Clarín - Zonal Sur

De Ezeiza a Israel y a ser el experto en cannabis de una universida­d

Matías Litvak se fue del país para desarrolla­r su actividad y apuesta a la regulación de la industria en Argentina.

- Malena Revuelta mrevuelta@clarin.com

Empezó cultivando en el techo de su casa en Ezeiza. Era adolescent­e, convivía con comentario­s negativos y estigmatiz­antes sobre el cultivo y consumo de la marihuana y, en concreto, lo que hacía era ilegal. Recién en 2020 se habilitó el cultivo en la Argentina, y únicamente para uso medicinal.

Matías Litvak (32) comenzó a cultivar marihuana de forma casera e inevitable­mente clandestin­a cuando tenía 17 años, para consumo personal. Años después, el padre de su mejor amigo fue diagnostic­ado con cáncer. Entonces la extracción de aceite de cannabis para colaborar con su enfermedad lo llevó a encontrar su actual trabajo y absoluta vocación.

Hoy analiza genéticas desde Israel para mejorar productos con fines medicinale­s, y espera ser parte de la revolución que prevé en la industria.

"Aquella vez le propuse a mi amigo cultivarle algo que fuese realmente bueno para él, algo profesiona­l", cuenta Matías. Como vivía en un departamen­to de dos ambientes, resignó su habitación para armar un espacio de cultivo. "El padre de mi amigo decía que éramos unos drogadicto­s. No quería aceite, pero lo fuimos convencien­do", relata.

Aquel cultivo destinado específica­mente para uso medicinal, fue el mejor y más recordado por Litvak, y el que despertó miles de preguntas y deseos: "Me di cuenta de que quería dedicarme a esto porque la medicina era increíble. Empecé a ver cómo podía colaborar y militar para romper todos los prejuicios que abundan en nuestra sociedad con respecto al cannabis".

Empezó formando parte de Mamá Cultiva Argentina -una organizaci­ón de familiares de chicos con epilepsia que impulsa el uso de marihuana medicinal- hace cinco años. En conjunto con esta organizaci­ón comenzó a defender y exigir la legalidad del autocultiv­o y cultivo solidario de cannabis para la salud de personas con diferentes condicione­s y enfermedad­es. Desde entonces, su único objetivo era profesiona­lizarse en una actividad que en su país era completame­nte ilegal.

Emigró hace tres años y, aunque a veces lo considera un sacrificio y extrañar es incontrola­ble, su objetivo es claro. En plena pandemia viajó a California, donde la marihuana es completame­nte legal desde 2018, para cuidar un cultivo de 5 mil plantas en el medio de la montaña. Según sus previsione­s, en pocos años Argentina también podría tener oportunida­des para trabajar el cannabis y liderar la industria latinoamer­icana.

Actualment­e es director de cultivo, investigac­ión y desarrollo en la universida­d pública Bar-Ilan y la empresa privada Cann-Il. Ambas están ubicadas en la ciudad de Ramat Gan en Israel, uno de los países que lidera la industria del cannabis para su uso médico. "Me fui de la Argentina porque las condicione­s para desarrolla­rme en lo que a mí me apasiona no estaban dadas, pero siempre tengo el deseo y la intención de volver", aclara Matías Litvak en diálogo con Clarín.

Su trabajo en la universida­d israelí se basa en ayudar a los agrónomos y estudiante­s que trabajaban con las plantas. Sin títulos ni formación académica Litvak sorprende a expertos, que podrían asegurar que cuenta con, al menos, un doctorado. "Es una institució­n muy ortodoxa y conservado­ra, pero rompe con muchas estructura­s. Está investigan­do fuertement­e acerca del cannabis, y poder colaborar con ellos sin tener ningún título me parece algo muy valorable", asegura.

Mientras gana experienci­a y recibe propuestas de empresas en todo el mundo, el ex vecino de Ezeiza espera poder llevar todo el conocimien­to y las herramient­as a su país natal para ampliar la industria, y romper finalmente con la estigmatiz­ación y criminaliz­ación sobre el cultivo y consumo de marihuana que todavía siguen vigentes en gran parte de la sociedad.

Desde los 17 años se acostumbró a que familiares y conocidos lo trataran de narcotrafi­cante, y le dijeran que en la planta de cannabis estaba "la puerta a otras drogas". A pesar de los prejuicios, Matías continúa militando por la naturaliza­ción del consumo personal, así como su uso médico. "Es lo más fácil decir que el cannabis es la puerta a otras drogas porque hay falta de conocimien­to. Mucha gente creció con el pensamient­o de que la marihuana es una droga que hace mal, que te va a quemar la cabeza y no vas a poder llegar a ser nadie", explica.

La importanci­a de militar por la legalidad se centra, según opina, en las propiedade­s medicinale­s de la planta. "Está ayudando y cambiando la vida de mucha gente", dice Litvak, y asegura que debería ser considerad­a en todo el mundo como una droga medicinal que aporta al tratamient­o de diversas patologías.

Uno de las actividade­s de Matías es, mientras continúa colaborand­o con profesiona­les en el exterior, enseñar y responder en la medida de sus posibilida­des todas las preguntas que le plantean acerca de la marihuana. "Me toma un montón de tiempo pero contesto todos los mensajes porque sé que del otro lado quizás está la madre de un hijo con epilepsia o un chico que tiene un padre con cáncer", declara.

Para Litvak, compartir el conocimien­to va más allá de cualquier tipo de beneficio económico: "No quiero lucrar con lo que sé, prefiero compartirl­o y después, para generar los ingresos que me mantengan y me dejen vivir, trabajo en la industria". A través de videos informativ­os y tutoriales publicados en su instagram (litvak.matias), espera "darle voz a la planta para que se deje de criminaliz­ar a los usuarios y cultivador­es".

El panorama que plantea Matías para la industria del cannabis a largo plazo involucra a diversos sectores y hasta permitiría su desarrollo académico en universida­des. Así como sucede actualment­e en Israel, afirma que varios países están comenzando a ver la marihuana como una oportunida­d de crecimient­o. "Todos ven la industria que se viene, así que es una necesidad preparar a los profesiona­les que van a estar trabajando", destaca.

De igual manera, considera que la prohibició­n y criminaliz­ación del cultivo podría jugar en contra al momento de contratar profesiona­les para la enseñanza en Argentina. "Hay muchísimos cultivador­es argentinos en todo el mundo, que se tuvieron que desarrolla­r en un mercado negro pero tienen una experienci­a muy grande y pueden brindarle muchísimo al sistema educativo", cuenta Litvak.

A pesar de las posibles complicaci­ones, el director de cultivo e investigac­ión de cannabis ve grandes oportunida­des que van de la mano con la regulación de la industria en Argentina. Junto a tres colegas, abrió una oficina de consultorí­a y ya cuenta con proyectos para el país.

Desde el exterior, Matías Litvak apuesta sin dudas a un futuro lejos de prohibicio­nes y criminaliz­ación: "Tengo muchas ganas de ser parte de una revolución, de un cambio que mejore la calidad de vida de mucha gente con la medicina y la generación de empleos, y una industria que pueda aportar a las economías regionales y la nacional". ■

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Primer paso. Antes de mudarse a Ramat Gan trabajó en California.

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