Clarín - Zonal Sur

Tiene 45 años y superó el Covid después de estar dos meses en coma, seis internado y perder 51 kilos

"No fumo ni tomo ni me drogo. Me da mucho miedo volver a contagiarm­e", dice Raúl Almirón, padre de siete hijos.

- Micaela Camarasa mcamarasa@clarin.com

Raúl Almirón, vecino de Florencio Varela, fue uno de los tantos guerreros que ganó una dura batalla contra el covid-19. Antes no creía en el virus ahora tiene miedo de volver a contagiars­e y aconseja a sus allegados que se cuiden mucho.

El 1º de agosto del 2020 Raúl entró en la terapia intensiva del Hospital El Cruce sin saber que pasaría. “Me tomaron los datos, me acostaron boca abajo y entré en coma. Recuerdo que antes de cerrar los ojos... yo soy Cristiano, soy Evangélico, creo en Dios, y lo único que le pedí fue que me diera una oportunida­d más”, relata. Fue su último pensamient­o consciente.

El año 2020 ya venía siendo particular­mente difícil para Almirón. Su mujer los había abandonado a él y a sus 7 hijos. Durante sus días de internació­n, Raúl de 23 años y Priscila de 20, se pusieron al frente de la familia que completan Jonathan de 19, Lautaro de 15, Mia de 13, Sabrina de 9 y Eva Luna de 5.

Estuvo internado cinco meses y medio. Perdió 51 kilos. Aún sigue con dificultad­es respirator­ias. “Es el día de hoy que no puedo dormir boca arriba porque me ahogo. Me quedaron secuelas en la piel, marcas y llagas por todo el tiempo que estuve en cama”, resalta.

Su malestar comenzó a mediados del julio con un simple dolor de cuerpo y perdida de gusto, como la mayoría de los casos leves. Pero con el paso de los días se fue complicand­o empezó a sentir fuertes dolores de cabeza y falta de aire. Fue al Hospital Mi Pueblo de Varela, donde a los pocos días decidieron trasladarl­o a El Cruce debido a la gravedad de su cuadro.

“Ni idea de dónde me pude haber contagiado. Yo hago changas y trabajo solo. Cortó el pasto, hago jardinería, algo de albañilerí­a y soy soldador. Para trasladarm­e sí me tomaba el colectivo, por supuesto siempre con precaución, alcohol y barbijo. Cuando llegaba a casa me sacaba la ropa y la ponía a lavar. No sé cuando ni cómo me contagie”, señala Raúl.

Fueron casi dos meses sin conocimien­to, hasta el 20 de septiembre. “Abrí los ojos, pero no reconocía a nadie, no recordaba nada y no estaba seguro de lo que veía. Después de pasar otro par de meses recién pude reconocer a mi hija, pude ver que me habían puesto una cánula en la garganta, cables, sondas, una vía y una manguera de media pulgada que me daba oxígeno en el pulmón”, explica.

“Pensé que no iba a poder, casi bajo los brazos muchas veces”, afirma. Y cuenta que hubo días con crisis de nervios, de llanto "y de miedo". "Era muy duro un día estar compartien­do habitación con un paciente y al día siguiente ya no debido a que la enfermedad lo había vencido", explica.

“Yo pude gracias a la ayuda de la psicóloga, los kinesiólog­os, los enfermeros y los doctores que me alentaban. Hubo un médico en particular, Mario, que me transmitió algo que me hizo reaccionar. Se acercó y me dijo 'mira Raúl, nosotros nos vamos y volvemos, el que se queda acá sos vos. Vos estás siendo preso de un respiro y lo tenes que dejar. Si vos no haces un esfuerzo no vas a salir. Acordarte qué tenes siete hijos que te están esperando'”, relata el hombre.

A los dos días de esa charla le pidió a una enfermera, a través de señas ya que la traqueotom­ía no le permitía hablar, que le sacara el respirador. Quería intentar respirar por sus propios medios.

Finalmente, después de pasar por terapia intermedia, el 17 de enero volvió a su casa adonde, desde entonces, no entra nadie más que los integrante­s de la familia y casi no salen.

“Yo tengo mucho miedo de volver a contagiarm­e. No salimos, mis hijos estudian virtual”, cuenta Raúl. Él únicamente sale para cumplir con las cinco cuadras de caminata que el médico le prescribió.

“Yo no creía que me podía pasar a mi porque yo soy un hombre sano, que hizo deporte toda la vida. Sí tenia sobrepeso, pero no tomo, no fumo ni me drogo. Creía que no me iba a pasar y me pasó”, concluye. ■

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Otro . Antes del coma y el Covid que lo tuvieron seis meses en El Cruce.

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