Weekend

Un paraÌso donde El Diablo vive.

Travesía en canoa por el río Bermejo, Salta. Un sitio de increíble majestuosi­dad, dominado por la fauna y la soledad del paisaje de playa El Diablo.

- Por Rodrigo Cobas.

Travesía en canoa por el río Bermejo, Salta. Un sitio de increíble majestuosi­dad, dominado por la fauna y la soledad del paisaje de la playa homónima.

Con ansias de múltiples aventuras, escapamos hacia Salta con Aldo Rivero. Nos alojamos en la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, rodeados de montañas, selvas pedemontan­as, yungas y el río Bermejo que dan un encuadre ideal para realizar diversas actividade­s de aire libre. Fuertes lluvias habían dejado los caminos rurales en condicione­s sólo aptas para vehículos 4x4. En uno de ellos, el guía local José Basualdo nos condujo en búsqueda de la playa El Diablo. A través de plantacion­es de mango, bananos, papayas, naranjos, pimientos y tabaco, hicimos el recorrido de 18 km y, con permiso previo de los propietari­os del lugar, llegamos a las orillas del Bermejo. Apenas bajamos a la playa, vimos desprender­se del imponente peñón un desmoronam­iento sobre el río, advirtiénd­onos del peligro de cruzar o navegar cerca de esa orilla.

Mientras José y su equipo preparaban el campamento con comedor, baño, carpa y –por supuesto– el fuego para el asado, nosotros bajamos las canoas que fueron fabricadas especialme­nte para estas aguas: fibra de vidrio muy reforzada para soportar los posibles golpes de piedras y troncos semisumerg­idos en el río. Estos mode- los cuentan con dos estancos con acceso mediante tapas herméticas para guardar equipos, posacañas y una heladera de espacio considerab­le en el centro, que también sirve de asiento para un tercer pasajero. El solo hecho de mirarlas desataban las ganas de cargar todo e irse a navegar por varios días.

Acompañado­s por Matías Rodríguez en un kayak de travesía, Pablo Mealla y Aldo ocuparon una canoa, mientras que José y yo fuimos en la otra. Como remos utilizamos los que se usan en los kayaks, en vez de los clásicos para canoas de una sola cuchara. Los de doble cuchara de tipo bracsa cargan muchísima agua al momento de remar y permiten impulsarno­s fuertement­e hacia adelante. La técnica de remada es la misma utilizada en los kayaks, aunque la posición resulta más comoda.

Decidimos comenzar nuestra travesía retomando el caudaloso río de color rojizo bien cerca de la orilla. De esta manera se pueden evitar las grandes corrientes en contra que alcanzan su mayor velocidad hacia el centro del cauce. La idea era consumir todas nuestras energías remando corriente en contra para luego poder hacer el descenso del río corriente a favor y poder disfrutar más del paisaje. Si hiciéramos lo contrario podríamos correr el riesgo de descender muchos kilómetros en pocos minutos, y luego no tener las energías necesarias para volver al punto de partida. Luego de remar por una hora y media ya estábamos exhaustos.

Desembarqu­e en la playa

El aporte de grandes sedimentos (hasta 8 kg/m2) que este río deposita en las orillas, forma albardones e islas. En una de ellas con vegetación que nos podía proporcion­ar buena protección del sol decidimos

desembarca­r. Desgraciad­amente la pesca era nula debido a las lluvias de los días anteriores, ya que el río estaba turbio y arrastraba mucho sedimento aportado por los arroyos y ríos tributario­s. La naturaleza exuberante nos dejó maravillad­os. Luego de un rato de caminar por isla arenosa, José nos mostró huellas de tapir, carpincho y yaguarundí (o gato salvaje similar), además de los rastros de la avifauna del lugar. Si en esta isla cercana encontramo­s esto rastros –pensé–, ¿qué nos puede deparar navegar río arriba, donde es más salvaje todavía?

Retornamos al campamento donde el humo presagiaba buenas noticias y a la sombra del gazebo arrasamos con el asado. En ese momento recibimos un nuevo invitado: Alejandro Espeche, fotógrafo de fauna y nativo de la provincia. Nos relató que Salta posee el 66 % de las aves argentinas en su terri-

torio, y que Orán cuenta con el 70 % de ellas. Con la selva de yungas a solo 20 km, abundantes bañados y lagunas que sirven como sitios de nidificaci­ón, es un destino ideal para los observador­es de aves y cazadores fotográfic­os.

Más propuestas

Seguimos disfrutand­o del día soleado, navegando las corrientes río abajo y luego retomando por las orillas, única manera de lograrlo por la impresiona­nte fuerza del caudal. Otra posibilida­d que nos ofrecía José era la logística para poder hacer la bajada de los ríos Pescado, Tarija o el Bermejo en uno o más días, acampando, pescando y luego retornando en su vehículo, pero lamentable­mente no disponíamo­s de tiempo en esta ocasión. El Bermejo tiene en su recorrido numerosos pozones de más de 10 m de profundida­d, y en las épocas de desbordes se forman “palizadas” por el arrastre de árboles enteros, que tornan muy peligrosa su navegación.

A medida que caía la tarde también venía la mejor hora para el avistaje de aves: garzas, espátulas rosadas, chajás, martín pescador, aningas, curvillos y chumucos retornando a sus nidos, halconcito­s cazando y bandadas de chiripepes ruidosos. El potencial de Orán en lo relativo al avistaje de fauna y caza fotográfic­a es promisorio. A solo 20 km de la ciudad ya se pueden apreciar en las orillas de las lagunas yacarés y carpinchos, corzuelas, conejos y lobitos de río, todos residentes de la zona de las yungas, mientras que carpinteri­tos de tamaño ínfimo a bandadas de ruidosos tucanes se aprecian en la mayoría de los sitios. Una de las “figuritas difíciles” es el burgo ( Momotus momota), retratada por Alejandro Espeche recienteme­nte en unos los pocos registros que hay para esta especie en nuestro país.

La impresiona­nte Peña del Diablo, con más de 50 m de altura dominaba todo el escenario y en tanto que el sol giraba iba tornando su color del marrón al ocre, para virar al naranja en el último lamparazo de luz. El Bermejo nos dejó sin palabras, solo se escuchaba el piar de los pájaros y el ruido de la corriente. Era cuestión de poner fecha para volver a pescar y navegarlo.

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 ??  ?? Las vistas aéreas aportadas por el dron apenas nos permiten dimensiona­r el esplendor de este caudaloso río y fantasear con un sin fin de aventuras.
Las vistas aéreas aportadas por el dron apenas nos permiten dimensiona­r el esplendor de este caudaloso río y fantasear con un sin fin de aventuras.
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Arriba: en épocas de lluvias es indispensa­ble un vehículo 4x4 para acceder a las orillas del río. Arriba der.: las canoas brindaban una excelente estabilida­d para la caza fotográfic­a.
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Innumerabl­es son las actividade­s que se pueden realizar, tanto en el río Bermejo como en su orilla. Allí se producen remansos, ideales para descansar y dejar de remar, pero no conviene acercarse mucho a los paredones por las constantes caídas de rocas.
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Inconmensu­rable paisaje poblado de silencio y soledad. Asado y campamento mediante, promete una jornada como pocas, más si

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