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Redondos para darles bolilla.

Pacúes y pirá pitás con mosca en el Paraná Medio, a la altura de Puerto Piracuá. Dónde encontrarl­os y cómo tentarlos.

- Textos y fotos: ALEJANDRO INZAURRAGA

Pacúes y pirá pitás con mosca en el Paraná Medio, ala altura de Puerto P ira cuá.Dón de encontrarl­os y cómo tentarlos. PorAlejand­ro Inzaurraga.

Es que no le dan bola…”, me dijo Ramón Merlo y agregó: “No saben lo que se pierden!”. No dar bola es una expresión que nació allá por la década de 1920 cuando el billar estaba en su apogeo y los jóvenes que se hacían

la rata del colegio iban a los billares a matar el tiempo y, como novatos que eran, hacían sus primeras lides estropeand­o tacos, paños, vidrieras y espejos, de ahí que los dueños de los establecim­ientos, al verlos entrar, decía a los mozos: “A esos no les den bolas –o bola–”. Con el tiempo la expresión que se usa para no prestar atención a algo o a alguien se fue ampliando a no dar pelota o no dar bolilla.

Estábamos en el Paraná Medio, a la altura de Puerto Piracuá, intentando pescar pacúes con mosca y el “no le dan bola” del guía se fundamenta­ba en que habiendo buenos dorados activos en la región, son pocos los pescadores que prefieren internarse en los riachos

a pescar pacúes. Es entendible, el brillo del dorado tiende a eclipsar a todos los demás peces. Sin embargo, siempre hay posibilida­des de aprender, experiment­ar, probar y sentir nuevas emociones con especies que, como el pacú, tienen excelentes cualidades deportivas.

Los redondos

Con buenos amigos como Héctor Tripiciano – Tripi– y Claudio Muñoz, y tomando como base de operacione­s el Piracuá Lodge de los Rouvier, nos embarcamos en esta interesant­e aventura con los redondos como se conoce vulgarment­e a este tipo de peces de silueta plana, achatada y algo redondeada de la familia de los Se

rrasalmida­e –que agrupan a más de 90 especies– y que vulgarment­e conocemos como pacúes.

Se trata de peces omnívoros (comen de todo) pero son poco cazadores y más bien recolector­es y oportunist­as, que buscan lugares y orillas donde pueden hacerse de frutos, semillas, bayas, vainas, brotes, flores y hasta pequeños peces, cangrejos, caracoles, ranas y todo organismo que caiga al agua, como insectos, roedores, murciélago­s y pequeños pichones de ave.

La mejor época para su pesca es la estival que va de noviembre a abril. Árboles costeros con frutos como el ingá, aguaí o plantas como el mburucuyá producen frutos muy apetecidos por estos peces. Y por ende los mejores lugares son las orillas con vegetación que contenga frutos o semillas, corriente suave y buena profundida­d. Esos sitios puntuales son para insistirle­s con las moscas. Si después de tres o cuatro tiros bien hechos a un lugar no pican, hay que cambiar y seguir probando. Moverse con un motor eléctrico facilita la prospecció­n, ayuda a aguantar la embarcació­n en los puntos clave y no espanta los peces (no hace ruido).

En esta oportunida­d recorrimos un tramo del riacho San Lorenzo, buscando esos sitios puntuales donde pueden estar los pacúes al acecho de lo que caiga en su radio de permanenci­a y vigilancia. En cuanto a equipos, usamos conjuntos #6 y #7 de acción rápida y reeles cargados con líneas de flote para clima tropical (con protección UV), con líderes de cinco o seis pies (1 pie = 30.48 cm) y un tippet de acero de 20 a 30 lb (1 lb = 453.592 g) de no

más de 8 a 10 cm atado a la mosca. Y en cuanto a anzuelos usamos uno que nos dio muy buen resultado en cuanto a clavadas –prácticame­nte no perdimos ningún pique–, nos referimos al Tiemco TMC 600 SP en tamaños #1 y #2. Enhebrado en cuentas o bolitas de plástico de diferente color con el agujero central agrandado para que el ojo del anzuelo pase cómodament­e, pero que el gancho sobresalga un poco de la cuenta así se puede clavar.

La técnica consiste en detectar el posible lugar, colocar la embarcació­n a distancia de lance y efectuarlo de manera que la mosca caiga desde arriba, impactando el agua con el caracterís­tico plop. El ruido los orienta, por eso es muy importante que golpee desde cierta altura, de ahí que la caña debe ser de buena acción.

Hundiéndos­e naturalmen­te

Una vez efectuado el lance y con la bolita hundiéndos­e en el río, hay que dejarla que profundice naturalmen­te y seguir atentos el movimiento de la línea –que se convertirá en nuestro indicador de pique–y, antecualqu­iermovimie­nto antinatura­l, frenada o cambio de dirección, clavar con firmeza. Si no es un enganche, segurament­e será un pez. O sea que, antes de sentirse el pique en las manos, se ve. El pacú da tiempo para clavar ya que, a pesar de la dureza del engaño, está acostumbra­do a algunos frutos o semillas que debe quebrar con sus muelas y eso hace que no lo

rechace tan pronto; por el contrario, lo introduce más en la boca para quebrarlo con sus potentes muelas. Las líneas de comida que se suelen ver en el agua, hileras de sedimentos, palitos, hojarasca y demás material en suspensión flotando, son buenos lugarespar­aintentar por más que no sean orillas. Los peces oportunist­as suelen patrullar esas líneas de resaca por debajo esperando que algo de lo que allí viaja con la corriente sea alimento. El pique del pirá pitá o sal- món de río es más rápido y suele atacar ni bien cae la mosca al agua.

Con la vara alta

Dependiend­o de la especie y del tamaño del pez, será la pelea que viene después de la clavada. Conviene mantener la vara alta y, en lo posible, alejarlo de la orilla o los palos ya que suelen huir hacia lugares más intrincado­s con el consiguien­te enredo y corte. Cuando se trata de uno de los buenos, la oposición que ejerce en el agua es realmente notable si su perfil chato se atraviesa en la corriente del río, porque se magnifica su resistenci­a y la caña de mosca a veces no alcanza a su- jetarlo, lo que hace que se entable una batalla interesant­e.

En nuestro caso, dimos con varias de las especies presentes en el río: pacú, pacupé, pacú reloj y pirá pitá. Todos con moscas de bolita y con ataques durante el hundimient­o. Nos tocó un clima algo fresco y no se percibiero­n movimiento­s más arriba como para poner en juego moscas de superficie que, en determinad­as circunstan­cias, suelen ser efectivas.

Las bolitas plásticas tipo cuenta que utilizamos fueron de entre 8 a 20 mm de diámetro, con el agujero central agrandado con un alambre caliente o con taladro (con mecha de 4 mm). Los colores que funcionaro­n: marrón, amarillo, verde, negro y naranja. Aunque tenemos la presunción de que más que el color es el lugar y el sonido el que incita al pique. Cada vez más los pescadores que se inclinan por esta pesca descubren lo que se estaban perdiendo. Una pesca para darle mucha bolilla.

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Izq.: Claudio y Tripi con un doblete de pacupé, otra de las especies de pacú factibles de capturar con bolillas de plástico. Abajo: Piracuá Lodge, bien cerca del agua.
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Arr Izq.: pacú que tomó una bolilla oliva, Arriba: lanzando hacia las orillas vegetadas del San Lorenzo. Izq.: detalle de anzuelos con bolillas plásticas, estrímer de craft fur y vara en acción de pleno lanzamient­o.
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Arriba: pesca de pirá pitá o salmón de río, otra de las especies factibles de capturar en los mismos lugares que el pacú y con las mismas moscas. Foto Izq.: otro de los lindos pacúes del Paraná Medio. Abajo Izq.: interior del Piracuá Lodge.
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