Clarín - Zonal Sur

Batitú, un ave que vive un tiempo en Alaska y otro en Longchamps

La reserva Camino de Las Flores es uno de los lugares elegidos por este pájaro para recalar cuatro meses cada año.

- Malena Revuelta mrevuelta@clarin.com

Cada año, miles de aves de la misma especie llegan al país después de haber pasado los meses más cálidos en el norte del continente americano. Suelen pasar parte de su vida sobrevolan­do uno de los pulmones de Almirante Brown, aunque últimament­e están en peligro de extinción.

El batitú (Bartramia longicauda) es un ave migratoria con marcas de color café y beige, cuello largo, ojos grandes y un pico amarillo con punta negra. Como muchas otras aves playeras, se reproduce en Canadá y Estados Unidos.

Históricam­ente, su ruta migratoria, que hacia el norte llega hasta Alaska, dura varias semanas e incluye varios países del hemisferio sur: pasa por Bolivia, Paraguay, Uruguay y llega a la Argentina -hasta la región pampeana- en busca de temperatur­as cálidas. Los registros en Almirante Brown ya no son muchos.

"Las últimas veces que el batitú fue visto en el municipio fue de parte de observador­es de aves que conocen a la especie. También se ha tenido registro de individuos encontrado­s muertos, posiblemen­te accidentad­os con alguna estructura de la matriz urbana", explican representa­ntes del área natural Camino de las Flores, uno de los lugares elegidos por la especie para pasar los meses cálidos.

Según explica la licenciada en ciencias biológicas y vecina de la localidad Cornelia Witschi, Camino de las Flores tiene un pastizal con lagunas temporales que, gracias a su buen estado de conservaci­ón, cumple con los requisitos del batitú para alimentars­e, descansar y refugiarse en la reserva, y así poder continuar con su viaje.

Esta especie llega a Almirante Brown en noviembre y se va entre febrero y marzo. "Se la llegó a ver o escuchar en distintos puntos de la provincia y en el área natural por última vez este marzo", aseguraron desde la denominada "reserva natural" por los vecinos, que recibe una gran cantidad de aves migratoria­s cada año.

Tanto esta como otras especies eligen el municipio como lugar de paso, y quizás, hasta pueden llegar a quedarse. El churrinche, un ave que puede reconocers­e por el color rojo brillante y llamativo de los machos, llega en la misma época que el batitú al sudoeste de la provincia y, en ocasiones, se lo llegó a ver en jardines de vecinos forestados con plantas nativas, según cuentan los voluntario­s de Camino de las Flores.

Pero a pesar de la alegría que trae a los vecinos ver llegar a estas aves a los lugares más verdes de la zona, la preocupaci­ón por el riesgo de extinción que sufre el batitú últimament­e trae sólo indignació­n y reclamos. En el 2017, esta especie fue declarada como "vulnerable" por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentabl­e y Aves Argentina.

La constante urbanizaci­ón del sector trae una consecuent­e contaminac­ión en Camino de las Flores, uno de los pulmones del conurbano que sufre el desecho de todo tipo de residuos, vuelcos de grasa e "incendios intenciona­les en reiteradas oportunida­des al año", según aseguran los voluntario­s del área.

Otro de los problemas que perjudican tanto a las aves migratoria­s como a la conservaci­ón general del área es la presencia de flora exótica: "No es originaria de la región sino traída por el ser humano, se torna invasora y puede modificar extremadam­ente las condicione­s naturales del ambiente", destaca Witschi.

Camino de las Flores lleva el nombre de reserva por iniciativa de los vecinos que se encargan de su mantenimie­nto, porque aún no hay una ley que la respalde como tal. "Se trabaja de manera activa para que el área natural Camino de las Flores sea nombrada reserva, es el primer paso que deben realizar los gobiernos locales para conservar la biodiversi­dad y generar mejoras en la calidad de vida de la población", explicó la vecina, licenciada en ciencias biológicas.

Además del marco normativo, el área también requiere de la voluntad de los vecinos para la conservaci­ón de uno de los últimos pulmones verdes del conurbano, y "resguardar diferentes especies de plantas autóctonas y animales nativos de la región, así como también proteger bosques y cuerpos de agua". ■

La reserva tiene un pastizal con lagunas que cumple con sus necesidade­s de alimento y refugio”. Cornelia Witschl Bióloga

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Viajero. Pasa cuatro meses en el verano septentrio­nal y luego hace un largo recorrido hacia el Sur.

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