La primera directora de un film sonoro, figura histórica de Munro
Vlasta Lah fue pionera en los últimos años de los estudios Lumiton. Su película, Las Furias, reunió a un elenco y staff con muchas mujeres.
Pocos la conocen y a veces la historia borra a figuras del arte y la cultura que marcan un antes y un después. Es el caso de Vlasta Lah, y de su primera película, Lasfurias (1960), que fue a su vez el
primer largometraje sonoro dirigido por una mujer en el país.
Ya su fecha de nacimiento aparecía de manera confusa. Los investigadores y documentalistas, Martín Miguel Pereira y Candela Vey, encontraron información confusa en la web, como el hecho de que había nacido en 1918 y había cursado estudios superiores en cine a los 15 años. Al profundizar en la investigación hallaron la verdad: Vlasta Giulia Lach nació en el año 1913 en Pola, una ciudad portuaria del Imperio Austrohúngaro.
Se formó en Centro Sperimentale di Cinematografia en Roma antes de emigrar a Argentina, lo cual la dotó de una erudición en el arte cinematográfico con la que pocos podían competir. Así, y pese a los convencionalismos de la época, fue convocada para participar en diversas producciones, tales como Historiadel900 (1949), la primera película de Hugo del Carril. Sin embargo, ella esperaba su momento para dirigir una obra propia y aquello ocurrió en 1960.
La que fuera su segunda y última película, Lasmodelos (1963), iba a ser en realidad su primer proyecto cinematográfico. Sin embargo, ocurrió algo que cambió sus planes: vio la obra de teatro Lasfurias, dirigida por Enrique Suárez de Deza. La trama tenía mucho potencial: un pintor fracasado es doblegado por su mujer, su hija, su hermana, su madre y su amante hasta llevarlo a los límites de su vida.
En 1960, el viejo sistema de estudios de la época dorada del cine se encontraba derruido. Precisamente, fue filmado en lo que quedaba en aquel entonces de Lumiton, el primer estudio de cine creado en Argentina en 1931, ubicado en Munro, y hoy convertido en museo. La cinta fue en parte financiada por aquella empresa y en parte por el marido de Lah, Catrano Catrani. Así, “Vlasta gozó de total independencia tanto para elegir el tema, el equipo técnico (en donde hubo varias mujeres), para desarrollar el guión y para tener el corte final”, relata Candela Vey.
Todos los interiores fueron filmados en el set y la mayoría de los exteriores se situaron en la zona de San Isidro. Según cuenta Vey en diálogo con Clarín, esto se debió a la narrativa del film, para la cual lo más adecuado era una zona residencial. También influyó el hecho de que tanto Vlasta Lah como Catrano Catrani conocían bien aquella área de Zona Norte, debido a su trabajo previo en los Estudios San Miguel.
El único testigo vivo del rodaje de la película es Victor Catrani, el hijo de la directora, que fue partícipe de la producción. Según sus palabras, hubo una “sana pero intensa competencia entre las actrices por destacarse ya que es una película en donde el drama pasa casi exclusivamente por el diálogo”. Por otro lado, sobrevivieron palabras que detallaron el proceso creativo. Mecha Ortiz, Alba Mujica y Elsa Daniel, las actrices de la película, valorizaron el trabajo de Vlasta Lah, al decir en una entrevista de aquel momento que tenía talento y oficio, que daba libertad de expresión a los actores y que generaba un gran clima de trabajo. La cinta demostró estar muy adelantada a su tiempo. Tenía una marca autoral distintiva, al diferenciarse en varios puntos de la obra de teatro homónima en la que se basaba. Fue contestataria de la época hasta el punto de mostrar “lo que casi es con seguridad la primera escena de masturbación femenina del cine argentino”, narra Vey. Y eso no fue para nada bien recibido por una época de censura y machismo. En retrospectiva, Lah fue una precursora vanguardista.