Clarín - Zonal Norte

El abuelo que volvió a ver a su amiga del alma después de un año y medio aislado

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En el Geriátrico Municipal de Vicente López, esta semana Héctor Ávalos (66) pudo volver a ver a Marita Hebra, una enfermera que se había convertido en su amiga y "hermana del corazón" y con quien estuvo distanciad­o durante meses que parecieron eternos.

Por un accidente, hace seis años Héctor debió ser internado de urgencia. Luego de su recuperaci­ón fue a una institució­n de rehabilita­ción. Allí conoció a Marita, trabajador­a del establecim­iento.

“El primer contacto que tuve con él fue cuando le dieron el alta en la clínica. No tenía familia ni a nadie que lo pudiera asistir. Estuvo a nuestro cuidado por unos meses hasta empezamos a hacer los trámites para ver si podía ingresar al Rodríguez Ortega, e instituto municipal de Vicente López", cuenta a Clarín ella durante el emotivo reencuentr­o. "Nos hicimos grandes amigos. Siempre recuerdo que fue un hombre ágil, le gustaba barrer el patio y regaba las plantas. Es muy querido entre sus compañeros porque ayuda mucho”, comenta Marita. “Me hice muy amigo de ella, me encariñé y ahora la tengo como mi familia”, añade él.

Oriundo de Concepción, provincia de Corrientes, a los 16 Héctor perdió a su mamá. Así se mudó a San Isidro bajo el cuidado de sus tíos. “Vine del campo”, cuenta sonriente, feliz de haber vuelto a ver a su amiga del alma. “Me crié arriba de un caballo. Hacía ejercicio, practicaba saltar, los bañaba y les daba de comer. Pegaba una vuelta recorriend­o San Isidro con la ayuda de mi tío”, recuerda Ávalos.

A los 60 años, en un día de lluvia salió a andar en moto y tuvo un incidente que lo dejó desmayado en la vía pública. “No me acuerdo mucho, me descontrol­é y terminé acá. Sentí que nací de vuelta. Nunca me faltó nada acá, ya es mi casa. Las enfermeras 24 horas están con nosotros, las miro y ya vienen”.

Marita, antes del comienzo de la pandemia, venía a visitarlos cada mes y medio. “Mi primera visita acá fue antes de la pandemia, estuvimos tomando mate y charlando. Él me presentó a sus compañeros con los que jugaba al truco y vine algún festejo de su cumpleaños, las enfermeras se encargan de adornar todo y queda todo agradable. Está bueno que podas volver a vernos y conversar, porque de pronto uno sale de acá y sigue su vida, pero ellos que siguen en el geriátrico, que no reciben visitas como antes, es más limitado”, recuerda.

En el geriátrico participa de clases de música, entrena bicicleta fija en el gimnasio y baila. “Lo que más me gusta es la cumbia. Una compa

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