Ecos

ENTREVISTA

Y sus historias fantástica­s Die argentinis­che Autorin gilt als eines der größten Talente der zeitgenöss­ischen lateinamer­ikanischen Literatur.

- POR COVADONGA JIMÉNEZ

Samanta Schweblin

Fantastisc­he Literatur aus Argentinie­n

SSamanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), escritora argentina, tiene una amplia trayectori­a literaria, especialme­nte por sus libros de cuentos y relatos breves. Su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio (Destino, 2002), fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes. Su segundo libro, Pájaros en la boca (Almadía, 2009), fue galardonad­o con el premio Casa de las Américas, traducido a 13 idiomas y publicado en 22 países. En 2015, su libro Siete casas vacías (Páginas de Espuma) recibió el Premio Internacio­nal de Narrativa Breve Ribera del Duero. Y también en 2015 salió al mercado su primera novela o relato largo Distancia de rescate, en la que actualment­e Schweblin trabaja en el guión cinematogr­áfico para convertirl­a en película. Desde 2012 vive en Berlín, gracias a una beca de Deutscher Akademisch­er Austauschd­ienst (DAAD), y compagina la escritura con talleres literarios que imparte a la comunidad hispanohab­lante. Samanta Schweblin presentó en el Instituto Cervantes de Múnich su libro de cuentos Siete casas vacías, publicado en alemán por Suhrkamp Verlag (Sieben leere Häuser), y habló con ECOS sobre su trayectori­a literaria y sus nuevos proyectos.

ECOS – ¿Qué tipo de cuentos nos encontramo­s en Siete

casas vacías?

Samanta Schweblin – Es difícil hablar de un libro de cuentos, en este caso hay conexión entre los cuentos, pero la conexión viene del lado de

lo atmosféric­o, de los temas… Son cuentos que abordan temáticas como las relaciones entre padres e hijos, el pudor, la pérdida, y otros temas en común. Cuentos donde las mudanzas son importante­s, las cajas que hace la gente donde guardan sus cosas… la clasificac­ión que uno hace frente a una caja; esto es para guardar, esto es para tirar, esto es para donar. Hay muchos desnudos, pero no el desnudo erótico, sino el desnudo de exposición con toda la vergüenza y los miedos y los prejuicios que hay alrededor de la desnudez, y hay mucha soledad, también. Son personajes con mucha soledad, y también hay algo de locura, pero sana locura.

¿Cuáles son los miedos o prejuicios cotidianos a los que se enfrentan los personajes de este libro de cuentos?

Uno que se trabaja en varios de los cuentos es la temática del amor de los padres hacia los hijos y viceversa. Creo que es bien interesant­e lo que pasa alrededor de este afecto, porque yo pienso que no debe haber un amor más sincero, leal y bien intenciona­do que el amor de un padre hacia un hijo. Y sin embargo, cuando uno trata de formar al otro para la vida, inevitable­mente lo deforma, lo golpea, lo abolla; cuando uno intenta preparar al otro para el mundo, también lo llena de miedos, de mandatos, de límites. Entonces, es una relación muy amorosa y muy dolorosa al mismo tiempo.

Aparte de escribir cuentos, también has escrito novelas como Distancia de rescate (Random House). ¿Dónde te sientes más cómoda, escribiend­o cuento o novela?

Yo creo que todavía el cuento es un espacio de confort para mí; o sea, siento que ante una idea, lo primero que pienso es en escribir un cuento, es lo instintivo para mí, pero también debo aceptar que no recuerdo ninguno de los casos, ni siquiera cuando surgieron las dos novelas, que pensara, esto va a ser una novela o esto va a ser un cuento. Pero, bueno, sí es verdad que las novelas cuestan más, es un trabajo de más largo aliento. Cuesta más la escritura, y siento que en los cuentos cuesta más la idea, ¿no? Es mucho más lo que pienso y lo que preveo; y cuando me siento a escribir, ya está todo hecho. En el cuento no hay tiempo, en el cuento el lector está todo el tiempo a punto de irse, o yo tengo esa sensación como cuentista. El cuento tiene una urgencia, como un mandato; es como una carta urgente. En la novela, siento que no hay que pensarlo tanto, y que el texto se va descubrien­do sobre la marcha, ¿no?

¿Qué importanci­a das a la relación narrador-lector?

Es un baile que se baila de a dos; sí, como el tango. Rebecca Solnit tiene una frase preciosa que para mí lo dice todo acerca del poder de la literatura y de cuánto debe poner el escritor y cuánto debe poner el lector, que dice así: “Un libro es un corazón que palpita en el pecho del otro”. La frase es brutal, y para mí es eso. Y es lo que tiene de lindo cualquier libro, que… en realidad, el recorrido que un lector haga es un recorrido potencial, nunca va a ser igual para todos los lectores. Cuanto mejor sea el lector, más provecho le puede sacar a un buen libro. Hay una educación detrás de la lectura, también.

Resides desde hace años en Alemania, en concreto en Berlín. ¿La distancia con tu país te ha influido a nivel literario o personal?

Yo no sé si a nivel literario me cambió mucho la mudanza de continente, pero sí creo que a nivel personal me modificó. O sea, por supuesto que físicament­e estoy muy lejos de mi país, Argentina, y eso me da mucha distancia, no sólo para ver a Argentina como algo más chico; para mí era antes el gran mundo… Los argentinos somos muy provincian­os, es como si pareciera que Argentina quedara en el medio del mundo para nosotros.

Pues desde Europa te das cuenta de que no es así, sino también para conocer Latinoamér­ica. Para mí, eso quizás fuera más importante todavía. Es decir, en Berlín, la mayoría de mis amigos son latinoamer­icanos; entonces, por primera vez, hablo de política colombiana, como comida mexicana, leo escritores mexicanos, o sea, realmente, se ha abierto Latinoamér­ica. He llegado a conocer Latinoamér­ica alejándome de Argentina, y eso sí, me ha dado otros aires, ¿no?

¿Cuáles son tus proyectos literarios?

La nueva novela, que se llama Kentukis, sale ahora en octubre en todo el mercado de habla hispana. Esta nueva novela trata de la tecnología y de la manera tan compleja de cómo nos relacionam­os con la tecnología… El deseo, el voyeurismo… Y es una novela narrada desde varias ciudades alrededor del mundo. Una novela que sigue un poco en la línea de mis libros anteriores, es decir, sigue moviéndose en los límites entre lo cotidiano y todo lo extraño que amenaza a ese espacio cotidiano, ¿no?

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