El barrio de Tigre que más alentó a Otamendi, revolucionado por la visita del campeón
Ni Río de Janeiro, ni Lisboa ni Manchester. La hinchada personal de Nicolás Otamendi, los cantitos más fuertes, el festejo en cada cruce a Neimar y su troupe no sonaron con tanta efervescencia en la cancha donde Argentina disputó la final la de la Copa América, ni en la ciudad del Benfica y el City, últimos equipos europeos donde la rompió el defensor.
En el barrio La Paloma, de la localidad de El Talar, los vecinos de Tigre hicieron vibrar las veredas y rincones por los que Otamendi circuló cuando era chico. Allí donde nació su nación por la pelota, en los clubes Villa Real o Barrio Nuevo de San Fernando, se llenaron de orgullo por el título tan soñado contra Brasil. Y ahora, esas calles del Norte del Conurbano están revolucionadas.
Es que tras los festejos y el traslado a Ezeiza con el plantel liderado por Lionel Messi, Otamendi pasó a abrazar a su familia antes de volver a Europa. Y, como solía hacerlo cada vez que pasaba por El Talar antes de ser campeón de América con Argentina, se sacó fotos con chicos del barrio, vecinos y firmó camisetas, pelotas y zapatillas.
Así lo compartió en sus historias de Facebook, donde mostró dos fotos de su visita a sus seres queridos, a quienes no vio durante 50 días para asegurar la burbuja a la que se sometió la comitiva de la Copa América. También elogió a su hermano Gabriel, quien ofició de vocero y dio entrevistas a medios de comunicación.
"Después de todo solo está la familia", escribió el defensor que le hizo la vida imposible a los delanteros del Scratch. Y se refirió a su compinche inseparable: "Mi hermano Gabi... el que da declaraciones".
De hecho, fueron esas declaraciones las que generaron suspicacia, ya que Gabriel Otamendi dijo en TyC Sports que en la familia sueñan "que Nico venga a jugar a River", club del que son hinchas.
En La Paloma, el humilde barrio de Tigre donde se crió Otamendi, muchas casas se llenaron de banderas celestes y blancas. Sobre todo en la calle Cruz del Sur, donde todavía vive Silvia, su madre.
Fue ella quien lo acompañó y llevó en colectivo a jugar hasta que tuvo su