“Me ha gustado pintar las costumbres”, dice. Por su arte el Congreso le dio una pensión de gracia.
—Pintar París—
A Óscar Allain Cottera le picaron los pies y se fue a Europa. Vendió unos cuadros, juntó dólares y llegó a París. "No hablaba francés, pero me defendía". Vivió por la Plaza de la Concordia y le gustaba ir al mercado de pulgas, donde compró un cuadro que todavía mantiene. “Es de una factura académica formidable. Un militar. Yo pregunté en español por el título. "Es `El antepasado', me dijeron. '¿De quién?', inquirí. 'Pues del que lo compre'". Así Allain encontró a sus ancestros, unos judíos sefardíes que huyeron de España a Burdeos para que no les cortaran la cabeza.
¿Y pintó mucho París? "Sí, en la calle, como los impresionistas. A orillas del Sena. Y tenía la suerte de que casi siempre me compraban el cuadro cuandoloestabaterminando. Pero acá pintaba sobre mis cosas. Mis motivos son esos”, dice, y señala a “Las chismosas”, una acuarela donde gráciles mujeres vestidas de blanco conversan.
"Me ha gustado pintar las costumbres", añade. Y lo ha hecho bien. Por su trabajo, desde el 2010 vive con una pensión de gracia que el Congreso le otorgó por su "labor de trascendencia nacional en beneficio del país, como destacado maestro y pintor peruano considerado como el mejor artista plástico costumbrista". Coneso,supinturaysupoesía, él es feliz.