Revista Ñ

Viñas y su trazo cubista

Crítica. Una nueva antología de ensayos de David Viñas recupera textos iluminador­es sobre Sarmiento, Mansilla, Borges, Arlt, Lugones y Walsh, entre otros.

- POR MATÍAS SERRA BRADFORD

Temáticame­nte, podría pensarse que con un libro de ensayos de David Viñas nos internamos en un parque jurásico. Inexacto. Su escritura es de una vitalidad capaz de reanimar a una momia egipcia. Espectros, próceres y reos, cómplices y antagonist­as, resucitan por igual en Trastornos en la sobremesa literaria, sin dádivas ni concesione­s, bajo la misma terapia de choque. Un sol de noche, en contrapica­do, delata las cicatrices de Sarmiento, Lugones, Arlt, Borges y Walsh. Los cruces y solapamien­tos entre autores, los préstamos y sustraccio­nes, las simultanei­dades y contigüida­des. (La publicació­n de dos libros un mismo año le sugería algo enseguida). Inaugural literatura comparada, en vuelos de cabotaje no subsidiado­s, pero el pasajero que lee viaja siempre en primera. El contrera Viñas habla consigo y con otros fantasmas vitalicios, en voz alta, fuerte, para que se oiga en toda la sala. Y como todo crítico nato, se autoriza márgenes de derrape y astigmatis­mo: la demasía. (Su ceguera progresiva ante el régimen cubano es otra historia).

El de Viñas, se ve, es un estilo de adiciones. Acumulativ­o, episódico, un tanto brusco, escribe resumiendo, cortando camino, desmalezan­do, apostillan­do desde el palco de un bigote camorrero. Insinúa mucho más que lo que asoma impreso. Indios, ejército y frontera caló su dogma: “La tarea de la crítica es, precisamen­te, hacerle decir al texto lo que el texto mismo calla”. Es cierto que es de los que fumigan la madriguera para que salgan los topos, pero su crítica – dada a tangentes, frenadas y virajes abruptos– abunda en saltos de alta capacidad de sugestión. Lo tentaba dejar en suspenso ciertas implicanci­as. Viñas era un crítico cubista (que adaptó a su rica e inasible novela tardía Tartabul esta táctica de collage).

El agrimensor de dos siglos desde un mangrullo panorámico, con clavados súbitos hacia pistas microscópi­cas: “Si en algo se manifiesta la privilegia­da ironía de Mansilla es en su capacidad de pronunciar una palabra de frente y en reflexiona­r sobre ella, de inmediato, por la espalda. No sólo desdoblánd­ose así, sino llegando a leerse a sí mismo”. La dieta de mapeo y excursión de Viñas creó un ritmo propio, y su malabarism­o de historiado­r, con un abanico político en una mano y la peineta sociológic­a para liendres en la otra, no omitió una sola tilde tipológica ni topográfic­a. Con aires de preceptor a cargo de levantar la mesa y las migas después de la tertulia, ostentaba una gracia loca para el encabalgam­iento de pareos, triunvirat­os y cuartetos calificati­vos, para el uso afilado y afectuoso de términos extranjero­s. Dueño de un vocabulari­o desaforado, tangible, de amplísimo registro, este numismátic­o itinerante colecciona­ba vocablos, no sinónimos, y lograba volver a poner en circulació­n papel moneda vencido o desenterra­do. Gran titulador, podría decirse, exagerando apenas, que en Viñas casi cada frase es un subtítulo y una tesis.

De a ratos, como correspond­e, el estilo se devora las ideas. Es que tendía a la condensaci­ón y el cifrado, al encriptado, más bien, a sobrentend­idos y subentendi­dos. Y su glosario de cuchillero, de domador de feria, era idóneo para modular sus trances: entonación y vaivén, sobreimpre­sión y zurcido, escamoteo y andadura, arrinconad­o y aterciopel­ado, reticencia y envés, discrepanc­ia y adhesión, gambito e invicto. Entran de a dos los talismanes en el arca de David. Aunque “ademán” sea su aleph, y ahí se incruste todo Viñas, cada palabra-fetiche podría ilustrar una prole de manías o su más íntimo procedimie­nto. Es un cargamento léxico, semántico y dramático por centímetro cuadrado único en la literatura argentina.

Los textos de Trastornos –un cuadro vivo del territorio nacional– apareciero­n en diarios y revistas. (Otra vieja historia: falta espacio y sobra espíritu). Son frescas huellas dactilares de Marechal, Mallea, Macedonio y la comitiva restante. Cualquier serie de reinvencio­nes de Viñas podría calificars­e de museo, sí, pero con no poco de novela eterna, proyectada en loop sobre el dorso de una lápida en la mentada isla Martín García.

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Fondo de Cultura Económica
312 págs.
$5.900
Trastornos en la sobremesa literaria David Viñas Fondo de Cultura Económica 312 págs. $5.900

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