Clarín - Zonal Norte

Cada vez más familias rusas se instalan en el corredor de Libertador

Eligen la costa del Río de la Plata para alquilar y criar a sus hijos. Estudian español y se vinculan por Telegram.

- Ignacio Ávalos iavalos@clarin.com

Según la web oficial BA Colectivid­ades, en Argentina vive la mayor comunidad rusa de América Latina. Contando descendien­tes, se calcula que aproximada­mente son 300 mil.

Hace unos años, una ola migratoria de mujeres rusas embarazada­s fue noticia en nuestro país. Las extranjera­s elegían Buenos Aires y otras provincias para dar a luz a sus hijos por las facilidade­s burocrátic­as para ingresar al territorio y acceder a documentac­ión, salud y educación.

Si bien los últimos registros de la Dirección Nacional de Migracione­s (DNM) muestran que la situación ya no es la misma a partir de la guerra con Ucrania, el flujo migratorio volvió a incrementa­rse. Y muchas eligen la zona Norte del Conurbano para vivir. Particular­mente, el distrito de Vicente López, donde vecinos y autoridade­s revelan que cada vez hay más familias rusas en los barrios.

Es el caso de Iuliia Salaschenk­o (37), o Julia para los argentinos, que desde hace un año dejó su casa en Sochi, una ciudad del sur de Rusia y reside junto a su marido Pavel Evlampiev (40) y su hijo Platón Evlampiev (5) en Vicente López.

"La vida cotidiana en Rusia no cambió mucho cuando inició el conflicto pero temíamos por nuestro futuro. Luego, a mi marido lo reclutaron para la guerra y ahí decidimos que era mejor salir del país que matar inocentes", contó en diálogo con Clarín.

"No estábamos de acuerdo con las políticas del Gobierno ruso y no podíamos hacer nada para cambiar la situación. Además, tenemos muchos familiares en Ucrania", sumó.

Julia y su familia tuvieron que

decidir rápido el nuevo destino para vivir y Argentina no exige visas para los rusos. "Sabíamos que este país es rico en naturaleza", mencionó.

Muchos inmigrante­s rusos eligen Buenos Aires con la idea fija de instalarse en lugares como Palermo o Recoleta porque piensan que es el único lugar seguro y con acceso a hospitales y educación, pero poco a poco se van abriendo a otras zonas.

"En principio alquilamos un departamen­to en Capital pero no nos gustó vivir en el centro de una ciudad tan grande. Buscábamos algo más tranquilo y fuimos a Vicente López. Es perfecto, nos gusta la costanera y la vista al río que tiene nuestro hogar", dijo Salaschenk­o.

Ya son cientos de rusos que deciden mudarse hacia la zona Norte del Conurbano. Para comunicars­e entre ellos eligen Telegram como medio principal. Incluso, prefieren informarse a través de redes sociales y evitar el contacto con organizaci­ones rusas oficiales por miedo a entregar informació­n al Gobierno.

El cambio es total. Antes no existía una comunidad rusa como la de hoy. A través de grupos en Telegram llueven las consultas por partos, mejores barrios para instalarse, cómo obtener residencia y dónde estudiar español.

"Hay muchas familias rusas en la zona. No conozco personalme­nte a todas pero hablamos por chat. Compartimo­s noticias y nuestros problemas en la ciudad. Mi marido suele ir con ellos a jugar al vóley en la costanera", contó.

Una de los barreras principale­s que tienen es el idioma. Por esa razón, Julia se inscribió en una escuela para adultos de Vicente López para aprender español más rápido. Las ilusiones de la familia Evlampiev están en su hijo, que el año siguiente comenzará la Primaria, y poco a poco empieza a entender el español. "Espero que algún día pueda ser un argentino de verdad", deseó la mamá.

María Elena González, profesora de la Escuela de Adultos 702 de Vicente López, expresó que ya son varios los adultos rusos que estudian allí para enfrentar el idioma. "Les llama mucho la atención el lenguaje inclusivo y el movimiento LGBTIQ+ que hay en Argentina. En Rusia no tienen esa libertad", sentenció.

En el colegio, los rusos bailan el gato, cantan el himno y la Marcha de San Lorenzo y hasta se aprenden el preámbulo de la Constituci­ón Nacional. "Son un pueblo muy sufrido que viene buscando nuevos horizontes como lo hicieron nuestros abuelos italianos y españoles", afirmó la profesora.

Las familias que vienen al país suelen estar bien económicam­ente. La mayoría alquila sus antiguos hogares en Rusia y pueden convertir su moneda a pesos argentinos fácilmente. También, realizan homeoffice y trabajos online.

Según vivencias que le contaron a María Elena, los rusos encuentran en Vicente López o San Isidro precios más accesibles para alquilar que en Capital.

"Aprovechan para alquilar con dueños directos por tres meses y justo les coincide con su renovación de estadía en el país. Tienen que ir a migracione­s a presentar un certificad­o de alumno regular que yo les hago", detalló.

Por otro lado, en una tabaquería muy reconocida de la ciudad, una trabajador­a del local recordó con gracia las peleas con su vecino ruso: "Decía que la música estaba fuerte, bajaba del noveno gritando en su idioma y nos ponía el traductor para que entendiéra­mos sus puteadas".

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Familia Evlampiev. Iuliia (37), Platón (5) y Pavel (40) viven en Vicente López hace un año. Los padres estudian castellano para adultos.

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