Ecos

Desplumado­s

Marta und Roberto fallen auf Betrüger herein

- POR COVADONGA JIMÉNEZ

Roberto y Marta han tenido un día nefasto… les han estafado.

Roberto: Estoy más cabreado que una mona. Me acaban de timar en mi cara. Estoy que me subo por las paredes cada vez que lo recuerdo… Me han birlado cien pavos del cajero automático, por el timo del “pegalazo”.

Pepín: ¿Pegalazo? No te habrán pegado un lazo en la espalda, como en el día de los inocentes, para distraerte… y luego te han quitado el dinero.

Marta: Pepín, no está el horno para bollos… deja que tu padre nos cuente lo que le ha pasado.

Roberto: No, no estoy para chistes fáciles, Pepín. Os cuento: resulta que he ido a sacar dinero a un cajero cerca del trabajo. He puesto el pin, la cantidad de dinero que iba sacar, y hasta ahí… todo normal. Pero… el dinero no sale, y en la pantalla aparece que la operación ha terminado con éxito. Entonces, me fui, creyendo que estaba el cajero estropeado. Busqué otro y saqué sin problemas el dinero y un extracto de la cuenta corriente. Ahí, me di cuenta de que también me habían cargado el dinero del anterior cajero. Así que fui al banco para que me dieran explicacio­nes… Uff, me entran sudores fríos de pensarlo… Pepín, por favor, tráeme un vaso de agua fría de la cocina… Pepín: Vale, pero hasta que no venga con el agua, no sigas contando, que no quiero perderme el final… Marta: Anda, no seas peliculero, Pepín. Mientras Pepín va a por el agua, te cuento mi drama, Roberto. Resulta que en el móvil tenía dos llamadas perdidas, y no conocía el número… Pero como algunos clientes de la empresa viven en el extranjero, pues tonta de mí, sin comprobar los teléfonos, he devuelto la llamada varias veces. Y nada, que saltaba un contestado­r automático con una voz rarísima en otro idioma. Entonces, se lo digo a Rosa, mi compañera, y me pregunta: ¿Los números empiezan por 806, 807, 906 ó 907?… Pues sí, le contesto, y me suelta: Son un timo, cada vez que llamas te cargan una tarifa de cuatro euros…Y, claro, te puedes imaginar la cara de tonta que se me ha quedado. Ya verás la factura del móvil que me va a llegar, ¡qué cabreo!

Roberto: Bueno es saberlo, Marta… Pero ya no sabes cómo y dónde te van a dar el sablazo… Te han timado igual que a mí… ¡qué mala pata!

Pepín: Ya estoy aquí con el agua, ¿me he perdido algo? ¿A ti también te han timado, mamá?… Bueno, sigue papá: ¿cómo finaliza el timo? Estabas en el banco, y… Roberto: Y…me dijeron que me habían dado el timo del “pegalazo”; que consiste en que unos indeseable­s adhieren una barra con pegamento a la ranura de la extracción de billetes de los cajeros para que los billetes se queden pegados. Entonces, la persona se va, creyendo que el cajero está estropeado. Y a los pocos minutos, los delincuent­es, que están al loro, observando la operación, se acercan al cajero, retiran la barra con los billetes pegados…Y si te he visto no me acuerdo. Dinero fácil y sin arriesgar mucho.

Marta: ¡Qué fuerte! Madre mía…Y ¿el banco te va a devolver el dinero?

Roberto: No…, claro que no… Ellos no tienen la culpa. Me han recomendad­o que lo denuncie a la policía, y que si me ocurre otra vez lo mismo, me quede en el cajero, no me vaya de allí, inspeccion­e bien la ranura; y, por supuesto, que llame enseguida al banco o a las fuerzas de seguridad, para que vengan a inspeccion­ar la caja y quizás puedan detener a los timadores. Y esa ha sido mi desgraciad­a aventura de suspense, Pepín. Pepín: Sí os habéis convertido en “Los Desplumado­s del barrio”… qué buen título para mi vídeo de Youtube, ¿verdad?

Marta: Desplumado y sin paga te voy a dejar a ti, como nos saques en tu canal…

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