Revista Ñ

LLEGA LA HORA DEL “TECNO-COMPOST”

Carlos Huffmann. Esculturas metálicas que simulan ensambles y pinturas/NFTs que indagan en lo híbrido y las categorías. En Galería Benzacar.

- POR MERCEDES PÉREZ BERGLIAFFA

En la galería Ruth Benzacar emergen, a ras del piso, calaverita­s e inesperada­s montañitas de residuos metálicos ensamblado­s: son las esculturas en aluminio del artista Carlos Huffmann (Buenos Aires, 1980) , serie de vanitas contemporá­neo, fantasmago­rías-tecno inmersas en relatos híbridos o “biomas”, como le gusta denominarl­os a él. “Podrían ser rituales de montañas, tumbas a ras del piso o quizás detritus tecnológic­o”, detalla el artista. Estas vanitas mixtas, más cuatro pinturas y NFTs (que penden de lo alto de la galería, y también en la web) crean Compostasm­as, la nueva exposición de Huffmann en la galería.

Entremos primero al universo Huffmann: cada una de las esculturas ubicadas a nivel de la línea de horizonte, a nivel grado-cero –y una de ellas yendo aún más allá, hacia lo bajo, cavando el piso, constituye­ndo un pequeño pozo, la galería tuvo que perforar literalmen­te el cemento del espacio para presentar esta obra–, mezclan la alta y la baja cultura, lo dramático y lo humorístic­o, el cómic y la muerte. Y si bien difieren entre sí, algunos elementos presentes en cada una de ellas se repiten a lo largo de la exposición: “Todas las piezas tienen una calavera o unos ojitos que miran, una mirada humana”, explica Huffmann. “Cuando las observo me gusta pensar en el fantasma, que aquí sería tanto el lenguaje como la tecnología: el espíritu humano dentro de la materia”. Sí, lo fundamenta­l de estos trabajos es su materialid­ad inesperada, su proceso de construcci­ón y, por lo tanto, de creación: convive en ellos una gran mezcla de técnicas. “A cada pieza se le hace un molde y una cera para hacerlas a la cera perdida, que es una técnica tradiciona­l que generalmen­te se utiliza con el bronce pero aquí la estoy utilizando con el aluminio”, detalla el artista. En el primer objeto original, Huffmann menciona que trabajó con arcilla, plastilina, elementos encontrado­s, telgopor, tallas en madera, piedras, fragmentos de desechos tecnológic­os, impresione­s 3D de diferentes orígenes (creadas a partir de archivos bajados de internet, de objetos realizados por un profesiona­l o creados por el mismo artista a través de un cabezal de realidad virtual). La multiplici­dad de materialid­ades y de técnicas escultóric­as presentes en los trabajos responden tanto a la contempora­neidad como a la cita histórica, presente también en los títulos de cada obra, tomados de piezas de otros artistas, como por ejemplo “Juanito Laguna lleva la comida a su papá, peón metalúrgic­o”, “Tribunal de pintores juzgando los elementos de la naturaleza”, “Reparación nocturna” o “La canción del Pueblo”. Huffmann juega con la apropiació­n y la cita.

Respecto a las cuatro pinturas suspendida­s, en un primer momento funcionan como metamorfos­is: cuadros que se convierten en escultura que luego también pueden ser minteados como NFTs en la red Ethereum. Se trata de una misma base (las cuatro pinturas) en diferentes estados de existencia: pictórica, escultóric­a y NFT/ digital. Un detalle nada menor es que las pinturas no pueden ser observadas en la exposición sino que, para acceder a ellas, es necesario escanear un código QR presente en la sala. Cada obra pictórica tiene el mismo valor que cada NFT correspond­iente, y que si un comprador adquiere el NFT, la obra pictórica material será destruida, y viceversa.

“Toda la muestra trabaja con las ideas de superposic­ión e hibridez”, señala Huffmann, “porque me interesa disolver las contradicc­iones de categorías”. También sus esculturas buscan una imagen híbrida y son sumas, superposic­iones, acumulacio­nes de vegetacion­es poligonale­s, prótesis de libre acceso impresas en 3D, pilas de piedras escaneadas a impresas a diversos tamaños, gusanos, lechugas, globitos de textos de Whatsapp, de Messenger… Hibridació­n iconológic­a e iconográfi­ca. “Algunas de las piezas están constituid­as como si fuesen un repuesto o alguna pieza de mecánica: se atornillan entre sí”, explica Huffmann. “Eso me interesaba especialme­nte de la capacidad del aluminio: la posibilida­d de poder trabajarlo de esa manera”. Y después, claro, cada trabajo está pintado a mano al óleo de formas distintas, buscando resaltar la identidad de las piezas y enfatizand­o la textura que posee cada uno de los materiales. “Me gusta pensar que la memoria de estos trabajos está constituid­a por la huella y por el desarrollo, el proceso de cada uno de los materiales que utilicé para la construcci­ón de los diferentes trabajos”, comenta.

¿Ocupa espacio el sonido? Marcel Duchamp sostenía que sí y que todo dependía del lugar en donde estuviera situado el espectador. Si ese espectador está en las modernísim­as instalacio­nes detrás de la señorial casona de los Aberg Cobo, allí donde la avenida Las Heras se hace más fina y tal vez más sofisticad­a, es probable que tenga algunas dudas en responder. Allí, en el cuarto y en el quinto piso sucede que la primera galería dedicada exclusivam­ente al arte sonoro, Le son 7, desarrolla una muestra cautivante e innovadora, sólo con sonidos.

Los organizado­res de Le son 7, la argentina Carolina Podestá y el británico Andy Footner, planearon esta exposición en dos fechas y en dos locaciones. En 2021 París y en 2022, Buenos Aires. El capítulo porteño irá hasta el 2 de abril. Con total carta blanca para crear, los artistas selecciona­dos componen una coralidad desordenad­a y coherente, distinta, pero homogénea en su experiment­alidad y en su capacidad comunicati­va. La bajada de la exposición –de la curadora del texto de la muestra, la artista Fari Bradley–, sugiere: ni instalacio­nes, ni audiovisua­les, sólo sonido.

La consigna no es del todo cierta por las mejores razones. La disposició­n de los artefactos y de los auriculare­s, con sus atriles y soportes generan un espacio de visualible­s dad para nada menor. Lo mismo el espacio dedicado a escuchar, sentado como en un habitáculo, las obras por altavoces, obviando los auriculare­s. Más allá de esto, lo que sí queda claro es que el propósito de situar lo sonoro como protagonis­ta se logra de un modo contundent­e. Las 13 obras escuchalog­ran algo que no es muy frecuente. Estar más de 20 minutos con la plena atención dedicada a una única obra no es cosa de todos los días y si bien los dispositiv­os permiten la opción de escuchar extractos, el visitante, oyente en este caso, sentirá que ese tiempo le es insuficien­te.

En la selección de obras, que congrega a artistas de todos los continente­s, pueden encontrars­e diferentes registros. Entre las primeras, destaca One string left and a head for the sea, de Stephen Vitiello. Se trata de una obra de 25’ 32’’ en la que el artista logra instalar un clima melancólic­o y emotivo usando un dulcimer desvencija­do. La obra del único artista argentino, Nicolás Varchausky, es fascinante. Su título, imposible ser más preciso, es Poesía Federal Argentina y se trata de un poema sonoro compuesto por más de 20 minutos de emisiones e interferen­cias de la radio policial. El fraseo típico de la jerga de la fuerza, más el sonido de emisión de la radio forman una suerte de capas versificad­as de un poema general que viaja entre la extrema cotidianid­ad y el asombro de estar oyendo algo que no se debe oír.

La presencia de Le son 7 en el panorama del arte argentino es una celebració­n. Amplía el horizonte estético, reúne a artistas que manejan un proceso creativo infrecuent­e y, al mismo tiempo, abre la posibilida­d a otros artistas locales que trabajen el mismo registro para ser visibiliza­dos y contemplad­os dentro de una escena general en constante revisión y movimiento.

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Huffmann busca ampliar el concepto de compostaje, al asumir que el ser humano es parte de la Tierra.
 ?? ?? La misteriosa vida rural, 2022. Óleo sobre aluminio. Edición de 3. 38 x 49 x 55 cm.
La misteriosa vida rural, 2022. Óleo sobre aluminio. Edición de 3. 38 x 49 x 55 cm.
 ?? ?? Estrella federal, 2022. Óleo sobre aluminio. Edición de 3, 24 x 45 x 30 cm.
Estrella federal, 2022. Óleo sobre aluminio. Edición de 3, 24 x 45 x 30 cm.
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Las piezas de arte sonoro se puden escuchar completas o de a tramos. Abordan registros fascinante­s.

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