Clarín - Zonal Norte

Cada día del padre le agradecen al destino por haberse conocido

Marina Mills dice que Freddie es su referente. A los 92, él relata cómo volvió a empezar tras perder a su esposa y a un hijo.

- Constanza Oronel coronel@clarin.com

A Marina Mills, que había perdido a su papá biológico, la crió desde beba Freddie, que hoy tiene 92 y es su mayor consejero. Juntos comparten la pasión por el ballet, cabalgatas en el campo y los viajes. Él tiene 17 nietos y una bisnieta.

Hace 40 años, Freddie se convirtió en padre por quinta vez, pero de una forma que lo marcaría para siempre. El vecino de San Isidro, que ya tenía cuatro hijos, superó la dura tragedia de

quedarse viudo, se volvió a casar y se hizo cargo de Marina Mills, una bebé recién nacida que no había conocido a su padre biológico. Hoy él tiene 92 años y ella lo reconoce como su papá del corazón. Son inseparabl­es y comparten un sinfín de anécdotas.

“Él siempre fue mi papá. Desde que tengo uso de razón, supe que tenía

uno en el cielo y otro acá. Conmigo fue re permisivo, hasta me dejaba comer mientras me hacía la toca”, recuerda entre risas Marina. “Para mí fue volver a empezar, porque mis hijos mayores ya estaban casados y tuve que cambiar pañales de nuevo”, explica él.

A Freddie, los 52 años lo encontraro­n atravesado por dos situacione­s desgarrado­ras. Habían fallecido su mujer y uno de sus hijos. Esto lo llevó a priorizar su profesión de abogado y dedicarle gran parte de su rutina.Pero el destino dio un giro y lo reencontró con Madeleine (que hoy tiene 72), una conocida de la familia que tras quedar viuda en Grecia, regresó a Argentina con su hijo de un año y su beba recién nacida: Marina.

El abogado sanisidren­se cuenta que se dejó “guiar por el corazón” y apostó a formar una familia con Madeleine y sus pequeños hijos en una casa colonial del centro del distrito.

“Compartimo­s muchas cosas y nos diferencia­n otras. Él es amante de la música clásica y a mí me gusta el heavy metal”, dice ella. Sí tienen en común la pasión por el ballet. “Fue él quien me llevó por primera vez al Teatro Colón a ver la obra ‘Coppelia’. Como a mi mamá no le gusta ir a ver ópera, siempre me pide que lo acompañe”, agrega.

Aunque no es el único hobby que tienen en común. Ambos reconocen que les encanta el campo, la lectura y compartir “un buen copetín”. “Me gusta probar cualquier trago que haga él, pero nuestro favorito es un buen pisco sour”, aclara la hija y su padre agrega: “A ella le sale increíble”.

Además, Marina es médica, un oficio que quedó trunco y pendiente en la vida de Freddie. “Me encantó que optara por ese camino. Hace 71 años me recibí de abogado, pero me hubiera gustado ser médico”, reconoce. Si bien Freddie hace hincapié en la importanci­a del valor cultural que les inculcó a sus hijos, Marina afirma emocionada: “Siento que todo lo que soy y tengo se lo debo a él, mi gran consejero. Me enseñó a ir siempre por el lado de la verdad”.

Dentro de las tantas anécdotas y momentos vividos, padre e hija cuentan sus viajes por el mundo y las cabalgatas en el campo. “Cuando nos íbamos a la playa jugábamos a empanarnos en la arena -dice Freddie-. Me hacía el papá joven”. Igualmente, su hija aclara que jamás sintió la diferencia de edad con respecto a los padres de sus amigas.

Hoy, Freddie, además de ser un papá ejemplar y súper presente, tiene 17 nietos y una pequeña bisnieta.

“Fue muy emocionant­e cuando me casé porque él me entró a la iglesia. No sólo me dio a mí la posibilida­d de tener un padre, sino que a mis hijos les dio un abuelo”, expresa Marina. Y Freddie con su particular humor suma: “Más que abuelo, un bisabuelo por la edad”.

Con más de nueve décadas encima elige pasar gran parte del tiempo en su campo de Exaltación de la Cruz, y otro tanto en San Isidro. “Llama para decir que está con ‘sed de nietos’ y viene a mi casa a almorzar con mis hijos”, relata Marina. Todavía tiene una tarea pendiente como abuelo: enseñarle a Margarita, su nieta de 7 años, a jugar al ajedrez.

En diciembre, compartier­on unas vacaciones en Entre Ríos. “Viajar con mis papás, mi esposo y mis cuatro hijos era algo que estaba en el tintero”, explica ella. Y cierra: “Tenemos una relación de puro amor. Pese a que todo nació de dos tragedias, se formó un cuento divino que no cambiaría por nada”.

 ??  ?? De San Isidro. Freddie había perdido a su esposa y Marina, a su papá. El amor de él con su madre, Madeleine, los unió para siempre.
De San Isidro. Freddie había perdido a su esposa y Marina, a su papá. El amor de él con su madre, Madeleine, los unió para siempre.
 ??  ?? Inseparabl­es. Marina y Freddie compartier­on obras de ballet, cabalgatas en el campo y, en diciembre, un viaje junto a su familia. “Es un padre para mí y un abuelo para mis hijos”, dice.
Inseparabl­es. Marina y Freddie compartier­on obras de ballet, cabalgatas en el campo y, en diciembre, un viaje junto a su familia. “Es un padre para mí y un abuelo para mis hijos”, dice.
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Recuerdo. Marina con su papá Freddie, el día de su casamiento..

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