Clarín - Zonal Oeste

El conmovedor pedido de un chico que sufrió maltrato, encontró un hogar y ahora busca otro para dos hermanos

Tras el abandono de su mamá y la violencia de un tío, Nahuel Fullioni Machado (18) pasó por varios hogares hasta que, a los 15, fue adoptado por una pareja de Merlo.

- Matías Morales Mmorales@clarin.com

Nahuel Fullioni Machado (18) sufrió violencia intrafamil­iar durante toda su infancia, nunca conoció a su padre biológico y su mamá lo abandonó junto a seis de sus hermanos cuando era un bebé. Había quedado al cuidado de sus tíos, sus maltratado­res, pero a los ocho, cuando una maestra lo ayudó a contar lo que le pasaba, intervino la Justicia y se inició un largo camino para que pudiera tener una vida parecida a la de cualquier chico. Ahora, con la mayoría de edad recién recibida, quiere que dos de sus hermanos menores encuentren una familia que los adopte, como lo hicieron con él. Por eso, salió a pedirlo públicamen­te en las redes, y a contar su historia, en un conmovedor mensaje.

Nahuel vive Merlo y desde que logró salir de la casa de sus tíos, donde el maltrato físico y hasta la tortura eran habituales, no tuvo más contacto con sus hermanos. Con el nombre que le habían puesto cuando nació, Tobias Nahuel Villarreal, atravesó la parte final de su infancia entre denuncias, hogares de tránsito y juzgados de familia. A los 12 le asignaron una familia con la que empezó a vincularse y con la que permanece el día de hoy, luchando para que sus dos hermanos mellizos, de 17, tengan el hogar que nunca tuvieron.

La búsqueda de adoptantes para los dos menores, un niño y una niña, surgió desde el Juzgado de Familia N° 1 de Moreno-Gral. Rodríguez, donde convocan para que alguna familia se postule y los adopte. Describen al varón (M) como un chico que le gusta mucho el deporte y es hincha de Boca. Y que espera poder ser adoptado junto con su hermana. La niña (R) "es sociable, le gusta mucho el arte y la danza, estudió lenguaje de señas y quiere practicarl­o", informan a quien esté interesado.

“Yo tengo otros siete hermanos más, uno está con mi mama y los otros cuatro no entiendo porque no se hicieron cargo de los dos mellizos. La jueza que me había tocado en su momento me avisó que estaban en Moreno en una lista de adopción, me preguntó si me quería vincular con ellos y preferí esperar. Recién estaba conociendo a mi familia y si los conocía a ellos, iban a ser muchas emociones todas juntas. Ahora ya estoy listo, pronto nos vamos a ver”, dice Nahuel, que además quiere ayudarlos a reiniciar su vida.

Como sus hermanos, nunca conoció a su padre y la madre los abandonó cuando él era muy chico. Tuvo un único encuentro con ella a los ocho años, cuando le preguntó por qué se había ido con la menor de todos. Ella explicó que había formado otra familia y su pareja no se quería hacerse cargo de todos los demás.

Sus hermanos quedaron a cargo de sus abuelos y él fue adoptado por sus tíos, que según cuenta el joven tenían muchos problemas de pareja y su tío se desquitaba pegándole a él.

Iba al colegio “San Cayetano”, de Pilar, donde se acostumbró a contestar con mentiras cuando le preguntaba­n por las marcas que tenía. Hasta que una profesora se dio cuenta de que los golpes eran algo frecuente. E intervino.

“Se dio cuenta que tenía moretones grandes en la cabeza. Mi tío me pegaba con el cinto, con la mano y con el puño cerrado en la cabeza. Desde ahí nos fuimos directamen­te a la comisaría y declaré todo lo que viví”, relata Nahuel.

Hubo un intento de volver a unirlo a sus tíos. Funcionó poco tiempo. Y volvieron los problemas. “Me dejaban encerrado, se iban y no volvían. Una vez no me salió un ejercicio y él se enojó y me pegó un cachetazo tan fuerte que se me clavó el lápiz en el ojo. No pude ir al colegio porque tuve un derrame", recuerda. “Yo me descargaba llorando porque con enojo no me puedo descargar. Nadie tiene la culpa de lo que vivía yo. Solamente lloraba. A veces, solo por el dolor físico”, rememora.

A los 12 finalmente se escapó del hogar de los maltratos, donde lo tenían encerrado porque ya había intentado huir varias veces. Lo encontró la policía y su decisión fue clara; le pidió al juzgado que le buscaran otra familia.

En un principio, se había presentado una con la que compartió varios meses, esperaban un bebe y Nahuel estaba feliz porque iba a tener un hermanito. Pero súbitament­e dejaron de asistir a los encuentros y supo que no iban a volver. Fue un golpe. Otro más.

“Cuando arranque 4to de secundaria apareciero­n Laura y Cristian, estuve dos meses de vinculació­n y ya me quería ir con ellos. Y ahí nos fuimos, mi vida cambió completame­nte. Estaba feliz, contento y orgulloso. Con 15 años era muy difícil que me adoptaran. Estuve casi cuatro años en el hogar. Es muy difícil porque ves situacione­s de otros chicos. Además, al no tener una familia que te eduque, nadie te enseña y después aprenderlo en un hogar te cuesta”, explica Nahuel.

Al hablar de su sus padres adoptivos su tono de voz cambia. Y sonríe. Hoyh, hace Rugby en el club Casa de Padua, trabaja en una empresa de matafuegos de Libertad. Pronto irá al juzgado de Moreno- Gral. Rodríguez para ver a sus hermanos por primera vez luego de muchos años. Y sueña con llevarles una buena noticia. ■

 ??  ?? Hogar. Nahuel junto a Laura y Cristian, sus padres adoptivos, con los que empezó a vincularse a los 15. Juega al rugby en Casa de Padua y trabaja.
Hogar. Nahuel junto a Laura y Cristian, sus padres adoptivos, con los que empezó a vincularse a los 15. Juega al rugby en Casa de Padua y trabaja.
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Pequeño. Nahuel tenía 8 cuando una profesora lo ayudó a pedir ayura.

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