Weekend

Tigres de las correderas.

Dorados de buen porte obtenidos con carnada viva y señuelos de profundida­d y media agua en Las Cuevas.

- Por Marcelo Albanese.

En Las Cuevas, Entre Ríos, sacamos dorados de buen porte con carnada viva y señuelos.

El pueblo de Las Cuevas, también conocido como Puerto Las Cuevas, es un lugar que reúne la más bella naturaleza y todas las condicione­s favorables para una jornada inolvidabl­e de pesca. Es un destino único en la provincia de Entre Ríos, donde nos encontramo­s con paisajes pocas veces vistos. Su puerto es muy visitado por turistas que llegan desde distintos lugares de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, principalm­ente para realizar excursione­s de pesca y otras actividade­s.

Era temprano por la mañana y la jornada se presentaba muy ventosa, lo que nos hizo pensar que teníamos que buscar lugares con re paro para los primeros lances. Emprendimo­s rumbo al puerto, en donde Hernán Fiorentini y Alejandro Brondo nos esperaban con la embarcació­n para comenzar la primera jornada. Apenas llegamos nos pusieron a tono sobre cómo este ambiente agreste se despierta cada mañana para la pesca deportiva. El plan era recorrer sectores que suelen ser poco visitados: riachos y lagunas

de difícil acceso si no se cuenta con la ayuda de un guía. Con esto ya claro, partimos y, durante la navegación, disfrutamo­s de los paisajes y del canto de las aves selváticas que coronaban el entorno agreste.

Los equipos y la pesca

Utilizamos cañas de 2,10 m y de 15 a 35 lb (1 lb = 453.592 g), reeles frontales y rotativos cargados con multifilam­ento de 0,28 mm y nailon de 0,40 mm; líneas con bajadas de acero de 40 lb y anzuelos N° 8/0 y 10/0. Como carnada viva nos decantamos por el cascarudo; mientras que los señuelos elegidos fueron de profundida­d y media agua.

La zona selecciona­da por Her- nán y Alejandro era una corredera que se formó a la salida de una laguna con pozones, de los cuales algunos llegaban a los 15 metros de profundida­d. Amarramos en la punta de una isla con la intención de practicar desde la embarcació­n y la costa, dado que al lugar se podía bajar fácilmente y recorrer gran parte de la zona.

Los lances fueron cortos para dejar derivar la carnada con la correntada. En esta ocasión no usamos plomo en las líneas. Los piques fueron al instante, con dorados muy agresivos que daban saltos para liberarse del aparejo. En esta zona, las piezas oscilaron entre 1,5 y 4,5 kg. Fueron muchísimos los ejemplares obtenidos pero la expectativ­a era poder pinchar dorados más grandes, por lo que decidimos recorrer la corredera y ponernos bien en la entrada de la laguna, ya que allí habíamos divisado dorados de buenos portes cazando.

Luego de varios lances fallidos, más las carnadas devoradas por las palometas, comenzaron nuevamente los piques de dorados y doradillos, con ejemplares destacable­s que llegaron hasta los 6 kg. Como es costumbre, foto y rápida devolución a su hábitat.

La pesca siguió de manera sostenida con piques de buena calidad y las infaltable­s palometas que nos sacaban las carnadas. A la una de la tarde decidimos hacer un alto para descansar y almorzar en una de las islas aledañas.

Tarde de canales y correderas

Tras la pausa, estuvimos navegando durante unos 30 minutos. Los guías nos llevaron a otro lugar muy rendidor, con correderas no tan profundas donde los dorados

estaban cazando. La opción elegida fue pescar tanto con señuelos como con carnadas, así que empezamos con los lances pero, en esta oportunida­d, agregamos un pequeño plomo de 20 g a las líneas con carnada. Los piques llegaron de inmediato con doradillos muy activos. La zona era rendidora, con mucha actividad de portes más chicos que rondaron entre los dos y 3,5 kg. Mientras Nicolás Albanese y Abel Arenillas realizaban lances cortos con señuelos bien pegados a la costa, gracias a lo que concretaro­n piezas de buena calidad y en cantidad, de a poco fuimos dando por finalizada la jornada de nuestro primer día de pesca. Un éxito total.

Segundo día

A las siete de la mañana siguiente, un sol radiante nos anticipaba otra jornada excelente. Partimos rumbo a la bajada del río, donde nos esperaba la embarcació­n ya preparada con todo listo para la salida. Navegamos aproximada­mente unos 20 minutos hacia otro lugar marcado por los guías. Comenzamos a practicar la modalidad con carnada, arrojando bien a la corredera; obviamente los piques no se hicieron rogar. Mientras que Abel Arenillas fue el gran pescador de ambas jornadas, con portes de dorados de distintos tamaños, los que prac-

ticábamos la modalidad al golpe bien pegado a la costa, también obtuvimos muy buenas respuestas de estos tigres del Paraná.

La pesca cada vez se puso más entretenid­a con muchas piezas de calidad. A medida que el ambiente se entibiaba por el sol, pasamos a hacer trolling con señuelos en una de las lagunas, por lo que a los equipos les sumamos artificial­es de media agua y de profundida­d. Luego de un par de pasadas por la misma cancha, se activaron los dorados y terminamos concretand­o piezas que iban de los dos a los seis kilos.

Los piques fueron al unísono, era impresiona­nte la cantidad de dorados y doradillos que comían en esa zona. Volvimos a hacer una pasada más y obtuvimos las mismas respuestas, además de varias palometas que atacaron vorazmente nuestros señuelos. El mediodía se hizo notar con una temperatur­a en claro aumento, así que nuevamente decidimos ir a una de las islas para almorzar, donde nos esperaba una embarcació­n que también ofrece hospedaje y pesca a bordo.

Tarde dorada

Regresamos al agua y esta vez fuimos a buscar una laguna. Recorrimos distintos arroyos y correderas de agua, en las que implementa­mos la modalidad de fondo con carnada. Anclamos en un lugar elegido por los guías. Estuvimos aguardando un rato por los buenos piques mientras levantábam­os varias palometas, hasta que a una de las líneas llegó el tigre de río. Hernán Fiorentini dio la orden de levantar las líneas y de inmediaton vinieron los correspond­ientes saltos y corridas para buscar los pozones. Le siguió la religiosa foto y rápidament­e lo devolvimos al agua.

La tarde se ponía más que interesant­e. Al ver la cantidad de dorados que se encontraba­n cazando a la entrada y salida de la corredera de agua, comenzamos también a probar señuelos de media agua, con lances cortos y golpeando la costa, dejando derivar unos pocos metros a través de la correntada. Los piques fueron al instante, con dorados que rondaron entre tres y cinco kilos. Así transcurri­ó la tarde, dedicados a los dorados y doradillos la jornada tuvo un cierre excelente.

Así pasaron dos días perfectos de pesca. Aquí también se pueden obtener otras especies como bagres, amarillos, mandubíes, pat íes, pac úes, apret adores, tarariras o manguruyú. Vale la pena agendar Las Cuevas, un lugar único y soñado, en donde el pescador y la familia podrán disfrutar de unos días más que inolvidabl­es.

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 ??  ?? Un ámbito poco frecuente para los pescadores de la zona entrerrian­a. A estos lugares únicos de grandes correderas y lagunas sólo podemos acceder con la ayuda de los guías.
Un ámbito poco frecuente para los pescadores de la zona entrerrian­a. A estos lugares únicos de grandes correderas y lagunas sólo podemos acceder con la ayuda de los guías.
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 ??  ?? Los mejores portes los obtuvimos recorriend­o las correderas y dejando derivar la carnada viva hasta los pozones. Dorados de 6 kg tomaban con voracidad los cebos.
Los mejores portes los obtuvimos recorriend­o las correderas y dejando derivar la carnada viva hasta los pozones. Dorados de 6 kg tomaban con voracidad los cebos.
 ??  ?? Cascarudo Señuelo de profundida­d (izq.): paleta larga de 16 cm. Centro y der.: media agua, paleta corta de 14 cm.
Cascarudo Señuelo de profundida­d (izq.): paleta larga de 16 cm. Centro y der.: media agua, paleta corta de 14 cm.
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 ??  ?? Se puede pescar desde una balsa flotante y alojarse con todos los servicios en una de las islas. Hernan Fiorentini desde la costa y Alejandro Brondo con sus piezas obtenidas en la excursión.
Se puede pescar desde una balsa flotante y alojarse con todos los servicios en una de las islas. Hernan Fiorentini desde la costa y Alejandro Brondo con sus piezas obtenidas en la excursión.
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