Clarín - Zonal Norte

Se volvió viral por concientiz­ar en las redes sobre la dislexia

Lucas Slevin y su familia tienen una papelera en Pilar. Difunden prejuicios y dificultad­es en Instagram.

- Pilar Di Salvo mdisalvo@clarin.com

Mariela Herreros se enteró que era disléxica a los 40, cuando un médico diagnostic­ó a su hijo Lucas. En ese proceso fue que el mismo médico que atendía a su hijo se dio cuenta que ella tenía dificultad­es parecidas, propias del trastorno.

Ella es dueña de Papelera Pilar, un comercio que no se diferencia en las redes sociales tanto por sus productos sino por la historia de la familia que está al frente. A Mariela y a sus hijos, Lucas y Bruno, no sólo los conecta la dislexia, sino lo que concientiz­ación que intentan transmitir sobre ella. Ella maneja las redes de la papelera, que al día de hoy cuentan con 359 mil seguidores, algo para nada común para un local que vende insumos de papel para eventos y manualidad­es.

A través de las redes de la papelera, Mariela y su hijo Lucas muestran todo el uso que se le puede dar a los productos que venden, proponen ideas entretenid­as para la familia y aprovechan el lugar para contar su historia. La familia puede tener dificultad con las palabras escritas pero tiene una marcada facilidad para las cámaras.

"No vas a llegar a nada", "sos tonto" y "sos vago" son los principale­s prejuicios que sufrieron Mariela, Lucas, Bruno y, probableme­nte, la mayoría de los disléxicos, durante el colegio, la cual tanto la madre como el hijo mayor recuerdan como su peor etapa. Si bien reconocen que cada vez hay más conscienci­a y

se abarca más profesiona­lmente, no niegan que el camino a recorrer es largo y que son varios disléxicos

los que sufren un sistema que aún no se logra adaptar.

El principal desafío de Mariela

no es tanto su dislexia, con la que ya aprendió a convivir y la cual conoció de adulta, sino ayudar a sus hijos a que transiten la vida con menos desigualda­d y obstáculos que ella.

Lucas: el influencer

Lucas tiene un recuerdo mucho más vívido acerca del momento de su diagnóstic­o: a pesar de que las maestras fueron las que se dieron cuenta de las dificultad­es que atravesaba el entonces niño en prescolar, con el diagnóstic­o de dislexia los médicos le dijeron a Mariela que su hijo tenía una "enfermedad mental". Esa catelogaci­ón, y malinforma­ción la hicieron entrar en pánico a Mariela en ese momento y a Lucas, tres años después cuando una maestra le explicó la dislexia en esos mismos términos.

Hoy, a los 22 años se acepta como es y se toma sus trabas con humor: se tatúo una I y una D en cada mano para señalizar su izquierda y su derecha y así evitar mareos, pero no es el único, hoy se convirtió en un símbolo de la dislexia. Lucas tiene 106 mil seguidores en Instagram y 921 mil en Tik Tok, donde está como Lucas Slevin. Además, es parte del podcast Otro Pozo, donde conversa con otros neurodiver­gentes acerca de los obstáculos que atraviesan en un mundo que no los tiene muy en cuenta.

"Mi autoestima fue con lo que más luche", revela Lucas mirando para atrás. Él siempre supo que no era "tonto" pero era muy dificil recordárse­lo todos los días en el colegio cuando todas las tareas le costaban el doble de esfuerzo que a sus compañeros. Al igual que su madre, recuerda la etapa escolar como la más cuesta arriba de su vida. La vida de adulto, que a muchos les cuesta el triple que la de un adolescent­e, para Lucas es un alivio, porque ya conoce sus desafíos y "con amor, humor y paciencia" los afronta. Lu

cas valora tener la experienci­a previa de su madre, en momentos complicado­s se plantea: "No estoy solo ni roto".

El joven comenzó haciendo videos cortos en Tik Tok y para cuando ya estaba cerca de los 300 mil seguidores fue cuando se dio cuenta que podía brindarle a las redes un "mejor contenido". Sus videos sobre la dislexia pronto interpelar­on a los usuarios que querían saber todo sobre sus vivencias. Sus relatos en las redes sociales lo ayudan a "sanar" las heridas de una adolescenc­ia incomprend­ida y a ayudar a jóvenes que se ven interpelad­os y, algunos, identifica­dos con los desafíos de la dislexia.

Bruno: el futuro periodista deportivo

Bruno tiene 14 años y también es disléxico. Luego de la vivencias de su hermano se cambió de escuela a causa de la poca profesiona­lidad de los profesores, quienes solo entorpecía­n su aprendizaj­e. Hoy su tablet es el gran motor de su aprendizaj­e, con la que le saca la foto a aquello que debería leer y el aparato se lo transforma a un formato de audio, por lo que puede estudiar escuchando.

En las redes sociales aspira a ser un periodista deportivo moderno. Su sección se llama Fútbol con Bruno y allí revive momentos históricos del fútbol argentino y además recorre los eventos más relevantes del fútbol mundial. En sus últimos videos recuerda la despedida en La Bombonera a Martín Palermo pero también comenta en vivo la entrega del último Balón de Oro.

Si bien Bruno no usa sus redes sociales para hablar sobre la dislexia, sí se presenta en entrevista­s con su familia y cuenta la experienci­a de un adolescent­e de esta era con dificultad­es en el aprendizaj­e.

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Influencer. Lucas tiene 22 años y se volvió popular en TikTok.
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Referente. Su diagnóstic­o, ejemplo para muchas personas.

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