Las trigemelas de Lomas de Zamora ya van a cumplir un año y están cada día más idénticas
Nacieron en plena pandemia, fruto de un embarazo que se da una vez cada 200 millones. Los papás reconocen que, todavía, a veces les cuesta distinguirlas.
Victoria, Julieta y Delfina Chainski Catalá nacieron el 25 de julio del 2020 en el Sur del Gran Buenos Aires. Las trigemelas genéticamente idénticas son un caso que se da cada 200 millones de embarazos. A tres días de festejar su primer cumpleaños están más sanas que nunca y cada día se transforma en una anécdota nueva.
A diferencia de la mayoría de los casos de trillizos, las hijas de Leonel Chainski y Vanina Catalá Ortmann (36) provienen de la fecundación de un solo óvulo por un espermatozoide. Nacieron por cesárea y sin complicaciones en la Clínica IMA de Adrogué, y viven en el barrio San José, en Lomas de Zamora.
"Ser mamá de trigemelas es algo que nunca imaginé. A principios del 2020 nos fuimos de viaje a Europa y volvimos embarazados, fue algo muy deseado", cuenta Vanina, quien vivió en primera persona un "embarazo monocorial triamniótico".
Dentro de esta casa lomense, los padres -ambos docentes y con licencia- describen cada día como un "caos". Cada tarea se multiplica por tres y a medida que las trigemelas crecen surgen nuevos desafíos pero, más allá de cada problema que pueda surgir, la familia asegura que se sacó la lotería con la llegada de las hermanas genéticamente idénticas.
Además de ser padres primerizos, el desafío de Leonel y Vanina está en aprender y adaptarse día a día a un estilo de vida inesperado. "Si bien tenemos una rutina muy marcada, en el medio tenemos que ir haciendo cambios. Lo que hoy funciona, capaz mañana ya no sirve. Todo el tiempo hay que reinventarse", asegura Leonel como una de las características principales de este primer año "complejo pero hermoso".
Igualmente, a pesar de haber pasado meses con pocas horas de sueño encima e incontables chequeos médicos, los dos destacan que, gracias al buen carácter y la paciencia con la que ya cuentan las trigemelas, las tareas diarias se vuelven cada vez un poco menos complicadas. "Todavía necesitamos la ayuda de familiares, pero a medida que van creciendo es distinto el manejo. Hoy es todo mucho mejor", afirma la madre.
Entre ellas la relación es tan unida como antes de nacer, y como hermanas se siguen conociendo y descubriendo. "Ahora que están un poco más grandes vemos que se gritan, se sacan juguetes, y se tocan mucho las manos", ejemplifican. Si bien cada una duerme en su propia cuna desde el principio, al juntarlas aseguran que la relación "se va afianzando".
A veces, estar cerca es lo que necesitan para llevar adelante actividades que antes parecían complicadas como, por ejemplo, comer: "Lo que notamos es que poniéndolas en fila, una al lado de la otra, se van tocando las manos y van comiendo. Lo que buscaban evidentemente era el contacto, y no de cualquiera, sino entre ellas".
Así como comienzan a jugar y formar una buena relación, y, tal como aseguran los padres, cuatro brazos no siempre dan abasto.
"A veces levantamos a una primero y las otras dos empiezan a los gritos, pero tratamos de que ellas vean que también hay que compartir, aunque todavía no entiendan el significado", explica Vanina, y aclara que igualmente, los inconvenientes no suelen repetirse porque las tres ya "saben respetar sus tiempos".
Uno de los problemas principales para los familiares -y hasta sus propios padres- sigue siendo distinguirlas. Son pocas las características que las diferencian a simple vista y, al ser estas tan sutiles, es fácil confundirlas.
"La primera herramienta para poder distinguirlas son los aritos de las orejas. Victoria tiene perlitas doradas, Julieta perlas blancas y Delfina