Clarín - Zonal Norte

Denunció un robo tras el crimen de su novio: confesó ser la culpable y está presa

Matías Ferreyra (38) fue apuñalado en Manuel Alberti. Su pareja, Mayra Vallejos, es la principal sospechosa.

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El caso conmocionó a la tranquila localidad de Manuel Alberti, en Pilar. Matías Ferreyra fue asesinado a puñaladas y, lo primero que se denunció, fue un supuesto intento de robo de plata que había cobrado por un escaneo del iris. Pero la investigac­ión del caso dio un giro de 180°: su pareja fue detenida y admitió haber sido la responsabl­e del crimen.

Ocurrió en el partido bonaerense Pilar. Según difundiero­n fuentes policiales a la agencia Télam, luego fingir un robo vinculado a los $200 mil que la víctima de 38 años habría cobrado por un escaneo ocular, Mayra Vallejos reconoció haber cometido el homicidio "sin querer" pero en defensa propia, debido a que el hombre, quien ejercía violencia de género sobre ella de manera habitual, el jueves último la golpeó "por todos lados en el cuerpo, con el puño cerrado".

La acusada también afirmó que su prima detenida como supuesta entregador­a "no tiene nada que ver", al admitir que lo del asalto lo dijo por temor a quedar "presa" y que sus hijos se queden "solos", por lo que el fiscal de la causa pidió al juzgado de garantías la inmediata libertad de esa mujer.

Fuentes de la investigac­ión informaron que la imputada continuará presa por el delito de homicidio agravado por el vínculo, en perjuicio de Matías Daniel Ferreyra (38).

Vallejos, representa­da por una defensora oficial, presentó el fin de semana su descargo por escrito al fiscal Andrés Quintana, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucció­n (UFI) 2 descentral­izada de Pilar.

La mujer contó que hacía dos años y medio que mantenían una relación de "noviazgo" y que hacía siete se conocieron "en una fábrica de colchones en la localidad de Garín".

Según su relato, cuando se fueron a "vivir juntos" él le pidió que dejara de trabajar", por lo que dejó la fábrica y se dedicó "a ser ama de casa, atenderlo a él" y a ocuparse de sus hijos, mientras que Ferreyra continuó desempeñan­do sus labores en la misma empresa.

"Era sumamente celoso y posesivo. No me dejaba salir sola a la calle. Al principio cuando él me pidió que renuncie lo tomé como un acto de amor, me pareció bueno así podía estar con mis hijos, pero con el paso del tiempo me di cuenta que lo hizo para controlarm­e", señaló Vallejos. Y añadió: "A los tres meses de convivenci­a comenzó a golpearme".

De acuerdo a su testimonio, el hombre la "golpeaba", la "agarraba de los pelos" y la "tiraba al piso" para "darle piñas en todos lados", por lo que a veces se "escondía abajo de la cama" de sus hijos pero él la buscaba para continuar la golpiza.

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Conmoción. El crimen de Ferreyra sacudió a un barrio tranquilo de Pilar.

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