Clarín - Zonal Oeste

Ignacio Grosso y Andi Muzietti Los primos inseparabl­es que montaron una cervecería en homenaje a Huckleberr­y Finn

Son de Ituzaingó y de Padua. De chicos tenían pasión por el personaje de Mark Twain y hoy le dedican sus pintas.

- Juan Pablo Estévez jestevez@clarin.com

En la colectora del Acceso Oeste, entre los puentes Emilio Cipolletti y Santa Rosa, se encuentra una de las mejores microcerve­cerías de la Argentina: El Granero de Finn, que está inspirada en Huckleberr­y Finn, aquel personaje entrañable novelesco que ideó Mark Twain a fines del Siglo XIX.

El Granero de Finn es una creación del cervecero Andi Muzietti, quien pasó su infancia y adolescenc­ia en San Antonio de Padua, junto a su primo Ignacio Grosso, quien es vecino de Ituzaingó.

Ambos tienen 40 años, son egresados de la Universida­d de Morón y en 2014 abrieron este Taprrom -un bar montado dentro de una fábrica de cerveza- que tiene una decoración rural, en la que sobresalen fardos de paja, rastrillos y elementos que aluden a los paisajes en los que se desenvolví­a Huckleberr­y Finn en sus aventuras por la ribera del río Mississipp­i.

"Creo que en esos inicios a Huckleberr­y lo incorporé como mi álter ego. Tomé la esencia del personaje, que siempre me atrapó por completo, y busqué que fuera él quien le diera ideas y brillo al concepto de marca. Siempre fue un chico muy aventurero, arriesgado, sagaz y curioso, cuyo objetivo fue avanzar a pesar de los obstáculos. Quería lo mismo para mi vida", explica Andi Muzietti.

Antes de inaugurar El Granero de Finn -que está ubicado en De las Cañoneras 595, Ituzaingó- Muzietti, que es el maestro cervecero de la firma, realizó un camino intenso en el mundo de la cerveza artesanal para perfeccion­ar sus conocimien­tos y técnicas, porque venía de un palo totalmente distinto: es licenciado en Publicidad y en 2010 trabajaba en una agencia creativa de contenido

mientras comenzaba a realizar sus primeras cocciones como homebrewer (cervecero casero) en la casa de su mamá.

En el lapso de cuatro años se volvió un especialis­ta e incluso en el

2011 fue elegido como el mejor cervecero casero de la Argentina en el Festival que la agrupación Somos Cerveceros realizó en Santa Fe, por lo que llegó con pergaminos para dar el salto y convertirs­e en cervecero

profesiona­l.

Lo único que faltaba para cerrar el círculo era abrir un bar y para eso entró en acción su primo, Nacho Grosso, quien es licenciado en RRHH con orientació­n comercial. Entre ambos le dieron forma a su taprrom: Andi desde la creación de las cervezas e identidad de marca, Nacho desde la parte organizati­va y de difusión.

El 31 de marzo su taproom cumplirá nueve años y a modo de festejo durante todo marzo, el mes de San Patricio -la tradiciona­l celebració­n de mañana- hay 2x1 en cervezas todas las noches.

Un dato a tener en cuenta es que la microcerve­ería Finn no elabora estilos tradiciona­les de cerveza regulados por el BJCP (Beer Judge Certificat­ion Progam), sino que apela a la inventiva y crea cervezas híbridas que no se pueden conseguir en otros lados.

"Tenemos siempre en canilla entre siete y ocho estilos. Los híbridos con los que iniciamos son una Black Rye IPA, la experiment­al Smoked Roggen que lleva un macerado con cáscaras de limón, y para los más clásicos tenemos las típicas Sout, Pilsen, Irish Red Ale y muchas Belgians", expica Andi Muzietti.

A nivel gastronomí­a se destacan la bondiola braseada con cerveza casera, mientras que los toppings de las hamburgues­as son creados en base a reduccione­s de diversos estilos cerveceros.

"El maridaje es amplio, porque todo tiene que ver con todo. Segurament­e haya algo de cerveza en el plato que pidas para comer y, a su vez, tenés la pinta adelante para terminar de completar el rompecabez­as", destaca Nacho Grosso.

Durante los nueve años de vida que tiene Finn sus creadores vieron cómo se generó el auge de la cerveza artesanal en el país, un período de bonanza que estuvo marcado en el año 2015 y, con el paso del tiempo, como ese mercado atomizado comenzó a deshacerse hasta quedar en una situación compleja en la pandemia.

"Llevamos nueve años y pasamos por distintos estadíos: en 2014 fuimos la novedad porque muy gente había tomado cerveza a metros del fermentado­r: eso nos dio un gran empujón. Luego, en 2016, llegó la moda de la cerveza artesanal y trajo a nuestro bar a muchos clientes que de alguna manera rompían con nuestro paradigma de consumidor. Llegamos a la pandemia con un mercado súper saturado de fábricas y bares. De estar solos en muchos kilómetros cuadrados pasamos a tener 14 bares cerveceros en la misma zona. Hoy no queda casi ninguno: nuestros clientes son los que pasaron todas esas oleadas, se fidelizaro­n y vienen desde siempre a un lugar de culto a tomar una cerveza cien por ciento artesanal", cierra Muzietti.w

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Premio. Los primos del Oeste con el importante reconocimi­ento que recibió Andi como maestro cervecero.

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