bus gratuito que recorre la 16th de punta a punta, durante todo el día, para pasear o descansar después de un día de shopping. Para los ortodoxos del buen café, Little Owl Coffee es un local mínimo al paso que cuida todos los detalles. Pero hay muchos más de los que emana este aroma tentador.

Larimer Square resignific­ó las cuadras más históricas en una pasarela de bares y restaurant­es que vive de día y de noche. Música en vivo y expresione­s artísti-

cas bajo las banderas y las luces que atraviesan la calle a lo ancho, la convierten en uno de los rincones más lindos, animados y fotogénico­s de la ciudad.

Una de las joyitas del centro es Union Station, la antigua estación de trenes totalmente reciclada en 2012 , donde los habitantes locales van a pasear, comprar o leer un libro aunque no viajen a ningún lado. Tiene librerías boutique, tiendas mínimas de arte y recuerdos. Además, bares, cafés, restaurant­es y un mercado gourmet donde, además de comer, se pueden comprar tesoros locales para la alacena de la cocina. Hay tours para conocer la ciudad caminando, en Vespa y en bici. Simplement­e, imperdible.

Los barrios nuevos

RiNo es el distrito artístico y el barrio más cool de la ciudad. El nombre es una acronimia de River North, que lo sitúa con respecto al río. Está en plena efer vescencia, haciendo gala de su nuevo alias de must indiscutid­o. La historia reciente cuenta que hasta hace cinco años, cuando empezaron las inversione­s millonaria­s en esa zona, no era un barrio canchero, ni siquiera seguro. Hoy lo define el street art, que detona de colores los bloques de cemento gris y cierres de obra en construcci­ón, que le dan ese espíritu a mitad de camino entre las ruinas de un pasado que nadie quiere recordar y el futuro de las coordenada­s donde todos quieren instalarse.

Tiene galerías de arte y atelieres, locales de diseño, almacenes y muchos de los mejores bares y restaurant­es de la ciudad. Las terrazas de las cervecería­s artesanale­s poblaron todas las cuadras y comienzan a despertar hacia las cinco de la tarde.

Qué ver: Love this city –el mural de Pat Milbery más buscado para tomarse una foto y compartirl­a en Instagram–, en la esquina de Larimer y Broadway. Dónde comer: Denver Central Market, un mercado con bar, restaurant­es, cafés y locales coquetos que venden víveres premium, productos de origen, condimento­s del mundo, vinos, quesos y otros manjares. The Populist tiene el patio más lindo, cócteles y una de las mejores hamburgues­as de Denver. Shake Shack, la hamburgues­ería favorita de los que saben, aterrizó este año con su primera sucursal en la capital. En Our Mutual Friend cualquier horario es el ideal para una birra, y las hay de todos los sabores

Del otro lardo del río, LoHi (de Lower Highlands) está siendo colonizado por complejos gastronómi­cos con diferentes rest aura nt es pop up, mesas compartida­s, pastelería­s, bares y, por supuesto, más cervecería­s que lo posicionan como uno de los mejores escenarios para esperar la caída del sol. El que sí o sí hay que conocer es Avanti, un eatary con terraza, barra, distintos bolichitos de comida latina y la mejor vista del skyline del Downtown desde lo alto. Uncle es el preferido de los locales para un buen bol de ramen.

Hay que chequear la agenda de conciertos del Red Rocks Amphitheat­re y, una vez en la vida, ver un show en vivo bajo las estrellas y entre los picos colorados gigantes de las Rocosas.

Está enclavado en el corazón del Red Rocks Park y es único en el mundo. Pasaron los Beatles en el ‘64 y U2 en el ’83, pero cualquier espectácul­o se vuelve mágico gracias a su acústica y la fusión extraordin­aria de la música y la naturaleza. Además de recitales, hay programas de otras actividade­s, como cine a cielo abierto o clases de yoga al aire libre. Más info en www.redrockson­line.com

De viaje por el 1800

El parque y el anfiteatro también se pueden visitar de día en tours que salen de la ciudad, con paradas con tintes históricos y birrita local incluida. Uno de los recorridos más populares hace escala en el Colorado Railroad Museum, para caminar por los vagones del 1800, cuando el tren era la única forma de entrar en las montañas. El museo de Buffalo Bill es un viaje sin escalas a la época de los cowboys y el Lejano Oeste. Denver, sin duda, es un viaje de ida.

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Izquierda: murales a todo color en RiNo, el barrio artístico de Denver. Centro: el Mile High Stadium y
 ??  ?? escudo del primer estado verde: el consumo recreativo de cannabis en Colorado es legal. Arriba: el Free Mall Ride recorre la 16th Street gratis.
escudo del primer estado verde: el consumo recreativo de cannabis en Colorado es legal. Arriba: el Free Mall Ride recorre la 16th Street gratis.
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Arriba: un concierto en el Red Rocks Amphitheat­re, en la lista de cosas que ver antes de morir. Y el Mercado Central en RiNo, un paraíso foodie para comer y comprar víveres. Derecha: el estilo de vida saludable contagia a locales y turistas.
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El emblemátic­o Blue Bear del Centro de Convencion­es es obra de Lawrence Argent. Se llama I See What You Mean, y es una de las piezas de arte más importante­s de la ciudad. Izq.: la cerveza es el mejor maridaje para cualquier plato.

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